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¿Sturzenegger tiene razón?: el mercado le puso un "techo" al dólar sin necesidad de intervención del Banco Central

"Estoy feliz", respondió -mitad en serio y mitad en broma- Federico Sturzenegger.
Fue cuando un grupo de periodistas -entre los que se encontraba este enviado de iProfesional- le preguntó qué sensaciones le generaba la suba del dólar.
La escalada alcista cobró mayor vigor a partir del 21 de junio, en coincidencia con una noticia que cayó como un baldazo de agua fría en la City.
Concretamente, cuando Morgan Stanley ratificó que la Argentina iba a permanecer como mercado de "frontera". Es decir, al postergar su upgrade a la liga de "emergentes", algo que el mercado daba como seguro.
Los 125 centavos que escaló desde entonces ha sacudido a los inversores, ya que ese incremento colocó nuevamente al billete verde como uno de los principales títulos de los medios y reinstaló la preocupación por el devenir del tipo de cambio.
Este aumento preocupó a todos o, mejor dicho, a casi todos, ya que el presidente del Banco Central no sólo no se inquietó sino que hasta dio señales de que era un repunte anhelado.
Para empezar, claro, porque trae oxígeno a una economía que venía sufriendo la pérdida de competitividad cambiaria, algo que se ve reflejado en el rojo de la balanza comercial (u$s1.900 millones acumulados a mayo) y en el aluvión de argentinos haciendo "shopping" fuera del país.
En ese contexto, el incremento de la cotización hizo que varias economías regionales respiraran un poco más aliviadas, ante la perspectiva de poder mejorar sus exportaciones.
De hecho, el atraso del dólar frente a la inflación fue otro de los impulsores para que el déficit comercial toque su peor nivel en 20 años.
Sturzenegger también tuvo motivos (acaso personales) para alegrarse por el nuevo precio del billete, ya que así pudo neutralizar las fuertes críticas sobre el auge de la "timba" y de la "bicicleta financiera".
En junio, por segunda vez en el año, quienes apostaron a las altas tasas en pesos vía Lebac -especulando con el sostenimiento de un tipo de cambio planchado (lo que les facilita comprar luego más dólares)-, se llevaron otro disgusto.
El argumento oficial es que no puede hablarse de "bicicleta", al estilo tradicional, si hay un régimen de tipo de cambio flotante en el que el mercado determina el precio de la divisa.
En otras palabras, el "pedaleo" sólo es seguro si el Gobierno va aplicando microdevaluaciones, tal como sucedía con laadministración anterior.
Así, este desarme especulativo le otorga a Sturzenegger argumentos para sustentar que su régimen de flotación es superador, ya que es el juego de oferta y demanda el que permite encontrar un valor de equilibrio.
Lejos de flaquear ante las presiones para que realice una venta masiva que lo haga bajar, el titular del Banco Central se mantuvo firme en su postura de que sean compradores y venderoresquienes establezcan el "precio justo".
Por cierto, se trata de la misma postura que tomó cuando el billete verde iba hacia abajo y se acercaba a los $15, recorrido que acentuaba el atraso cambiario. En ese entonces, también se abstuvo de modificar el trayecto.
Ese descenso fue quedando atrás y a partir del repunte, la inquietud del mercado pasó a ser no el piso sino más bien el techo. Sobre todo, tras la explícita negativa de los funcionarios -empezando por el mismísimo Mauricio Macri- a intervenir.
Fue así que no faltaron numerosas voces críticas que dispararon contra el sistema de libre flotación.
Una de ellas fue la de Enrique Szewach, recién reemplazado en el cargo de vicepresidente del Banco Nación, quien cree que el régimen de flotación cambiaria "no sirve" para el contexto actual. En su visión, "si flota para arriba se te va a los precios, y si flota para abajo se te atrasa el tipo de cambio".
A juzgar por lo ocurrido hasta ahora, Sturzenegger tiene motivos de festejo: ante los temores vinculados a un dólar con imparable rumbo ascendente, fue el propio mercado el que detuvo la escalada, sin que el Central tuviera que vender un solo billete.
Fue así que el jueves, tras ocho ruedas consecutivas en alza, cayó cinco centavos y cerró a $17,10.
Pese a que durante la jornada se observó otra vez un billete muy demandado (el interbancario llegó a un máximo de $17,35), con el correr de las horas aparecieron vendedores que hicieron que la mayor oferta ponga fin a la seguidilla de alzas.
"El BCRA no intervino para nada y eso fue muy sano. Fueron tres bancos (dos extranjeros y uno nacional) los que enviaron órdenes para desarmar posiciones en dólares, cuando su valor llegó a $17,35 para el mayorista durante la rueda", asegura Fernando Izzo, de ABC Cambios, a iProfesional.
"Esto, ya que consideraban que el precio estaba 'pasado de rosca' y que en algún momento iba a detenerse", completa. 

