Es
posible que este año, en el marco del proceso electoral, tengamos
por primera vez un debate presidencial en la Argentina.
Esto que en
otros países es usual desde hace muchísimos años, es desconocido
entre nosotros. Por lo general, quien pide los debates es el
desafiante, el "challenger", pero choca contra la cerrada
negativa de quien las encuestas hacen figurar primero. Este teme
perder esa posición si se arriesga a un intercambio público de
ideas. Recordemos el frustrado debate entre Eduardo César Angeloz y
Carlos Menem en el programa de Bernardo Neustadt, cuando el último
dejó "la silla vacía".
Ahora "Argentina
Debate" anunció que organizará un debate entre los candidatos
presidenciales, que tendrá lugar el 4 de octubre a las 21 y será
transmitido en forma gratuita por todos los canales de aires y radios
del país que quieran tomar la señal.
Es un hecho
auspicioso. Ojalá que todos los candidatos -y en especial aquellos
con más chances de llegar a la presidencia- acepten participar.
Mauricio Macri y Sergio Massa ya lo hicieron. Sería bueno que Daniel
Scioli se sumara también y dejara de lado esa poco grata tradición
del primero en las encuestas.
En una
República, los ciudadanos tenemos el derecho de conocer las ideas de
quienes se postulan para ocupar cargos públicos electivos. Los
debates son un excelente modo de hacerlo, porque los obligan a
expresarse con claridad, sin subterfugios ni lugares comunes. En la
confrontación de ideas, cuando es firme pero respetuosa, se puede
comparar y evaluar las visiones y las propuestas de cada candidato.
Por cierto,
ningún ciudadano responsable se limitará, para decidir su voto, al
resultado de un debate, del mismo modo que no se habrá de
circunscribir a la lectura de las plataformas. Las trayectorias, la
mayor o menor coherencia demostrada, la confianza que merezcan las
personas que se postulan tienen un peso especial en esa
consideración. Los debates no sustituyen, sino que complementan, ese
examen.
En la Argentina
se debate poco, y no solamente durante el tiempo electoral. La
existencia de debates obliga a dar los fundamentos de los proyectos y
de las medidas que se adoptan. Una democracia que debate es más
rica. Por eso el gran jurista Carlos Nino hablaba de la necesidad de
una democracia deliberativa.
Quien se niega a
debatir algo esconde. En una democracia republicana madura, todo
aquello que corresponda a la esfera pública debe salir a la luz y
ser objeto de reflexiones por parte de los funcionarios, de los
candidatos y de los ciudadanos.
Bienvenida sea
la iniciativa de Argentina Debate. ¡A debatir!