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José Nun advirtió que “la democracia argentina es de baja calidad y se ve obstaculizada por los personalismos”
El presidente de la Fundación de Altos Estudios Sociales y ex secretario de Cultura, José Nun, advirtió que en la Argentina existe una “democracia de baja calidad y una sociedad fragmentada, donde la única certeza es la lucha y el debate”.
Sostuvo que “esto se ve obstaculizado por los personalismos, porque no se discuten ideas sino personalidad. Es muy difícil concertar sobre programas y proyectos, es mucho más fácil hacer acuerdos entre personas”, al disertar en el panel sobre las “Valores y democracia”, en el marco del 50 Coloquio Anual de IDEA.
“Tenemos una democracia procedimental, este régimen es democrático porque las autoridades son elegidas, pero no es lo mismo que un buen gobierno. El temor que tenían desde (Thomas) Jefferson a (Alexis de) Tocqueville era que el sufragio llevara a la consolidación del despotismo selectivo, esto es lo que sucede en Argentina”, dijo Nun.
Advirtió que eso se traduce en “presidentes que hacen lo que se les da la gana, si es que tienen además mayoría en diputados y senadores, con lo que se liquida un elemento fundamental de la democracia que es la división de los poderes”.
El académico sostuvo que “para que funcione una democracia procedimental, el material humano de la política tiene que ser de alto nivel y tiene que haber gente que no busque perpetuarse y lucrar para su beneficio personal, además, debe tener una ciudadanía que esté informada, que sea educada y constituya realmente una opinión pública”.
“Hace 12 años que estamos en estado de emergencia económica, el presupuesto no lo vota el Congreso, queda a merced de lo que resuelva el Poder Ejecutivo. Los decretos de necesidad y urgencia pasaron a multiplicarse de manera exponencial en los últimos 10 años y nos hemos acostumbrado a tomar por descontado, como si fuese una travesura, que el INDEC falsifique los datos”, criticó Nun.
El profesor de la Universidad de Toronto, Canadá, expuso que “(Max) Weber decía que cuando el poder de un político se transforma en vanidad personal, se produce una borrachera de poder, que lleva a cometer los dos pecados mortales de la política: falta de objetividad y de responsabilidad, que produce que no haya transparencia, que no asuman las consecuencias de los propios actos, y esto va de la mano de un fenómeno que todos padecemos, la corrupción, porque no hay control”.
“Degradación y muerte, lo decía Montesquieu, la corrupción es la muerte de la República y cambiarlo es una tarea que en general han cumplido las guerras y las revoluciones, es una tarea extraordinariamente ardua”, alertó Nun.
Agregó que “el principal valor de la democracia argentina que urge cambiar es la responsabilidad, sin asumirla es imposible que se le haga lugar a los otros valores importantes que son la igualdad, la libertad y la justicia”.
“Hay que hacer hablar a los de abajo, entre ellos hay valores, hay potenciales, siempre y cuando no estén bajo las garras de caudillos territoriales, que así se definen hoy los partidos políticos, que no existen en realidad en Argentina”, recomendó el especialista.
Num cerró con la paradoja del francés Jacobo Bossuet: “Dios se ríe de quienes se quejan de las consecuencias mientras estimulan las causas que las provocan”.
Sostuvo que “esto se ve obstaculizado por los personalismos, porque no se discuten ideas sino personalidad. Es muy difícil concertar sobre programas y proyectos, es mucho más fácil hacer acuerdos entre personas”, al disertar en el panel sobre las “Valores y democracia”, en el marco del 50 Coloquio Anual de IDEA.
“Tenemos una democracia procedimental, este régimen es democrático porque las autoridades son elegidas, pero no es lo mismo que un buen gobierno. El temor que tenían desde (Thomas) Jefferson a (Alexis de) Tocqueville era que el sufragio llevara a la consolidación del despotismo selectivo, esto es lo que sucede en Argentina”, dijo Nun.
Advirtió que eso se traduce en “presidentes que hacen lo que se les da la gana, si es que tienen además mayoría en diputados y senadores, con lo que se liquida un elemento fundamental de la democracia que es la división de los poderes”.
El académico sostuvo que “para que funcione una democracia procedimental, el material humano de la política tiene que ser de alto nivel y tiene que haber gente que no busque perpetuarse y lucrar para su beneficio personal, además, debe tener una ciudadanía que esté informada, que sea educada y constituya realmente una opinión pública”.
“Hace 12 años que estamos en estado de emergencia económica, el presupuesto no lo vota el Congreso, queda a merced de lo que resuelva el Poder Ejecutivo. Los decretos de necesidad y urgencia pasaron a multiplicarse de manera exponencial en los últimos 10 años y nos hemos acostumbrado a tomar por descontado, como si fuese una travesura, que el INDEC falsifique los datos”, criticó Nun.
El profesor de la Universidad de Toronto, Canadá, expuso que “(Max) Weber decía que cuando el poder de un político se transforma en vanidad personal, se produce una borrachera de poder, que lleva a cometer los dos pecados mortales de la política: falta de objetividad y de responsabilidad, que produce que no haya transparencia, que no asuman las consecuencias de los propios actos, y esto va de la mano de un fenómeno que todos padecemos, la corrupción, porque no hay control”.
“Degradación y muerte, lo decía Montesquieu, la corrupción es la muerte de la República y cambiarlo es una tarea que en general han cumplido las guerras y las revoluciones, es una tarea extraordinariamente ardua”, alertó Nun.
Agregó que “el principal valor de la democracia argentina que urge cambiar es la responsabilidad, sin asumirla es imposible que se le haga lugar a los otros valores importantes que son la igualdad, la libertad y la justicia”.
“Hay que hacer hablar a los de abajo, entre ellos hay valores, hay potenciales, siempre y cuando no estén bajo las garras de caudillos territoriales, que así se definen hoy los partidos políticos, que no existen en realidad en Argentina”, recomendó el especialista.
Num cerró con la paradoja del francés Jacobo Bossuet: “Dios se ríe de quienes se quejan de las consecuencias mientras estimulan las causas que las provocan”.
