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Informe Económico Semanal del Banco Ciudad 20-1-11: Brasil 2.0

LA SEMANA EN POCAS PALABRAS
La robusta economía brasilera y la fuerte apreciación de su moneda sigue siendo una tabla de salvación para muchos sectores de la industria argentina. El fuerte crecimiento del país vecino en 2010 (6%) y de su industria (10,6%) arrastró a la industria argentina (8,6%). Un dato ilustra el punto: las exportaciones a Brasil explicaron la mitad del crecimiento de las exportaciones industriales argentinas en 2010.
Este informe semanal está dedicado a repasar los principales logros de la economía de nuestro principal socio comercial, los desafíos pendientes y el riesgo que implica para nuestra economía el giro sutil que recientemente ha experimentado su política económica.
Conviene recordar que, aunque comparecieron varias razones, la devaluación brasilera de 1999 fue el preludio de los gravísimos problemas de competitividad que enfrentaría la economía argentina y que, varios años después, culminaron en la mega-devaluación de 2002. Hoy el tipo real de cambio bilateral con Brasil más que duplica al vigente en aquellos años. Se trata de un colchón cambiario impresionante: una devaluación real del peso de 120% que mantiene a flote a muchos sectores.
Pero la competitividad cambiaria es sólo uno de los fundamentos de la competitividad industrial. Un factor importante es el costo del capital, que para muchas empresas brasileras es muy inferior al que deben enfrentar sus pares argentinas. Otro factor clave es la productividad relativa. De allí que la variable cambiaria sea extremadamente sensible a pesar de un punto de partida que, a priori, puede parecer holgado.
La principal herencia económica de Lula Da Silva es una economía en crecimiento con baja inflación. Si se excluye el 2009, el crecimiento promedio fue 4,5% anual y la inflación 5%. El dato más importante y más contrastante con la situación local es que la moderación inflacionaria convivió con un bajísimo desempleo (5,7%).
Pero la estrategia económica de los últimos años consumió dos “colchones” que la flamante Presidenta Dilma Rousseff no tendrá en su gestión. El primero es el “colchón cambiario”. Los márgenes para seguir apreciando el Real se acotaron sustancialmente por los reclamos industriales para evitar mayores pérdidas de competitividad. Esto derivó en un reciente cambio de énfasis en la política económica, que ahora se muestra preocupada por sostener el tipo de cambio, además de la inflación. El segundo colchón es el desempleo, que permitió crecer a buen ritmo con baja inflación a pesar de la baja tasa de inversión (19% del producto).
Sin los márgenes de política económica que supo navegar Lula Da Silva, el desafío estructural de Dilma Rousseff para crecer con baja inflación será –además de mantener ordenadas las cuentas fiscales y la política monetaria- elevar la tasa de ahorro y de inversión. Se trata de una agenda institucional y de política económica sumamente compleja, con escasos réditos políticos de corto plazo.
Por esto algunos analistas consideran que el nuevo gobierno caerá en la tentación de reducir el esfuerzo fiscal y, para sostener el tipo de cambio, relajar las metas de inflación. A nuestro juicio, hay más chances de abandonar el nuevo objetivo cambiario que el viejo objetivo inflacionario. Así lo han demostrado los primeros pasos de Rousseff y del Banco Central.
La pregunta del millón parece ser qué sucederá con la moneda de Brasil, pero la clave está en la inflación local. Todo indica que en el actual contexto no existen márgenes para devaluar el Real. Las medidas recientes para desincentivar el ingreso de capitales no han logrado mover el amperímetro del mercado cambiario, pero la gran apreciación de 2003-2010 tampoco se repetirá. Un ejercicio permite cuantificar la velocidad con la que podría achicarse el colchón cambiario: bajo supuestos razonables, hacia fines de 2011, el tipo real de cambio bilateral con Brasil volvería al mismo nivel que alcanzó a fines de 2008 en medio de la crisis internacional, que aquí gatilló airadas protestas de múltiples sectores industriales.