https://mail.google.com/mail/u/0/?ui=2&ik=3ab76eea9c&view=att&th=1648a6d4d6c2fa40&attid=0.1&disp=safe&zw
BYMADATA - Cotizaciones en Tiempo Real | BYMA Bolsas y Mercados Argentinos

Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

LA SEMANA EN POCAS PALABRAS
En la última semana se conocieron estimaciones privadas de la inflación minorista de marzo, las cuales se ubicaron en torno al 2% mensual (21-23% interanual). En particular, el IPC-FIEL aumentó un 2,3%, casi el doble que en febrero (1,2%). A pesar de ello, el indicador creció un 20,5% interanual, evidenciando una nueva desaceleración, tras llegar a experimentar un alza de 24% sobre finales de 2010.
El menor crecimiento interanual del IPC en los primeros meses de 2011 se ubicó en línea con lo esperado, teniendo en cuenta la “llamarada inflacionaria” del primer trimestre 2010. A comienzos del año pasado, durante la salida de la crisis internacional, se observó una fuerte recomposición de los precios de las materias primas a nivel global, acompañada a nivel local por un vertiginoso incremento del precio de la carne vacuna (el precio del kilo vivo en Liniers trepó 45% en sólo tres meses). Estos dos factores difícilmente iban a repetirse en el arranque de 2011, dejando abierto el terreno para una desaceleración de las variaciones interanuales de los precios minoristas.
A pesar de esta esperable moderación en la comparación interanual, varios de los rubros más sensibles al gasto de las familias mostraron un importante repunte en marzo. En concreto, los precios de los alimentos y bebidas aumentaron un 2,8% mensual según FIEL (lo que equivale a un crecimiento anualizado del 40%), sumándose a ello fuertes alzas en Indumentaria (9,6%) y Educación (7,4%), asociadas al lanzamiento de la nueva temporada de ropa y los ya “clásicos” ajustes en las cuotas escolares del inicio de cada ciclo lectivo.
En este marco, ¿hasta cuándo podrían continuar desacelerándose las variaciones interanuales del IPC? Todo indica que el dato de marzo estaría cerca de marcar un “piso” para la inflación del año. Analizando fríamente los números, planilla de cálculo en mano, se observa que tras avanzar a una tasa mensual promedio de 2,5% en el primer trimestre de 2010, el IPC-FIEL pasó a crecer un 1,2% en el segundo trimestre del año pasado. En la medida que los precios minoristas mantengan (como hasta ahora) una variación superior a esa última cifra, en los próximos meses veremos cómo comienzan a acelerarse las variaciones interanuales de las mediciones de precios. Para tener una idea de magnitudes, de mantenerse el ritmo de crecimiento del primer trimestre, la inflación del 2011 ascendería al 24,5%.
Aunque a otra escala, la inflación es un fenómeno que afecta a toda la región, tomándose allí medidas para atacarla. En un contexto en el que la economía global continúa recuperándose a “dos velocidades” (según se trate de economías desarrolladas o en desarrollo), las presiones inflacionarias afectan al grueso del arco emergente. Así, la amplia mayoría de los gobiernos de la región está adoptando medidas fiscales y monetarias para mantener la inflación a raya, cuidando no poner en juego el crecimiento económico (según las proyecciones del FMI divulgadas esta semana, América Latina crecería 4,7% en 2011, con una inflación promedio de 6,7%).
Con la inflación bajo control en la mayoría de nuestros socios comerciales, continuar con una suba de precios local del 20-25% anual resulta insostenible en el mediano plazo. Desde 2007, cuando se instaló en nuestro país una inflación de dos dígitos, el peso argentino fue la moneda latinoamericana que más se devaluó contra el dólar (26%), resultando (a pesar de ello) la que más se apreció en términos reales (26%). Ello refleja que, con la inercia inflacionaria actual, eventuales esfuerzos por mejorar la competitividad cambiaria vía una devaluación de la moneda resultarían “estériles”, si no son acompañados por un set de políticas orientadas a reducir gradualmente la inflación.
En 2011, se cumpliría un quinquenio de inflación promedio del 20% anual, alcanzándose un tipo de cambio real cercano al “equilibrio”. De no ensayarse un cambio de rumbo en la política económica, a partir de 2012 comenzará a transitarse el duro camino de la apreciación cambiaria excesiva, un viejo conocido de la historia económica argentina.