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Cornejo nombra un súper fiscal y lanza una política de tolerancia cero con el delito

Alfredo Cornejo fue paciente, convenció al tozudo Rodolfo González de que renunciara como Procurador de la Corte mendocina y se aseguró para sí la reforma más ambiciosa que planea para sus cuatro años de gestión.
Sabe que la luna de miel que vive con los mendocinos no durará para siempre y que su alineamiento con el Gobierno nacional le pasará factura tarde o temprano. Por eso acelera. Dice públicamente que “se vienen cambios muy importantes en la Justicia y en el sistema de seguridad de la provincia”. 
Cumple así con una promesa que hizo durante su campaña para la gobernación y se diferencia de Mauricio Macri, que también prometió reformas profundas en el sistema judicial y de seguridad, pero hasta ahora no logró concretarlas.
Cornejo quiere un “súper fiscal” compenetrado con su idea de combate del delito, que tenga alto perfil y que sea una especie de paladín de la justicia, persiguiendo delincuentes, encontrándolos, encarcelándolo y no permitiendo que salgan a causa de ningún vericueto legal.
El plan es primero elegir a su mano derecha en la Procuración de la Corte. Se descuenta que en el Senado provincial pasará el nombre que quiere teniendo en cuenta la mayoría automática que el gobernador tiene en la Cámara Alta.
Macri saluda a Cornejo en la presentación del Compromiso por la Educación
Al mismo tiempo, enviará una nueva ley de ministerio público, que le dará amplios poderes al procurador y a los fiscales. Además, separará a las defensorías públicas, hoy bajo la misma órbita, y definirá el rol de los investigadores judiciales, que tendrán la obligación de estar en el terreno trabajando codo a codo con los comisarios.
Serán ambos –fiscales y comisarios– las caras visibles de la persecución del delito. La actual burocracia será desterrada y a las órdenes de los fiscales, los policías actuarán en forma inmediata.
“Quiero que el procurador sea más importante que el ministro de Seguridad”, resumió Cornejo su idea de quién debe ser el que combata el delito. A su vez, el esquema actual de la Justicia penal será modificado en varios aspectos. Los más trascendentes son dos: primero se redefinirá la Fiscalía de Delitos Complejos; segundo, se replanteará la figura del fiscal de Cámara. La intención del gobernador es que el fiscal que investigó y mandó a juico a un sospechoso, sea el que lo acuso ante una Cámara del Crimen. “Los vamos a comprometer al 100% en la lucha contra el delito”, resumen en el Gobierno el papel que Cornejo les tiene asignados a los fiscales.
Respecto a la Policía de Mendoza, a 7 meses de haber asumido, Cornejo avanzó en importantes reformas. Primero cambió a Ley de Policías, luego arrinconó a los comisarios peronistas que ascendieron durante los 8 años de gestión justicialista –2007-2015– y por último se aseguró mayoría, no sin cuestionamientos y polémica, en la Inspección General de Seguridad, el órgano encargado de controlar y sancionar a los uniformados.
En esa misma línea, la intención es ahora darle autonomía y control a los comisarios que están en la calle. Esto va contra el espíritu de la reformo policial que se llevó adelante en Mendoza en 1999 tras el tristemente célebre caso Bordón, cuando un grupo de policías asesinó al estudiante bonaerense en el sur provincial y una red de encubrimiento terminó involucrando a los altos mandos.
Luego de ese caso –y de varios otros con menos repercusión– los principales referentes políticos del momento –Arturo Lafalla, José Genoud, Carlos Balter– decidieron descabezar a la Policía de Mendoza y poner civiles a cargo. El camino encarado ahora por Cornejo va en la dirección contraria.
Con un futuro incierto en cuanto a resultados concretos, hoy el gobernador mendocino tiene las herramientas para avanzar en profundas reformas de la mano de la designación del nuevo procurador. Y todo indica que intentará acaparar todos los resortes penales, tanto en el Ejecutivo como en el Poder Judicial.