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LAS PRIMERAS PASO PORTEÑAS



Por Jorge R. Enríquez

Las elecciones primarias en la Ciudad de Buenos Aires arrojaron un resultado contundente. Sumadas las dos listas que competían dentro de ese partido, el PRO logró el 47,3% de los sufragios, muy cerca del 50% que le permitiría ganar la elección general de Jefe de Gobierno en primera vuelta. Es cierto que no pueden extrapolarse linealmente los guarismos de las primarias a las generales, entre otros factores porque los candidatos no son dueños de los votantes que los apoyaron y, por ende, no necesariamente los votos de una lista perdedora se trasladan íntegramente a la ganadora. Pero en este caso, es muy probable que la gran mayoría de quienes sufragaron por Gabriela Michetti se incline por Horacio Rodríguez Larreta. Ambos dirigentes son figuras a las que la ciudadanía asocia inmediatamente con el PRO y, por lo tanto, no deben ser muchos los que hayan votado por Michetti solo estratégicamente desde otras corrientes. 
Al margen de estas consideraciones, sin dudas el gran ganador de la jornada fue Mauricio Macri. El amplio triunfo del PRO representa un firme respaldo de los porteños a su gobierno local y un voto de confianza para su candidatura presidencial.
El margen de diferencia entre Larreta y Michetti fue muy superior al que señalaban algunas encuestas. Ni los pronósticos más favorables para el Jefe de Gabinete porteño anticipaban que sería de alrededor de 10 puntos. Es evidente que pesaron en ese caudal tanto el bien ganado prestigio como gestor de Larreta, como el sereno pero firme apoyo que le dio Mauricio Macri.
El kirchnerismo no perdió la oportunidad de hacer un nuevo papelón. Cuando todavía se estaba realizando el escrutinio, Aníbal Fernández salió a decir que el FPV obtenía el segundo puesto. Solo unas horas más tarde se supo que el segundo lugar lo tenía cómodamente ECO, con un 22,3% contra el 18,7% del FPV. La elección del kirchnerismo fue muy floja, tanto que Daniel Filmus, el eterno derrotado de ese sector, podría envalentonarse.
Con vista a las elecciones generales, el PRO está muy cerca de ganar en primera vuelta.
Uno de los datos más sorprendentes de las elecciones porteñas fue el bajísimo caudal de votos del candidato de Sergio Massa, Guillermo Nielsen, quien apenas obtuvo el 0,9%. Teniendo en cuenta que su campaña, si bien breve, contó con muchos recursos publicitarios y que estaba respaldado por uno de los principales candidatos presidenciales, el porcentaje de votos de Nielen es ínfimo y constituye una verdadera frustración. Pero lo más importante no es ese dato en sí mismo, porque en todo caso nadie esperaba que Nielsen tuviera chances serias de disputar la Jefatura de Gobierno, sino lo que representa para la candidatura de Massa a la presidencia. 
Se podrá decir que una cosa es una elección local y otra nacional, sobre todo cuando están separadas en el tiempo, pero de todas formas, siendo claro que Nielsen era el candidato de Massa en el distrito, sería ingenuo no extraer conclusiones que proyecten esos módicos guarismos al escenario nacional. Es evidente que Massa tiene muy poco apoyo en la Ciudad de Buenos Aires. 
Pero esa carencia no es privativa de la capital argentina, sino que viene quedando clara en diversas provincias. En ninguna de las elecciones locales que se desarrollaron hasta ahora, el massismo fue protagonista.
Sin embargo, tal vez sea prematuro pensar que vaya a retirar su candidatura presidencial. Conserva cierto caudal, nada despreciable, en la provincia de Buenos Aires, en especial en partidos populosos del conurbano, que superan en habitantes por sí solos a varias provincias. ¿Podrá conservarlo? Es una incógnita. Algunos sugieren que se presente a gobernador de la provincia de Buenos Aires dentro de la coalición que ya conforman el PRO, la UCR y la CC, pero Macri lo descartó de plano, señalando que la de Massa es una candidatura dentro de la interna peronista.
El tablero de octubre se va despejando, pero persiste la incertidumbre sobre el destino de quien fue la estrella en las elecciones de 2011. Massa no ha sabido o no ha podido hacer pie más allá de los límites de su provincia, que es por lejos la que más votantes alberga, pero no es la única. No se puede ganar la elección presidencial sin un aporte de la provincia de Buenos Aires, pero tampoco solo con ese aporte.
Las próximas semanas serán decisivas en la configuración final de las alianzas.