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¿Qué se juega la economía española en las elecciones catalanas? Los economistas responden

El voto de más de cinco millones de catalanes decidirá el próximo jueves no solo el futuro político de la región. También cuál será finalmente la factura económica para el país en función de si se disipan o no las incertidumbres de los últimos meses. Las cifras bailan, pero los economistas coinciden ahora en que las previsiones más pesimistas no tienen cabida y que la gravedad de la cuestión está en el largo plazo.

Al comienzo del pulso secesionista, economistas de diferentes instituciones públicas y privadas, entidades financieras y organizaciones corporativas dieron la voz de alarma sobre el impacto que la amenaza de ruptura de la unidad de España podría tener para su economía. En algunos casos se llegó a adelantar la pérdida de hasta un 1,2% del PIB españolacompañado de un sensible empeoramiento de las condiciones de financiación del conjunto del Estado y, por ende, de pérdida de salud de sus todavía débiles arcas.
Cuando resta menos de una semana para que Cataluña vuelva a citarse con las urnas, esta vez para elegir una nueva composición del Parlamento regional, las métricas de impacto que barajan los expertos han caído sensiblemente con respecto a aquellas primeras advertencias de hace tres meses. La AIReF, que había sido una de las voces más catastrofistas en torno al impacto del pulso secesionista sobre la economía española, ahora apenas observa impacto alguno en el PIB nacional para el cierre de este año y el primer trimestre del próximo. Incluso en las previsiones que actualiza en tiempo real para la región mediterránea ha comenzado a mostrar más optimismo, como muestran las curvas del siguiente gráfico.
El mismo ministro de Economía, Luis de Guindos, que atribuía al impacto de Cataluña un recorte del 0,5% en sus estimaciones del PIB remitidas a Bruselas para el cálculo de los presupuestos estatales, ha afirmado ahora que estas previsiones se superarán con holgura porque “el tema catalán se solucionará”. En cualquier caso, el crecimiento del 2,3% para la economía española de cara a 2018 remitida por el Gobierno a la Comisión Europea se alineaba con las previsiones más cautas (dentro de las de corte expansivo) publicadas en el momento.
Desde Funcas, una de las instituciones de análisis económico más reconocidas del país, prevén que “el impacto se limitaría al cuarto trimestre de este año y primero de 2018”. No obstante, ponen el foco en el hecho de que la persistencia de dudas hará que en los primeros compases del año nuevo “el ritmo de crecimiento podría reducirse a la mitad en comparación con el inicialmente previsto”. La economista María Jesús Fernández Sánchez, considera que a partir del segundo trimestre se recuperaría velocidad de crucero y que, hasta entonces, la inversión, el consumo y el turismo serán los componentes más perjudicados.
El economista jefe de BBVA, Miguel Cardoso, incide en esta idea del largo plazo. Si bien las estimaciones primeras del banco preveían un impacto de entre el 0,2% y el 1,1% en el PIB nacional del próximo año, ahora apenas valoran que la factura catalana alcance entre 0,1 y 0,5 puntos porcentuales de su previsión de crecimiento. Algo que, sin embargo, se conjuga con registros máximos en el índice de incertidumbre sobre política económica creado por BBVA Resarch. Ni en el Brexit ni en los compases que siguieron al referéndum de 2014, este indicador había mostrado registros y volatilidades tan altas como en la actualidad.
Para Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano, “el impacto de Cataluña va a ser máximo del 0,3% del PIB”, una cota que está muy por debajo de lo que en un principio del estallido secesionista se barajaba incluso en esta gestora. El experto explica este mejor comportamiento gracias a la estabilidad de la confianza del consumidor, la bonanza de la creación de empleo y el consiguiente crecimiento en gasto particular que además ha acompañado los balances de las cotizadas del Ibex, que según recuerda obtienen de España tan solo una parte residual de sus ingresos y beneficios. Factores macro que hacen que haya “cero riesgo” de tensionamientos a corto plazo sobre los bonos españoles, como quedó en evidencia incluso en los compases más inciertos del órdago rupturista del destituido Gobierno catalán.
UNA FACTURA EN DIFERIDO

En cualquier caso, esta situación enrarecida podría mostrar su peor cara no en los próximos meses, sino “hacerse más evidente a futuro”, como señala Cardoso. Una advertencia en la que coincide Fernández Sánchez al afirmar que “el hecho de que tantas empresas hayan cambiado de domicilio social y fiscal es un problema, no tanto por el impacto real sobre la economía, sino porque demuestra el elevado grado de incertidumbre entre los empresarios”. Explica que “lo que busca una empresa internacional cuando piensa en invertir es hacerlo en un entorno seguro de largo plazo”, con lo que, aunque la situación política se normalice con independencia del resultado electoral, el clima empresarial deja patente que “el conflicto podría repetirse dentro de unos años”.
La confianza que el Gobierno español ha sabido retener con una progresiva y determinada aplicación del Artículo 155 de la Constitución, no se repite en Cataluña. La posibilidad de que la mecha vuelva a prender se traduce hoy por hoy en los datos macro y corporativos de la región que hacen que las estimaciones de crecimiento a corto plazo hayan recuperado mucha menos fuerza que las que se lanzan en las últimas semanas de este año para el conjunto del territorio nacional.
En esta línea de discurso, De la Torre señala que en realidad lo que está ocurriendo en muchos casos es que los inversores y empresarios no se han planteado retirarse de España, sino en “trasladar a otros puntos del país inversiones que tenían planificadas para Cataluña”. Algo que, según explica, se hace especialmente evidente en el sector inmobiliario, donde muchos flujos de inversión se están canalizando hacia otras regiones y, especialmente, hacia Madrid.
Las previsiones del Banco de España van en esta misma línea. De las advertencias de hace unos meses, solo ha quedado una revisión bajista de una sola décima para el conjunto de la economía nacional de cara a los dos próximos ejercicios. El organismo supervisor cree que repuntará la demanda interna y que mejorará la inversión tanto empresarial como en construcción, con lo que apunta a Cataluña como principal foco de incertidumbre cuyo impacto reconoce difícil de cuantificar pero siempre en línea con “un cierto debilitamiento adicional”.
Los números que baraja la economista de Funcas plantean que, entre el 1-O y marzo de 2018, en Cataluña se pasará del 3,1% a cerca del 1,6%. La inversión en bienes de equipo sería la partida más dañada, vaticina sin olvidar el consumo. En este sentido, ya existen datos de cómo el desafío separatista está pesando en la facturación de las compañías catalana. La consultora Full of Net ha desvelado que el 23% de los españoles aseguran que han dejado de comprar productos de manufactura catalana. Una circunstancia que se contagia también al turismo, pues según el último informe de la firma Reputation Institute sobre la ‘Marca España’, la economía nacional podría dejar de ingresar hasta 12.000 millones de euros como consecuencia de la caída de cinco puntos en la intención de los turistas extranjeros de visitar un país en el que Barcelona es su ciudad más frecuentada.

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