Por
Jorge R. Enríquez
Al margen de
estas consideraciones, sin dudas el gran ganador de la jornada fue
Mauricio Macri. El amplio triunfo del PRO representa un firme
respaldo de los porteños a su gobierno local y un voto de confianza
para su candidatura presidencial.
El margen de
diferencia entre Larreta y Michetti fue muy superior al que señalaban
algunas encuestas. Ni los pronósticos más favorables para el Jefe
de Gabinete porteño anticipaban que sería de alrededor de 10
puntos. Es evidente que pesaron en ese caudal tanto el bien ganado
prestigio como gestor de Larreta, como el sereno pero firme apoyo que
le dio Mauricio Macri.
El kirchnerismo
no perdió la oportunidad de hacer un nuevo papelón. Cuando todavía
se estaba realizando el escrutinio, Aníbal Fernández salió a decir
que el FPV obtenía el segundo puesto. Solo unas horas más tarde se
supo que el segundo lugar lo tenía cómodamente ECO, con un 22,3%
contra el 18,7% del FPV. La elección del kirchnerismo fue muy floja,
tanto que Daniel Filmus, el eterno derrotado de ese sector, podría
envalentonarse.
Con vista a las
elecciones generales, el PRO está muy cerca de ganar en primera
vuelta.
Uno de los datos
más sorprendentes de las elecciones porteñas fue el bajísimo
caudal de votos del candidato de Sergio Massa, Guillermo Nielsen,
quien apenas obtuvo el 0,9%. Teniendo en cuenta que su campaña, si
bien breve, contó con muchos recursos publicitarios y que estaba
respaldado por uno de los principales candidatos presidenciales, el
porcentaje de votos de Nielen es ínfimo y constituye una verdadera
frustración. Pero lo más importante no es ese dato en sí mismo,
porque en todo caso nadie esperaba que Nielsen tuviera chances serias
de disputar la Jefatura de Gobierno, sino lo que representa para la
candidatura de Massa a la presidencia.
Se podrá decir
que una cosa es una elección local y otra nacional, sobre todo
cuando están separadas en el tiempo, pero de todas formas, siendo
claro que Nielsen era el candidato de Massa en el distrito, sería
ingenuo no extraer conclusiones que proyecten esos módicos guarismos
al escenario nacional. Es evidente que Massa tiene muy poco apoyo en
la Ciudad de Buenos Aires.
Pero esa
carencia no es privativa de la capital argentina, sino que viene
quedando clara en diversas provincias. En ninguna de las elecciones
locales que se desarrollaron hasta ahora, el massismo fue
protagonista.
Sin embargo, tal
vez sea prematuro pensar que vaya a retirar su candidatura
presidencial. Conserva cierto caudal, nada despreciable, en la
provincia de Buenos Aires, en especial en partidos populosos del
conurbano, que superan en habitantes por sí solos a varias
provincias. ¿Podrá conservarlo? Es una incógnita. Algunos sugieren
que se presente a gobernador de la provincia de Buenos Aires dentro
de la coalición que ya conforman el PRO, la UCR y la CC, pero Macri
lo descartó de plano, señalando que la de Massa es una candidatura
dentro de la interna peronista.
El tablero de
octubre se va despejando, pero persiste la incertidumbre sobre el
destino de quien fue la estrella en las elecciones de 2011. Massa no
ha sabido o no ha podido hacer pie más allá de los límites de su
provincia, que es por lejos la que más votantes alberga, pero no es
la única. No se puede ganar la elección presidencial sin un
aporte de la provincia de Buenos Aires, pero tampoco solo con ese
aporte.
Las próximas
semanas serán decisivas en la configuración final de las alianzas.