Recientemente se celebró el día mundial del Turismo, una fecha que acompañó la Feria Internacional de Turismo de América Latina que se realizó en Buenos Aires.
Hoy en día el sector turismo representa un 10% de la economía mundial, y se espera que el 2024 deje un aporte de alrededor de 11,1 billones de dólares al PBI mundial, según un informe reciente del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC). Esto significa el desarrollo de más de 300 millones de empleos alrededor del globo. Se trata de una tendencia que viene en ascenso progresivo y que resulta un dato relevante para impulsar nuestra economía.
Sin embargo, estas proyecciones no se replican en Argentina. Si bien a comienzo de año se esperaba un mejor desempeño de la industria del turismo en términos económicos, lo cierto es que las expectativas cayeron y los datos indican que el año cerrará con un fuerte déficit de este segmento. Según el INDEC, en agosto de 2024 ingresaron 418,5 miles de turistas. Siendo, el 70,5% proveniente de países limítrofes mayormente Brasil, que aportó 32,3%; Uruguay, 17,1%; y Chile, 9,9%. Este número representó la pérdida de más del 17% en comparación con el mismo período del año anterior, con resultados negativos desde abril de este año.
Hasta que la Argentina no sea atractiva en términos de conectividad externa e interna, donde los prestadores turísticos puedan competir con precios más adecuados, sin la terrible presión impositiva, no podremos hablar de un crecimiento real.
Estos datos reflejan un impacto directo en la economía y el desarrollo de nuestro país, con una fuerte caída en las oportunidades de trabajo que este segmento provee con un fuerte déficit para el PBI nacional.
Pero el turismo no es sólo desarrollo económico, sino que proyecta múltiples variables. En este sentido, parafraseando las palabras del Director para las Américas de ONU TURISMO, Lic. Gustavo Santos, reflexionó recientemente sobre lo que implica este segmento en el mundo, ante los desafíos actuales que nos plantean situaciones como la pobreza, la disminución de los recursos naturales, la escasez de agua, las desigualdades sociales, la contaminación ambiental, y muchos otros que aquejan particularmente a cada país o región, que además suponen un reto implacable para lograr la paz.
Datos de ONU Turismo indican que, en el mundo casi 1 de cada 4 personas viven en zonas de conflicto, por ello el turismo se convierte en una poderosa herramienta de la paz, porque el turismo se basa en el respeto, la confianza, derriba prejuicios y nos permite acercarnos desde una perspectiva diferente, enriqueciendo los vínculos.
Es por esto que el desarrollo sostenible es el mayor contribuyente para reducir estas causas, y sienta las bases para una paz real y duradera. Sólo logrando esto, es posible obtener los recursos necesarios para que las sociedades puedan crecer y prosperar.
Pero además, el turismo es un vehículo ideal para generar desarrollo e inclusión social, contribuye a la reducción de la pobreza y a la conservación del patrimonio cultural y natural. En este contexto la formación de capacidades, la educación (la profesionalización), la formación continua, junto a la sinergia entre los sectores públicos y privado, son factores claves para promover a través del turismo, una cultura de la paz y el desarrollo.
Nos encontramos en una región distante de los conflictos bélicos, con grandes cualidades y exponentes turísticos para ofrecer al mundo. Es solo cuestión de apostar a su crecimiento y desarrollo para que nuestro país albergue oportunidades para quienes lo habitamos y también aquellos que desean conocerlo.
* Por Mgter. Silvia Ramallo, referente de la Cámara Argentina para la Capacitación Laboral y Formación Profesional, y consultora de CRESCERE TURISMO.