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Roubini: la crisis de la eurozona está a punto de alcanzar el clímax

Grecia ya es insolvente, Portugal e Irlanda han visto sus bonos degradados a la condición de basura e Italia se enfrenta una presión financiera rampante. Además, España todavía puede perder acceso a los mercados, ya que a sus problemas fiscales y financieros se suma la incertidumbre política. Por eso, Nouriel Roubini se muestra tajante al afirmar que la crisis de la eurozona está a punto de alcanzar su clímax. Frente a ello, el profesor ofrece algunas

Para el presidente de Roubini Global Economics las alternativas a la reestructuración de la deuda griega están desapareciendo rápidamente, ya que un rescate oficial completo del sector público del país por parte del FMI, del BCE y del FEEF sería extremadamente caro y casi imposible desde el punto de vista político, debido a la resistencia de los votantes del núcleo de la eurozona.

Por otro lado, la propuesta francesa de renegociación voluntaria con los bancos impondría a los griegos tasas de interés prohibitivamente altas, mientras que la recompra de la deuda supondría un inmenso despilfarro de recursos públicos, ya que el valor residual de la deuda aumenta al comprarla y eso beneficia a los acreedores más que al deudor soberano. Por eso, Roubini cree que “la única solución realista y sensata es una reestructuración total de la deuda pública griega, en forma ordenada y orientada al mercado (aunque coercitiva)”.

En un reciente artículo publicado en Project Syndicate, el profesor se pregunta cómo es posible reducir la deuda de Grecia sin ocasionar pérdidas enormes a los bancos helenos y a las entidades extranjeras tenedoras de bonos griegos. Su respuesta es “imitar la solución de las crisis de deuda soberana en Uruguay, Pakistán, Ucrania y otras economías emergentes, “donde la refinanciación ordenada de la deuda se caracterizó por la igualdad de valor nominal (los denominados bonos “a la par”), vencimiento a largo plazo (de 20 a 30 años) y una tasa de interés muy inferior a los insostenibles valores de mercado de la actualidad, que sea cercana o incluso menor a la del cupón original”.

“Una extensión de los vencimientos sería un alivio enorme para Grecia, ya que un euro que se adeuda de aquí a 30 años vale hoy mucho menos que el mismo euro adeudado de aquí a un año. Además, dicha extensión resolvería el riesgo de refinanciación durante las próximas décadas”, asegura.

La ventaja del bono a la par es que los acreedores de Grecia (bancos, aseguradoras y fondos de pensión) podrían seguir contabilizando sus bonos griegos a 100 céntimos por euro y se evitarían enormes pérdidas en sus balances. A su entender, esto pondría un límite claro al riesgo de contagio financiero.

Por otro lado, Roubini asegura que para las agencias calificadoras, el intercambio de deuda sería un “evento crediticio” durante un lapso muy breve de tiempo. “El BCE y los bancos acreedores pueden tolerar una descalificación temporal de la deuda griega durante dos o tres semanas”.

COTO AL CONTAGIO

Para Roubini la mejor forma de limitar el contagio financiero sería implementar un plan paneuropeo para recapitalizar los bancos de la eurozona. “Esto implicaría usar recursos oficiales, como el FEEF, pero no para salvaguardar a una Grecia insolvente, sino para recapitalizar los bancos del país (y los de Irlanda, España, Portugal, Italia e incluso Alemania y Bélgica que necesitan más capital). En tanto, es necesario que el BCE siga ofreciendo recursos ilimitados a los bancos con problemas de liquidez”.

En el caso concreto de España e Italia, su receta para reducir el riesgo de presiones financieras es que ambos países sigan con la austeridad fiscal y las reformas estructurales. Además, recomienda que sus títulos de deuda se protejan mediante un paquete más grande de recursos del FEEF o la emisión de eurobonos (o ambas cosas), “lo que sería un paso más en la dirección de una integración fiscal de Europa”.

Por último, asegura que la eurozona necesita políticas para recuperar el crecimiento económico en su periferia y, para ello, dice que el BCE debe dejar de aumentar los tipos de interés. “La eurozona también debe seguir una política que debilite considerablemente el valor del euro y restablezca la competitividad en la periferia. Alemania debería postergar su plan de austeridad, porque que lo último que necesita la eurozona es un drenaje fiscal a gran escala”.

Roubini arremete en el artículo contra la política actual que aplica la eurozona por suponer “un desequilibrio inestable”. “O la eurozona cambia hacia una mayor integración económica, fiscal y política, con medidas que restablezcan el crecimiento y la competitividad (entre ellas reestructuraciones ordenadas de las deudas y debilitamiento del euro) o terminará en impagos desordenados, crisis bancarias y, tal vez, la ruptura de la unión monetaria”.

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