En nombre de la globalización estamos perdiendo nuestra identidad,
esto significa renunciar a nuestros orígenes, nuestra cultura,
nuestra tradición y costumbres, pero fundamentalmente estamos
perdiendo nuestra independencia económica, política y social, este
mundo globalizado nos va despojando lenta e inexorablemente de la
protección del estado para ser gobernados por los fríos y menos
humanos intereses de las empresas multinacionales despojadas de moral
y ética por lo que resultan ser siempre más egoístas y menos
sensibles que los gobiernos tradicionales.
Si bien la globalización es un acontecimiento irreversible que no se
lo puede soslayar ni evitar, si es posible limitarlo en su
incontrolable ambición, ¿Que debemos hacer para amortiguar esta
realidad? Defender nuestras libertades individuales, ampararnos en la
razón y la justicia, que en definitiva son los principios por las
que el hombre y la humanidad luchan desde sus orígenes.
Hoy todas las teorías económicas están siendo
dejadas de lado en favor de la infalibilidad de los mercados, pero la
realidad es que estos no actúan en razón del libre juego de sus
actoras, sino muy por el contrario están sujetos a mandatarios
cuyos mandantes son los grandes grupos económicos cuya identidad
desconocemos, sin nacionalidad cierta, pero que si conocemos y
padecemos la realidad de sus acciones, cuyas consecuencias están a
la vista.
Luego de estas limitadas disquisiciones un poco teóricas, que quizás
parezcan utópicas, pero si ciertas quiero descender a un terreno
más practico y pragmático, la realidad que día a día nos toca
vivir y padecer.
Hoy pareciera que el mercado en la actual conducción económica
dominara el escenario, dejando de lado las realidades sociales, esta
actitud en su manifestación más real y grafica se la puede observar
en la angustiosa situación que se encuentran casi todas nuestras
economías regionales y con mayor contundencia en las Pymes, el
último eslabón en la cadena empresaria. Pero como contrapartida
tanto las economías regionales como las pymes son las mayores
dadoras de trabajo, las más sensibles socialmente y las que si
tienen y mantienen la identidad nacional.
Las grandes cadenas súper-mercadistas se encuentran abarrotadas de
productos extranjeros que nosotros desde siempre producimos y
exportamos exitosamente dado a que siempre nos caracterizamos e
identificamos por su calidad, esta situación se revirtió ahora
importamos lo que nuestros productores deben tirar porque no tienen
precios que cubran sus mínimos costos, este despropósito es posible
debido al atraso cambiario que no se quiere corregir sumado a la
aplicación de equivocadas interpretaciones de políticas de libre
comercio, como resultado final estamos dejando en el camino infinidad
de trabajadores desocupados y destruyendo al empresario local.
Este aluvión de mercadería importada de paises
que subvencionan sus exportaciones como los europeos o países
asiáticos cuya mano de obra esta sujeta a remuneraciones
paupérrimas, nos esta conduciendo a más pobreza. Ante esta realidad
los gobiernos provinciales al igual que las cámaras empresarias
deben fijar su posición y exigir al las autoridades nacionales la
negociación de un programa económico y social que atienda a sus
necesidades, ya que en definitiva seria y es dar fiel cumplimento a
lo que manda la Constitución Nacional: el
ser un país federal.
Diego Lo Tártaro Presidente de IADER