https://mail.google.com/mail/u/0/?ui=2&ik=3ab76eea9c&view=att&th=1648a6d4d6c2fa40&attid=0.1&disp=safe&zw
BYMADATA - Cotizaciones en Tiempo Real | BYMA Bolsas y Mercados Argentinos

Cristóbal López no logra hacer pie en el sector de alimentos

El grupo Indalo, de Cristóbal López, se extendió del juego –donde es líder–, al petróleo, los medios y entidades financieras, cuyo ingreso se concretó hace unas semanas, con el Banco Finansur. Sin embargo, le cuesta hacer pie en el campo. Aunque su negocio de aceite funciona, la compañía suspendió o paralizó las actividades en La Salamandra, la marca de dulce de leche que pretendían convertir en referente lácteo, y el frigorífico Santa Elena, de carne ovina.
Ambos negocios –dulce de leche y carne– comparten algunas características. Fueron comprados o desarrollados antes del cepo cambiario. Se los pensó con potencial de exportación y con un dólar más competitivo. En Indalo se niegan a hablar del tema, aunque admiten que existen problemas.
Indalo apuesta a reactivar La Salamandra en abril de 2016, según contaron sus proveedores. Aunque no lo dirán en público, creen que el negocio volverá a despegar con un cambio de Gobierno que facilite las exportaciones. Las grandes usinas lácteas están con balances en rojo y están aplicando recortes. Las que sobreviven se manejan con algún grado de informalidad, según entienden las más grandes.
El dulce de leche La Salamandra cobró vuelo con Javier González Fraga –asesor económico de Ernesto Sanz–, que luego fue vendida a la familia Miguens. Cuando Indalo la compró, en 2011, se propuso convertirla en una marca con peso en postres lácteos, alfajores, yogures y otras categorías afines. Con ese objetivo, Indalo también adquirió plantas lácteas (que habían pertenecido a “El Amanecer”) en 2012. La idea era integrar la cadena, desde el procesamiento de leche hasta el producto. La Salamandra facturaba $ 4 millones cuando fue adquirida. La meta era llegar a $ 55 millones.
El dulce  de leche se exporta a Brasil y Estados Unidos y allí se obtienen los mayores márgenes.  Pero el ex secretario Guillermo Moreno paralizó los despachos externos de lácteos en 2013. La vida útil del dulce de leche en toneles es de entre 4 y 6 meses.  Hubo partidas que llegaron a destino a pocas semanas de su vencimiento.
En Indalo abandonaron la idea de producción integral de lácteos y alquilaron las plantas. Delegaron en proveedores la fabricación de productos para el relanzamiento, que será en abril de 2016. La empresa de López conservará la relación con los canales comerciales. Para esa época, la industria láctea también espera que un dólar le rinda más pesos que ahora. La Salamandra está buscando fabricantes locales en Brasil y Estados Unidos.
Otro traspié para Indalo fue frigorífico Santa Elena.  Cuando se lo estrenó, en el verano de 2013, se lo describió como “centro de procesamiento, que establece un nuevo estándar para la industria frigorífica con capacidad de faena de 1.000 ovinos y 250 bovinos por día”.
“La tonelada se exportaba a US$ 4.000 y ahora está a US$ 2.800/3.000. Pensaron que 90% del negocio era para vender afuera”, cuenta un conocedor del caso. El objetivo inicial era trabajar entre octubre y marzo. Pero la próxima temporada será sólo de dos meses: enero y febrero. Santa Elena suspendió empleados y ahora solo se focalizará en el mercado interno. Lo que iba a ser el 10% se transformó en todo su negocio.
En aceites, Indalo conserva la exportación a granel. Se lo embotella en su destino y es redituable. Fuera del campo, otra firma que a López  le cuesta más de lo que le genera es Paraná Metal. El mayor empresario del juego se la quedó en 2009, por pedido del Gobierno. Pero la caída de la industria automotriz la afectó, ya que sus clientes tienen menor producción y retrocedió el intercambio con Brasil. Se estima que posee un rojo mensual de $ 8 millones. López compensa las pérdidas del campo y esta industria con actividades como el juego,