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CHACO Y TUCUMÁN, DOS POSTALES DE LA ARGENTINA FEUDAL Por Jorge R. Enríquez



Dos noticias políticas fueron las más relevantes el domingo pasado, ambas originadas en el norte argentino.
La primera es el triunfo del oficialismo en las elecciones para gobernador en el Chaco. El peronista Domingo Peppo, de "Chaco Merece Más" (curioso nombre para una agrupación política que viene gobernando hace muchos años), se impuso a la radical Aída Ayala, intendente de Resistencia y candidata de la coalición "Vamos Chaco" (apoyada por una amplia coalición opositora que incluye a la UCR, el PRO, el Frente Renovador y el Frente Progresista), por 54,30% contra 43,21% de los votos.
Por su parte, el actual gobernador y ex Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, ganó la intendencia de Resistencia por 49,76% contra 44,92% de Leandro Zdero, Jefe de Gabinete de Ayala.
En esta provincia, los opositores, que tuvieron un mejor desempeño que en las PASO, admitieron inmediatamente la derrota y no denunciaron fraude, si bien las prácticas clientelísticas han estado a la orden del día.
En Tucumán, por su parte, la Corte provincial, por unanimidad y en tiempo récord (el fallo se conoció en la noche del domingo) revocó, como era de esperar, la resolución de la Cámara Contencioso Administrativa que había dispuesto la nulidad total de las elecciones.
El candidato opositor José Cano dijo que acepta el fallo, pero que está estudiando interponer un recurso extraordinario federal ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Pese a las expectativas que genera la eventual intervención de la Corte, no es fácil que revoque el fallo del superior tribunal de Tucumán. No hay, por un lado, precedentes de una anulación total de unas elecciones por vía judicial. Además, no se trata de una cuestión de puro derecho, sino fundamentalmente de hecho y prueba, lo que hace aún más improbable que la Corte federal revoque el pronunciamiento provincial.
Ojalá así fuera. Si no ocurre, no habrá que poner las culpas en la Corte. Los grandes vicios de la política deben ser corregidos por la política misma, empujada por la ciudadanía.
En tal sentido, las manifestaciones de Tucumán son un camino muy valioso que otras provincias deberían imitar. Han puesto el tema del clientelismo y el fraude en la agenda pública. Tomar conocimiento de una patología y reaccionar ante ella es el primer paso para encontrarle remedio.
La Argentina tiene prácticas feudales y sistemas de votación arcaicos diseñados para consolidar autoritarismos retardatarios en pleno siglo XXI.
Indignarse y protestar frente a esos males, sin aceptarlos como algo natural, es la condición sine qua non para enfrentarlos. Eso es hacer política, en la acepción más alta y noble de la palabra.
La Argentina feudal va a resistir con uñas y dientes. Son muchos los intereses creados a su alrededor. Pero somos más los que queremos cambiar. Es tiempo de unirnos y de actuar. Cambiemos!