Mientras en la ciudad de Buenos Aires se desarrolla el 18º Congreso Mundial de Carnes –evento que sólo se realiza en los países reconocidos mundialmente como productores importantes–, la industria frigorífica argentina enfrenta la más dura crisis estructural de su historia.Muchos de los asistentes del resto del mundo se preguntarán cómo es posible que la Argentina –un país de larga historia en la producción ganadera, cuyo emblema y símbolo es el gaucho, que ha desarrollado mejoramientos genéticos de tal magnitud que hoy exporta semen al Reino Unido– haya dejado de atender la creciente demanda internacional de carne vacuna, haya incumplido contratos y prácticamente haya abandonado sus exportaciones. En síntesis, cómo puede estar padeciendo su peor crisis estructural.El discurso sostenido desde el Ejecutivo en los últimos cuatro años ha sido: intervenir en los mercados para abastecer de carne barata a los trabajadores de menores ingresos y hacer de la actividad industrial un conjunto de empresas fuertes para darle sustentabilidad al sistema y a la cadena de ganados y carnes. Con este discurso se intervinieron los mercados de ganado, se presionó a la industria con las “baratas” a cambio de los permisos de exportación, se implementaron los subsidios al engorde a corral y, en resumen, se mantuvo artificialmente bajo el precio del ganado.
El resultado de la política llevada adelante lo ilustran con claridad todos los indicadores sectoriales:
Caída del stock de 15% en tres años (-9.400.000 cabezas);
Caída de la faena anual de 25%;
Caída del consumo por hab/año de 18%;
Caída de las exportaciones de frescos y congelados de 54%;
Aumento del precio del ganado anual de 91%;
Aumento del precio al consumidor de 75%;
Pago de 200% más de subsidios que los animales aportados por los engordadores a corral;
Desaparición de seis mil pequeños productores ganaderos.
Pero el estruendoso fracaso de la política llevada adelante en los últimos cuatro años no se ha cobrado aún con la renuncia del funcionario responsable. A esta altura del actual gobierno, el sector tampoco espera que se produzca ningún cambio, ante la convicción de que dicho funcionario es el mero ejecutor de una política dictada en el más alto nivel de poder de la Argentina. La recuperación de la cadena productiva necesitará por lo menos seis años. Es de esperar que finalmente se inicie la retención de vientres que por ahora sólo se insinúa, en la certeza de que las terneras retenidas este año serán entoradas con quince meses, finalizando la primavera, momento coincidente con el próximo cambio de conducción política y de gobierno.
CÁMARA DE LA INDUSTRIA Y COMERCIO DE CARNES Y DERIVADOS DE LA REPUBLICA ARGENTINA
septiembre 29, 2010