LA SEMANA EN POCAS PALABRAS
En una decisión ya anticipada por los mercados, la Reserva Federal de los Estados Unidos subió esta semana su tasa de referencia en 25 puntos básicos, ¼ de punto porcentual, llevándola a un rango de entre 0,50% y 0,75%.
Este constituye el primer movimiento alcista desde diciembre de 2015, y tan sólo el segundo desde la crisis financiera internacional de 2007-2009, y se da en un contexto en el que la economía norteamericana viene expandiéndose a buen ritmo, habiendo mostrado en el tercer trimestre de este año un crecimiento anualizado de 3,2%, el mayor en dos años. En sintonía con esto, los datos del mercado laboral también parecen otorgar sustento a la decisión de la Reserva Federal: el desempleo se encuentra actualmente en 4,9%, y las autoridades del organismo esperan que descienda hasta 4,5% en 2017, un nivel que se considera cercano al pleno empleo.
En un movimiento que sí generó alguna sorpresa, la Reserva Federal también indicó que espera acelerar en 2017 el ritmo de suba de tasas. Las autoridades del organismo prevén realizar ahora tres subas a lo largo de 2017, en lugar de las dos que se anticipaban anteriormente. Esta medida, en parte, es vista como una reacción al giro que se espera tome la administración Trump hacia una política fiscal más expansiva, con su consecuente impacto sobre la evolución de la inflación, pese a que ésta aún se mantiene en 1,5% anual, claramente por debajo de su objetivo de 2%.
En términos del impacto de las decisiones de política monetaria, este anuncio resulta incluso más relevante que la suba de tasas efectivamente implementada, ya que las tasas de interés de más largo plazo, las que tienen un efecto más inmediato sobre las condiciones financieras que enfrentan familias y empresas, se ajustan en respuesta a las expectativas sobre cómo evolucionará en el futuro la tasa de referencia de la política monetaria.
Ahora bien, estos cambios adquieren relevancia global, y en particular para una economía como la argentina, ya que repercuten en las condiciones financieras a nivel internacional, atrayendo capitales hacia los Estados Unidos, restando liquidez, y haciendo más oneroso el financiamiento para las economías emergentes.
Dicho esto, a diferencia de otros procesos previos en los que se produjo un endurecimiento de las condiciones monetarias en los EEUU, en esta oportunidad un grupo importante de economías avanzadas, notablemente la Unión Europea y Japón, siguen mostrando condiciones de liquidez sumamente favorables, con tasas de interés que se espera se mantengan en niveles cercanos a cero, al menos en el futuro próximo, como consecuencia de condiciones estructurales en las que priman muy bajos niveles de crecimiento e inflación. Y en vista de esto, es de esperar también que la búsqueda de mayores rendimientos se mantenga y que el ajuste en el apetito por riesgo emergente sea más moderado que en experiencias pasadas.
Yendo puntualmente a los movimientos en los mercados financieros, siguiendo los anuncios de la Fed, los rendimientos de los bonos del tesoro norteamericano se movieron al alza, continuando, en el caso de los títulos a 10 años, el sendero ascendente que habían comenzado a delinear desde que se conociera la victoria del candidato republicano en las elecciones presidenciales de noviembre pasado.
En lo ateniente a los mercados emergentes, las primas de riesgo no mostraron por el momento movimientos de magnitud. El índice EMBI+, elaborado por el banco J.P. Morgan, se ubicó sobre el final de la semana en 369 puntos (+6 p.b.), aún varios puntos por debajo del pico registrado a comienzos de mes (391 puntos). Los movimientos en las monedas de la región también resultaron relativamente menores, cediendo por ejemplo el real brasileño sólo 1,8%, en comparación con una pérdida de 11% tras conocerse la victoria de Donald Trump. Esto, en alguna medida, podría estar reflejando el hecho de que el movimiento al alza en la tasa de política ya se encontraba descontado, y que las primas de riesgo emergente ya habían comenzado a digerir una contracción en las condiciones de liquidez globales desde comienzos de noviembre.
A nivel local el comportamiento resultó similar. El riesgo país experimentó por el momento movimientos marginales, ubicándose con 515 puntos básicos, aún por debajo del pico de 529 puntos alcanzado a comienzos de mes. Y en cuanto a la evolución del peso, este cerró la semana en $15,95, prácticamente sin cambios respecto al cierre de la semana previa, acumulando el peso una devaluación de 2,6% en los últimos 30 días y 5,5% desde comienzos de noviembre.
En este marco, el Banco Central volvió a mantener la tasa de referencia estable en 24,75% por segunda semana consecutiva, después de haber implementado un descenso de 2 puntos porcentuales durante el mes de noviembre. Con la evolución del peso replicando en buena medida los movimientos de otras monedas frente al dólar, y el tipo de cambio real multilateral mostrándose mayormente estable, la evolución del tipo de cambio no estaría siendo percibida como una fuente de presiones inflacionarias. El freno en la baja de tasas apuntaría, sí, a consolidar la meta de inflación de 1,5% promedio para último trimestre del año y a inclinar a la baja las expectativas de inflación para 2017, las cuales aún se mantienen por encima del techo de la meta fijada por la autoridad monetaria (17%).