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EL REVES DE LA TRAMA DEL ACUERDO CON IRAN Por Jorge R. Enríquez


La semana pasada el Senado había aprobado el  acuerdo con la República teocrática de Irán, si bien con una mayoría más ajustada que la que suele exhibir el oficialismo en esa Cámara.
En Diputados el tratamiento fue todavía más "exprés": el martes pasado se emitieron los dictámenes de las comisiones y al día siguiente lo sancionó el pleno.
Ninguno de los discursos de los senadores y de los diputados kirchneristas logró dar una mínima respuesta a los serios cuestionamientos de la oposición. Pero si bastara tomar un indicador que revelara la verdadera naturaleza de este acuerdo, debería acudirse a los propios diarios del régimen iraní.
 En un editorial del periódico "Teherán Times" del domingo pasado, se celebró ese pacto como un gran triunfo del gobierno de Irán y "un golpe contra el sionismo y los Estados Unidos". Asimismo, se señala que "el gobierno argentino se ha dado cuenta de que ha sido víctima de una trama política mucho más compleja y de que la Justicia ha sido influida por grupos de lobby foráneos". En esa misma línea, atribuye la creación de la Comisión de la Verdad a un "claro cambio" en la posición de nuestro país, que habría descubierto ahora que el rumbo de la investigación que lleva a cabo el fiscal, de la que surge la imputación a los funcionarios iraníes, estaba completamente equivocada.
 Por más repulsa que nos causen estos comentarios, ellos ayudan a entender de qué se trata. Ahora es evidente que el gobierno argentino ha renunciado a la búsqueda de la verdad y de la justicia, y que le ha brindado al régimen de Teherán una inesperada vía de escape de su responsabilidad internacional.
¿Cuál es la contraprestación de tamaña generosidad? No se ha dicho, pero puede abarcar desde beneficios económicos hasta un nuevo alineamiento internacional de la Argentina, más próximo al "bolivarianismo" amigo de la teocracia iraní.
 Sería nefasto que nuestro país pasara  a tener alguna inserción internacional,  luego de tantos años de una deriva sin brújula, a través de un alineamiento contrarío a nuestra historia, nuestra cultura y nuestro modo de ser. El gobierno que se jacta falsamente de ser el campeón de los derechos humanos termina abrazado a una dictadura que niega el Holocausto y que mantiene a las mujeres en una condición jurídica inferior.
Frente a tanto despropósito, han pasado a segundo plano las infelices palabras del senador Miguel Angel Pichetto, cuando habló de "argentinos de religión judía y argentinos argentinos", como si hubiera argentinos de primera y de segunda.
Las expresiones de Pichetto deben ser, como lo han sido, severamente censuradas, pero ellas reflejan probablemente la desorientación de los legisladores y funcionarios del kirchnerismo que son obligados a defender lo indefendible. Claro está que ellos aceptan esa subordinación ciega y de tal forma legitiman un sistema cada día más autoritario.