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La paridad del euro, ¿es buena o mala?

El número de viajeros españoles a Estados Unidos creció en los últimos años de forma exponencial. En 2011, alcanzó los 700.000, la cifra más alta de los últimos diez años, según datos del Departamento de Comercio de EEUU. No es casualidad que las marquesinas de la capital madrileña estuvieran plagadas de ofertas de las agencias de viajes para ir a Nueva York. El motivo: el euro se movió en un rango constante durante esos ejercicios de entre u$s 1,20 y 1,60 -su máximo histórico lo alcanzó el 22 de abril de 2008-.
Sin embargo, cada día que pasa es más caro cruzar el charco porque el euro se encuentra en caída libre. De hecho, está a punto de alcanzar la paridad con el dólar, algo que no ocurría desde finales de 2002. Visto así parece, sin duda, una noticia muy negativa. Sin embargo, no lo es en el contexto actual.
¿Por qué desde Fráncfort aplauden la debilidad de la moneda única? Porque es uno de los factores clave para que la economía de la eurozona recupere un crecimiento sostenible, apoyado a su vez por otros elementos, como la caída del precio del petróleo.
El Banco Central Europeo (BCE) tiene, por tanto, en la caída del euro un aliado para combatir la fragilidad económica. Precisamente, las medidas puestas en marcha por parte de la institución monetaria han provocado este descarrilamiento de la divisa. "La reciente depreciación del euro es muy positiva. El debilitamiento del euro ayudará a relanzar las exportaciones, un aspecto especialmente importante para la economía española, que necesita ampliar el superávit por cuenta corriente para reducir la deuda externa", explica Jordi Gual, director ejecutivo de Planificación Estratégica y Estudios de CaixaBank.
El pasado 22 de enero, Mario Draghi, presidente del BCE, anunciaba el lanzamiento de un plan de compra masiva de deuda pública, conocido popularmente como QE, para reconducir la inflación hacia niveles por debajo, pero cercanos, al 2%. En total, inyectará más de un billón en 18 meses. Si se aumenta la oferta de dinero en circulación, se debilita la divisa.
El pasado 5 de marzo, el BCE ofreció todos los detalles y dio el pistoletazo de salida a las compras de deuda. Durante las seis jornadas siguientes, el euro bajó un 6%, una racha que no se veía desde la caída de Lehman Brothers en octubre de 2008. Desde comienzos de septiembre del año pasado, cuando el BCE puso en marcha su programa de compra de deuda privada (cédulas y titulizaciones), el euro se ha dejado casi un 20% frente al billete verde. "El debilitamiento actual del euro deshace, solo en parte, el fortalecimiento que se produjo entre el verano de 2012 y el 2013. Ello fue debido, sobre todo, a que el BCE mantuvo una política monetaria menos expansiva que la de los principales bancos centrales a nivel global. En este sentido, el fin del QE de la Reserva Federal, combinado con el inicio del QE del BCE, ha sido clave para impulsar este cambio de tendencia", señaló Gual.
Este movimiento se aceleró, por tanto, por el cambio de sesgo de la política monetaria acometido por laFed. Se espera que la institución liderada por Janet Yellen dé alguna señal de subidas de tipos en los próximos meses. "La paridad puede ser adecuada si los ciclos económicos y de política monetaria en EE.UU. y la eurozona son marcadamente diferentes, como es el caso actual: la Fed indicando su disposición a comenzar un ciclo alcista de tipos en torno a mitad de año y un dinamismo económico marcadamente superior en EE.UU.", explicó José Manuel González-Páramo, ex miembro español del comité ejecutivo del BCE y actual consejero ejecutivo de BBVA.
La debilidad del euro tiene un efecto directo sobre las exportaciones. En España, suponen ya más del 35% del PBI y es la segunda economía, sólo por detrás de la alemana, que más ha notado ese impulso, tal y como ha destacado en varias ocasiones el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos. "No aprecio un desalineamiento significativo en el precio del euro respecto de su valor fundamental, y sí, en cambio, creo muy positivo su impacto en la demanda de exportaciones y en la intensidad de la recuperación", añadió González-Páramo. Efecto en las empresas La depreciación de la moneda de un país abarata los productos nacionales para los extranjeros, a la vez que encarece los productos extranjeros para los residentes en el país.
