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Europa se rebela contra la receta de austeridad que predica Alemania

Durante cinco años, la zona euro se ha enfrascado en una discusión sobre si la solución de su crisis económica radicaba en una reducción del Estado y la liberalización de los mercados o en políticas fiscales y monetarias más expansivas.
Ahora, los frentes de batalla se han vuelto más confusos y la salida menos clara.
Desde el inicio de la crisis de la deuda de la zona euro, los países más acaudalados del bloque, liderados por Alemania, han impulsado las reformas económicas, en lugar de las políticas de estímulo, como la principal forma de asistir a las naciones endeudadas para que recobren su salud financiera. Los electores de la zona euro, no obstante, han dejado en claro su fastidio con las penurias fiscales, mientras que el Banco Central Europeo acaba de echar por la borda la ortodoxia monetaria de Berlín.
La histórica victoria el domingo del partido de izquierda radical Syriza en las elecciones de Grecia probablemente alentará movimientos populistas en otros países de la zona euro, como España, Francia e Italia, los cuales rechazan la austeridad patrocinada por Alemania. Su crecimiento tanto en la izquierda como en la derecha del espectro político europeo sugiere la amplitud y complejidad del malestar de los votantes.
El partido de extrema izquierda Podemos se ha disparado en las encuestas en España meses antes de que se celebren elecciones. En Francia, el Frente Nacional de extrema derecha está sacudiendo a la clase política con ataques tanto a la austeridad como a la inmigración. El Movimiento Cinco Estrellas de Italia quiere renegociar la deuda nacional.
Grecia es el ejemplo más extremo del debilitamiento del apoyo a los partidos de centro derecha y centro izquierda que han dominado la política de Europa Occidental durante décadas. El ascenso de los movimientos anti clase dirigente coincide con el declive económico más prolongado desde la Gran Depresión de los años 30.
A su vez, la decisión del jueves pasado del Banco Central Europeo (BCE) de comprar bonos soberanos de la zona euro y otros activos para estimular el crecimiento y la inflación se aparta de la convicción de Alemania de que los bancos centrales no deben imprimir dinero para comprar deuda pública.
El BCE solía respaldar a viva voz el discurso de Alemania sobre los beneficios de las políticas de austeridad, antes de sugerir a fines del año pasado que la zona euro en general se había vuelto demasiado frugal y que Alemania debería gastar más. Últimamente, el presidente del BCE, Mario Draghi, ha evitado provocar a Berlín sobre la política fiscal al mismo tiempo que la antagoniza con el programa de compra de bonos.
El BCE y Alemania concuerdan en al menos un aspecto: la necesidad de emprender reformas de mercado para hacer más flexibles las economías de la zona euro. De todas formas, convencer al electorado sobre los beneficios de tales cambios es más difícil que nunca.

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