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En medio de desafíos globales, una encuesta advirtió que los jóvenes de todo el mundo tienen la menor fe en la democracia que cualquier otro grupo de edad.
En un mundo repleto de grandes desafíos, desde el cambio climático, inflación, pandemias, pobreza y revoluciones tecnológicas, la incredulidad creciente juvenil por la democracia -que pareciera no saber abordarlos- se solidifica en varias naciones del mundo.
El Barómetro de la Sociedad Abierta (Open Society Foundations, OSF) que estudió la opinión pública en 30 países, elegidos para reflejar la diversidad geográfica, económica y política y con una población combinada de más de 5.500 millones de personas, evidenció esta tendencia.
Con números alarmantes, concluyó que “los jóvenes de todo el mundo tienen la menor fe en la democracia que cualquier grupo de edad, lo que representa una grave amenaza para su futuro”.
Si bien el 86% de los encuestados preferiría vivir en un Estado democrático, sólo el 57% de los encuestados entre 18 y 35 años sentían que la democracia era preferible a cualquier otra forma de gobierno, frente al 71% de los mayores de 56 años.
La prueba más ilustrativa del desprecio juvenil por la democracia la resume una palabra: corrupción. La mayoría cree que el sistema que los gobierna está corrupto, no les responde, no los cuida sino que los engaña.
Inclinación autoritaria
La falta de representación política, las demandas insatisfechas y los turbios gobiernos de los últimos años explican, entre muchos otros factores, la decepción de las nuevas generaciones por su país y su inclinación por líderes conservadores, populistas y autoritarios.
Algo también captado por el estudio. El 42% de los más jóvenes expresaron su apoyo al gobierno militar, frente a sólo el 20% de los mayores. El 35% de ellos sentían que un “líder fuerte” que no celebraba elecciones ni consultaba al parlamento era “una buena manera de gobernar un país”.
Esta circunstancia también se registra en el inevitable ascenso de la extrema derecha en Europa ante el fracaso de los socialdemócratas y liberales ante la inmigración y en los crecientes golpes militares en África Occidental.
El mundo juvenil siente frustración por el modelo político en decadencia. Las nuevas generaciones, huérfanas de representantes, descreen del perfecto funcionamiento de la democracia y sus instituciones; de la prosperidad y su crecimiento; del progreso y su florecimiento. Desconfían del sistema democrático mismo, porque en su existencia no lo vivieron plenamente y padecieron sus fallas.
Un sistema político (teóricamente perfecto), que desde los 90 viene fallando por sus ineptos e irresponsables gobernantes y que ha abandonado y sumergido a la ciudadanía mundial en miseria, pobreza e ignorancia.
Más rebeldes, más inseguros que sus padres, madres lamentan no poder gozar el relativo bienestar o tranquilidad y certidumbre que aquellos disfrutaron druante los albores de la democracia. Entonces, percibiéndose anárquicos, regalan su dictamen a candidatos que prometen revolucionar su país, sin importar el atropello a las instituciones.
Incertidumbre
Asimismo, la encuesta reveló un fuerte apoyo a los derechos humanos, con mayorías de entre el 85% y el 95% en todas las regiones y en todos los niveles de ingresos que coincidieron en que estaba mal que los gobiernos violaran los derechos individuales por motivos de apariencia, religión, orientación sexual o de género. Sin embargo, apoyan a los conservadores líderes populares en auge que ocultan o eluden o simplifican sus propuestas políticas en esos ámbitos.
Otro motivo de la inclinación juvenil hacia el autoritarismo es la inseguridad. Según The Guardian, que pudo acceder al sondeo completo, el 42% de las personas, incluidas mayorías significativas en toda América Latina (74% en Brasil, 73% en Argentina, 65% en Colombia y 60% en México), dijeron que no sentían que las leyes en su país los mantuviera a salvo.
Cómo hablarle a las juventudes? En Argentina millennials y centennials son más del 40% del padrón electoral. Uno de los motivos del triunfo de Milei en las PASO.
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