Por poner un caso práctico, incluido por el economista Ignacio López Domínguez en el diccionario de expansion.com y adaptado al tipo de cambio actual. ¿Cuántos dólares costaría un automóvil SEAT cuyo precio es de 12.000 euros? Con el euro de hace sólo un año (u$s 1,4) el automóvil de fabricación nacional tendría un precio de u$s 16.800. Pero ahora, tras la depreciación (u$s 1,05), se sitúa en u$s 12.600. Asimismo, ¿cuántos euros costaría un automóvil Chrysler que cuesta u$s 20.000? Hace un año, el automóvil de fabricación extranjera tendría un precio de 14.286 euros. Pero ahora, su precio es de 19.047 euros.
No es de extrañar que, además de las autoridades europeas, varios consejeros delegados de las principales empresas de la eurozona estén aplaudiendo esta caída del euro. Cada u$s 0,2 que el euro se deprecia frente a la divisa estadounidense, se incrementa en un 5% el beneficio operativo de las empresas europeas, según un estudio de Alphavalue, una firma independiente de análisis.
Tal y como recogía Financial Times esta semana, el consejero delegado de Airbus, Tom Enders, calculó que cada u$s 0,1 que se deprecia el euro se traduce en unas ganancias de 1.000 millones. Esta compañía produce principalmente en la eurozona y vende en dólares.
Por su parte, Jean-Pascal Tricoire, el responsable de Schneider Electric, dijo al diario británico el mes pasado que la caída de la divisa tendría un impacto de 1.500 millones en sus ingresos.
De alguna manera, esto se traducirá en el corto plazo en unos ingresos mayores para el tejido empresarial de la eurozona, en un incremento del flujo de caja, la posibilidad de pagar más dividendo y, todo ello, con el consiguiente impulso en Bolsa. Pero a largo plazo también hace a estas compañías más rentables y competitivas.
No opinan lo mismo los ejecutivos de algunas empresas estadounidenses. "La caída del euro nos está haciendo daño", reconoció el vicepresidente ejecutivo de la división tecnológica de Xerox, Jeffrey Jacobson, en una conferencia a inversores el pasado 5 de marzo. Esta compañía generó en torno al 20% de sus ingresos en Europa el pasado año sobre un total de u$s 19.500 millones, según recoge The Wall Street Journal. El fabricante de las galletas Oreo y de las chocolatinas Cadbury, Mondelez International, ha tenido que elevar los precios en Europa para equilibrar esa caída del euro. Guerra de divisas No obstante, una mayor intervención por parte de los principales bancos centrales del mundo ha provocado que el resto de las instituciones monetarias también reaccionen. Desde el 1 de enero, cuando Uzbekistán recortó los tipos de interés del 10% al 9%, hasta hoy, un total de 22 bancos centrales de todo el mundo tomaron alguna medida para intentar reavivar su economía, evitar la deflación o debilitar sus monedas.
Destacan las actuaciones del Banco de Suiza, que el pasado 15 de enero decidió abandonar su objetivo de un tipo de cambio mínimo de 1,20 francos por euro, a la vez que ponía el precio del dinero en negativo; y de Dinamarca, que decidió rebajar cuatro veces los tipos en menos de tres semanas e intervenir en el mercado de divisas para controlar la fluctuación de la corona. Sin embargo, González-Páramo no ve motivos para hablar de guerra de divisas: "La apreciación o depreciación que responde a ciclos económicos o expectativas de política monetaria distintos es una consecuencia coherente con el funcionamiento de nuestras economías. No creo que haya razón alguna para hablar de guerra de divisas, especialmente cuando el euro no se encuentra infravalorado respecto de sus fundamentales". En este sentido, Gual recuerda que, a pesar de la intensa depreciación observada recientemente, "el tipo de cambio actual del euro frente a la cesta de divisas de los principales socios comerciales se encuentra alrededor del promedio histórico".
Con esta opinión coincide también el ejecutivo de BBVA: "Lo importante como reflejo de competitividad subyacente es el tipo de cambio efectivo real con el conjunto de los países con los que comerciamos. Ese tipo de cambio, pese a la depreciación de los últimos meses, es aún más elevado que a mediados de 2012", añadió.
Por tanto, la debilidad del euro frente al dólar y esa paridad hacia la que camina es más que positiva en el momento actual.