Ni acatando el fallo de Griesa y pagando, se logrará solucionar los problemas macroeconómicos por los que atraviesa el país. ¿Por qué? Porque el problema de fondo sigue siendo la política fiscal y monetaria. Así las cosas, nada bueno nos espera para el segundo semestre...:
(Economía & Regiones) En la actualidad la economía argentina tiene dos frentes de conflicto abiertos, la negociación (o default) de la deuda con los holdouts y la problemática de sus políticas fiscal y monetaria. El tema de los holdouts es financiero y de corto plazo, pero con consecuencias económicas que afectan al largo plazo. En menos de un mes Argentina debería haber terminado de “arreglar” sus problemas de deuda o, por el contrario, caería en default.
Sin embargo, aún acordando, acatando el fallo de Griesa y pagando, no va a producirse una fuerte oleada de ingreso de capitales inmediatamente. Los resultados de nuestras políticas fiscales y monetarias lo impiden; dado que siguen siendo “el” problema de fondo de la economía.
La política fiscal desmedidamente expansiva con déficits fiscales crecientes, financiados mayormente con emisión monetaria son el origen del escollo; no sólo de la falta de financiamiento, sino también de la pérdida de reservas, la devaluación del peso y la crisis cambiaria. La actual (aparente) estabilidad de las reservas y del tipo de cambio son obra y gracia de las políticas aplicadas por el Banco Central.
El BCRA hizo lo que tenía que hacer: ajustar. El BCRA devaluó, absorbió parte de los pesos que sobraban y subió la tasa de interés comprando tiempo para que el MECON hiciera el ajuste fiscal. Sin embargo, el gobierno incrementó el desborde fiscal que es la madre de todos los problemas macro: los desequilibrios monetarios, cambiarios y la inflación.
En semanarios anteriores explicábamos que el gobierno había acordado en el CIADI y con el Club de París más por necesidad que por convencimiento, sólo para endeudarse y poder sostener su política fiscal expansiva financiada con emisión monetaria sin perder reservas y sin tener que devaluar significativamente el tipo de cambio nominal hasta entregar el poder en 2015.
En este escenario, cuánto más expansiva sea la política de gasto y mayor el déficit fiscal, mayor sería el desequilibrio monetario y por ende se necesitará más colocación de LEBACs y/o más endeudamiento para no perder reservas, no tener que devaluar y así poder entregar el poder en un entorno macroeconómico “tranquilo” a fines de 2015.
Sin embargo, con mayor déficit y emisión monetaria se refuerza el círculo vicioso, porque se necesita más endeudamiento para evitar la caída de reservas y/o la devaluación del peso, pero en realidad es probable que se termine accediendo a menos financiamiento internacional.
¿Por qué? Porque con más gasto, mayor déficit y emisión, más desequilibrio monetario y, por medio de las expectativas, más inflación. Y la inflación es un gran obstáculo tanto para emitir deuda como para atraer IED, porque conlleva necesariamente a la depreciación nominal (el tipo de cambio es un precio más de la economía), atentando contra la previsibilidad de los retornos, los dividendos y la capacidad de repago.
En este marco, el peor escenario para la macroeconomía argentina de mediano plazo sería aquel en el cual la política fiscal expansiva sigue a “todo vapor”, pero la política monetaria prudente de absorción de pesos va perdiendo fuerza paulatinamente.
Un escenario con más política fiscal expansiva pero política monetaria menos prudente y con cada vez más emisión y menos absorción de pesos, conduciría a un paulatino aumento de los desequilibrios monetarios, generando mayores expectativas de inflación y devaluación, más fuertes presiones sobre el dólar paralelo, aumento de brecha cambiaria, pérdida del salario real, disminución de la confianza del consumidor, menos consumo y nivel de actividad; pero más inflación. Menos actividad y más inflación implican mayor estanflación y un mayor deterioro del contexto macroeconómico en el mediano plazo.
Es crucial monitorear en forma permanente tanto la evolución de la política fiscal como la de la esfera monetaria. De acuerdo con nuestro análisis, vemos que el escenario macroeconómico se dificulta en el segundo semestre y la economía se dirigirá lentamente al escenario descripto en el párrafo anterior.
En la esfera fiscal se está dando un debilitamiento de la recaudación en un marco de expansión del gasto, con lo cual el déficit tiende a aumentar. Mayor déficit implica más emisión del BCRA.
Sin embargo, al mismo tiempo que las presiones sobre el BCRA parecen aumentar, la autoridad monetaria parecería estar cediendo terreno en su política de retirar pesos de mercado con lo cual los desequilibrios monetarios, que se habían reducido en el primer semestre, aumentarían nuevamente en la segunda mitad del año.