Perdón señor, ¿acá regalan algo?, pregunta una mujer treinteañera, que no entiende a qué se debe la extensa fila de gente que hay un viernes en un local de turismo de un shopping de Pilar a las nueve y media de la mañana, esperando a que sean las diez para que abra.
"Vengo a comprar reales: mañana me voy de viaje con mi familia a Brasil, y los necesito con urgencia, ya que la AFIP no me autorizó nada", le responde el señor de traje y corbata, que vino temprano para poder hacer la operación rápido, de manera de no llegar tarde al trabajo en su último día antes de las vacaciones.
Lo cierto es que en Pilar se formó una City paralela, llena de cuevas que venden blue en distintos locales de los shoppings de la zona o en sus cercanías. La fachada cambia: puede ser una joyería, una agencia de viajes, un negocio de venta de celulares, de ropa de cuero o una inmobiliaria.
"Vengo a comprar reales: mañana me voy de viaje con mi familia a Brasil, y los necesito con urgencia, ya que la AFIP no me autorizó nada", le responde el señor de traje y corbata, que vino temprano para poder hacer la operación rápido, de manera de no llegar tarde al trabajo en su último día antes de las vacaciones.
Lo cierto es que en Pilar se formó una City paralela, llena de cuevas que venden blue en distintos locales de los shoppings de la zona o en sus cercanías. La fachada cambia: puede ser una joyería, una agencia de viajes, un negocio de venta de celulares, de ropa de cuero o una inmobiliaria.
La ventaja es que la competencia es tal que se pactan los mismos precios que con los arbolitos del microcentro, y hasta se pueden conseguir mejores cotizaciones. Además, según El Cronista, están abiertos tanto de lunes a viernes para quienes viven ahí como los fines de semana para los countrystas.
"Hoy tengo que pagarle a los albañiles y me quedé sin pesos, así que vine a cambiar unos dólares que tenía ahorrados, que acá siempre te pagan bien", cuenta un señor cincuentón que está en la fila de otro local esperando a que abra las puertas.
La seguridad es un aspecto predominante en estos centros comerciales: en la mayoría de estos locales se puede ver a un policía sentado en la puerta, vigilando las operaciones. Un símil del que está oculto en la cabina de los bancos. Aunque estos policías están más entretenidos, ya que el movimiento de gente es mucho mayor.
Cuentan en las entidades financieras que en un día ni siquiera llegan a vender u$s 100.000 entre todas sus sucursales, contando tanto las transacciones con dólares, como reales, uruguayos y chilenos.