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"Me resulta muy difícil comentar la sesión de hoy" Juan Carlos Castillo Montero director de análisis de Capital Bolsa

Es difícil comentar la jornada de hoy en las bolsas desde un punto de vista económico, puesto que el factor que ha motivado las importantes caídas en el mercado español nada tiene que ver con la economía, al menos no directamente. En realidad me resulta muy difícil comentarla desde cualquier punto de vista.
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La crisis en Cataluña ha monopolizado en esta jornada, y monopolizará en el futuro, el interés del conjunto de los inversores. Los gestores se están planteando ahora escenarios que hace unos meses eran impensables. Al menos para ellos, pues en estas páginas hemos repetido una y otra vez desde hace más de un año, que nos extrañábamos que los inversores obviaran la situación política en Cataluña, cuando todos los indicios sugerían los acontecimientos que actualmente se están dando.
La DUI de Cataluña genera cientos de preguntas.
Intentemos resumir el escenario al que se enfrentarán en el futuro cercano los mercados:
La próxima semana, el lunes según prensa, el gobierno de la Generalitat catalana proclamará independencia de Cataluña. Los inversores se enfrentarán por primera vez en la historia de un país democrático occidental y sin conflicto bélico anterior, a una declaración unilateral de independencia. Las preguntas surgen por cientos:
¿Cuáles serán los siguientes pasos de la Generalitat? ¿Ordenará a las fuerzas de seguridad nacionales la salida de la nueva república? ¿Qué papel tendrá la sociedad civil movilizada? ¿Cómo se pretende financiar esta nueva república? ¿Exigirán a sus nuevos ciudadanos el pago de los tributos a su hacienda nacional? ¿Qué harán estos? ¿Qué se hará con el sistema judicial que está ejerciendo actualmente? ¿Cómo llevarán los ciudadanos la coincidencia de dos legalidades?, y podríamos seguir y seguir.
La incertidumbre es máxima hasta para los especialistas políticos. Estos coinciden que la DUI no tendrá efecto real, es una mera declaración sin contenido práctico. Creemos que, como en el pasado, se está subestimando la fuerza que tienen dos millones de personas ilusionadas con el nuevo proyecto de país. Va a ser muy complicado que esos ciudadanos acepten cualquier tipo de negociación que no sea el de las condiciones para formalizar la República ya declarada.
El gobierno del estado de la nación puede tomar varias alternativas. Ninguna es buena. Puede optar por aplicar diversas medidas legales para limitar el campo de actuación del gobierno catalán. Puede optar por anular la autonomía. Optar por convocar nuevas elecciones en la comunidad. Optar por no hacer nada y dejar que el sistema judicial actúe caso por caso. Ninguna de estas medidas evitará, en mayor o menor grado, el conflicto social en las calles.
El problema, una vez llegado hasta este punto, que va a ser muy complicado desandar el camino. Y por otro lado, no se dan las condiciones a nivel estatal para que se apruebe una modificación constitucional necesaria para fijar las condiciones de un referéndum pactado, a nuestro juicio y al de la mayoría de analistas internacionales, la única salida en el largo plazo.
Una vez llegado a este punto será muy difícil desandar el camino.
La bolsa y los bonos españoles han sufrido de forma importante en la jornada de hoy. Pero menos de lo que lo harán en un futuro. Los mercados no están cayendo más porque en el fondo aún se cree, de forma ingenua a nuestro entender, que una vez llevado al límite, las partes encontrarán una forma de iniciar conversaciones para obtener un acuerdo. Creo que esto podría pasar si no hubiera tanta presión social de uno y otro lado. Las autoridades catalanas tienen poco margen de maniobra una vez que los ciudadanos han tomado las calles. El gobierno estatal también se ve interpelado por gran parte de la ciudadanía española para que sea más contundente.
En los últimos días he leído decenas de informes de analistas financieros internacionales sobre la crisis en Cataluña. La inmensa mayoría concluyen que el escenario más probable es un acuerdo entre ambas partes en el que Cataluña tenga un nuevo estatuto de autonomía con un nuevo régimen de financiación, y en el que se realicen cambios constitucionales para resaltar las peculiaridades de las nacionalidades españolas.
Suele pasar en los informes extranjeros, que sus escenarios tienen un alto componente de “racionalidad”. Es decir, que como lo más razonable es que el gobierno catalán y el español lleguen a un acuerdo en esos términos, ese será el escenario más probable. En el pasado reciente hemos comprobado que este tipo de análisis se equivocan en muchas ocasiones. Lo vimos en el Brexit, en la elección de Trump, y ahora lo veremos en la crisis catalana. La racionalidad es un factor con muy poco peso cuando el sentimiento emocional es tan elevado.
Quiero serles sinceros, en mi cerca de tres décadas en los mercados, no recuerdo en ninguna otra ocasión en el que mi nivel de incertidumbre para hechos tan significativos fuera tan elevado como el actual. Una incertidumbre que comparten muchos de los gestores nacionales e internacionales con los que estoy hablando en estos últimos días. Y ya saben, en los mercados la incertidumbre es igual a caídas. Aunque en estos momentos, eso sea lo menos importante.