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Clarens, el hilo conductor de la corrupción oficial

Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia de la Nación el 25 de mayo del 2003, a los pocos días se conoció la existencia de una sociedad uruguaya llamada Invernes. La suposición general era que el nombre significaba “inversiones Néstor”. Pero en realidad era “inversiones Ernesto”, por Ernesto Clarens, un financista que quebró a fines de los ’70, al mismo tiempo que Jorge Brito era detenido por las maniobras fraudulentas de su Financiera Hamburgo. Otros analistas de mercado sostienen que en realidad a Clarens le fue mal durante la crisis del Tequila y entonces se fue al sur y fundó Credisol, una cooperativa que tenía un fuerte privilegio: código de descuento con la intendencia de Río Gallegos a partir de que asumió la presidencia Kirchner y que después trabajó también con la gobernación. Fue por esos años iniciales de la gestión de Kirchner como gobernador que Clarens se asoció con Lázaro Báez, el testaferro del gobernador y futuro presidente, que días después de ser electo criticó en el programa de Mirtha Legrand a Jorge Brito. Claro, esto no impidió que a los pocos meses ambos fueran socios, a lo que no fue ajeno Clarens.
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Una trama con muchas etapas

En cuanto a los fondos desaparecidos de Santa Cruz -originados en las regalías petroleras- se trataba de 1054 millones de dólares en 1996 y fueron manejados por el financista Eduardo Cafaro, de la financiera Mercado Abierto. Ésta habría recibido en el ‘99 fondos de Amado Carrillo Fuentes “el señor de los cielos”, con importantes inversiones en campos de la provincia de Buenos Aires. Mercado Abierto era propiedad de Aldo Ducler y José Scaserra. Tiempos después y ante las investigaciones sobre lavado de dinero que afectaban a aquella, Scaserra fundó Arpenta S.A., que fue recientemente sancionada por operaciones sospechosas con el contado con liqui. A pocos días de asumir la presidencia, Kirchner nombró director del BCRA a Cafaro, el mismo que desde Mercado Abierto manejó los fondos de Santa Cruz y del señor de los cielos. Ahí aparece la primera conexión de la corrupción kirchnerista con el narcotráfico mexicano y es la ruta de los fondos desaparecidos de Santa Cruz. Es lo que justamente estarían investigando los fondos buitres, que contrataron para esto a una empresa de detectives. Ayer Clarín descubrió cuatro cuentas de Clarens de Miami a Suiza al banco Picket. Se trataría de montos pequeños de 200.000 dólares cada uno pero lo importante es que muestran una continuidad de fuga de capitales de la corrupción K desde 1996 hasta por lo menos el 2013. Fue entonces cuando Báez, a través del contador Daniel Pérez Gadín, le compró la financiera SGI, conocida como la Rosadita, a Federico Elaskar, lo que muestra la veracidad de lo descubierto por Jorge Lanata en su programa de televisión.
Ante estos giros y los hechos que puedan descubrirse en el futuro, el cristinismo proyecta un nuevo Código Procesal Penal, cuyo artículo 5 cierra el camino a la cosa juzgada fraudulenta, ya que dice que sólo se puede revisar un fallo si es en beneficio del imputado. Es decir, por ejemplo, en favor de Cristina Fernández de Kirchner. Es obvio que la nueva reforma no sólo es un traje a medida sino también que se trata de una virtual ley de autoamnistía para los delitos de corrupción. Y por tanto susceptible de anulación por el futuro Congreso.
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