Según los traders de la City, luego de que esos bancoscomenzaran a intervenir, otros salieron a vender, al interpretar que se había llegado a un techo. Así, empezó a bajar.
El mercado, en general, rescató como "positivo" que este freno en la escalada haya sido producto de negociaciones entre oferentes demandantes.
"Si el Central hubiese tenido que intervenir, hubiese dañado la confianza y el desarrollo de las próximas ruedas, ", expresa una fuente a iProfesional.
En el circuito minorista, el dólar perdió tan sólo dos centavos para llegar a $17,38 promedio, según el relevamiento realizado por el BCRA entre las entidades del microcentro.
La revancha de Sturzenegger

Todavía falta confirmar si, efectivamente, el mercado se estabilizó sin que sea necesario recurrir al "látigo" del Central.
Pero, por lo pronto, Sturzenegger tiene motivos para estar contento y para seguir defendiendo las bondades de su sistema de flotación.
"Cuando los países utilizan su política monetaria para mantener la inflación bajo control, los precios se estabilizan en torno al objetivo propuesto", detaca el funcionario.
En su visión, esto posibilita que el tipo de cambio real se adapte ante las distintas situaciones que debe enfrentar.
"Por ello, resulta indispensable contar con un esquema de tipo de cambio flotante que le brinde a la economía la flexibilidad suficiente como para responder ante eventos externos desfavorables", indica Sturzenegger.
Lo justifica con un gráfico que da cuenta que desde la unificación cambiaria, el precio se elevó en el 51% de los días, mientras que descendió en el 49% restante, casi sin intervención oficial (ver gráfico):
¿Un semestre de tranquilidad?En cuanto al futuro cercano, la mayoría de los economistas cree que hay más motivos para pensar en la estabilización que en una disparada del dólar.

Esto, a raíz de que se revertirán factores estacionales que venían produciendo una mayor demanda y restringiendo la oferta.

"No es dramática esta suba, de hecho sigue corriendo por detrás de la inflación y del movimiento de los socios comerciales", resume Gabriel Caamaño Gómez, economista jefe de Consultora Ledesma.

"No es para preocuparse, es un típico movimiento de un cambio flotante", añade.

En tanto, aclara que el camino será de tipo "serrucho". Es decir, con bajas y alzas intermitentes. En esta tónica, este analista proyecta una cotización por debajo de $18 hacia fin de año.

Agustín Etchebarne, economista de la Fundación Libertad y Progreso, indica: "En realidad, esto no es un problema para la Argentina, porque un incremento genera alivio parcial en sectores exportadores".

Rodrigo Álvarez, director de Analytica, se suma a la visión gubernamental sobre que lo vivido en el mercado en estas últimas semanas es positivo.

"Es saludable que haya más volatilidad, para quitar certidumbre sobre el posicionamiento en pesos y oxigenar a sectores que compiten en el exterior y pierden comparado con lo que sucede en otros países", expresa.

Claro que esos son los argumentos económicos, a los que hay que añadirle una buena dosis de factores políticos.

Miguel Kiguel, director de Econviews, atribuye la suba de las últimas semanas al clima pre-electoral.

"Primero se pensó que el repunte fue por Morgan Stanley y su negativa a incluir al país como mercado emergente, a lo que se ha sumado la reaparición de Cristina Kirchner", expresa.

Aun así, las encuestas entre economistas, como el relevamiento de expectativas del Banco Central (REM), no indican un cambio en las previsiones del precio para diciembre.

Se espera que el billete llegue a $17,80, es decir que tenga una suba de 4% en un semestre electoral.

Incluso, este jueves, en pleno nerviosismo por la escalada, en las plazas de futuros y opciones de Rosario (Rofex) se negoció a ese mes a $18,70.

De ocurrir, la devaluación para todo el 2017 sería de 17,8%. Es decir, por debajo del 22% estimado para el año.

En este contexto, el dato más relevante (más que el precio) pasa por la novedad de un mercado en el que el Banco Central elige quedar al margen sin que esto genere pánico.

Sturzenegger sigue defendiendo su teoría de la flotación cambiaria. Apuesta a generar la cultura de un dólar que puedesubir o bajar sin que esto genere inquietud en los argentinos.

Acaso esta batalla es más ambiciosa y dura que la que viene sosteniendo con la tasa de interés para las colocaciones en pesos. De momento, tiene motivos para estar feliz.

iprofesional