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Final anunciado

 Pasaron las elecciones y para sorpresa de algunos y confirmación de otros, ganó "la derecha". El grupo perdedor había preparado un gran acto impregnado de nuevas consignas vacías de contenido, similares a las enunciadas a lo largo de la campaña electoral, acompañadas de un refuerzo dosificado de su elemento característico: la soberbia.


Mientras el sector triunfante, que no es precisamente el que tiende a beneficiar a la mayoría del pueblo, realiza acuerdos vinculados al reparto de poder y sus consecuentes negocios, el perdedor intenta desconocer la derrota convocando a no bajar las banderas. En realidad, lo que no quieren perder son sus privilegios en el terreno político-partidario.

Lejos de centrar mi preocupación en lo que se viene a partir del éxito electoral de la "antipolítica", pondré mi atención en los que deberían representar los intereses de una mayoría que una vez más, se refleja minimizada en las urnas. Estos dirigentes, que deberían encabezar una profunda reforma que coloque a los sectores que dicen representar, vuelven a fallar y entregar el poder al enemigo... Porque no es lo mismo perder una elección, que regalarle el resultado al rival.

Lamentablemente, desde hace algunos años, nos limitamos a elegir al “menos malo”. Recordemos que apenas asumió Alberto Fernández, llevado a la presidencia por una "decisión magistral de la estratega sobrevaluada Cristina Fernández de Kirchner”, se encontró con presiones desde adentro y  afuera del gobierno. Su primer error, fue haber aceptado que su candidatura fuera anunciada por su compañera de fórmula. Lo correcto hubiera sido que la información se hubiese dado a conocer en orden invertido. Pero si te "marcan la cancha" desde el principio, difícil será tu gobernabilidad.

Desde el inicio de su mandato, Alberto Fernández debió soportar las críticas y actitudes despiadadas por parte de un muchacho portador de apellido, con muy poca (casi nula) militancia, y enormes ínfulas sin sustento, con reacciones de niño rico caprichoso y una billetera suficientemente grande (la del estado) como para comprar voluntades y torcer perspectivas. No es casual que, en muchos casos, sus militantes más cercanos a la conducción de ese espacio, al decir de muchos compañeros, ingresaran a la actividad político-partidaria por la puerta de un cajero automático. Son estos mismos conductores, los que en 2021 usurparon el poder legítimo de las autoridades del PJ bonaerense, anticipando las elecciones por asalto, con la sola intención de "manejar la lapicera" y armar "la lista ganadora". Pero volvieron a fallar...

Ni se les ocurra pensar que reconocieron el error. Nuevamente volvieron a avisar a los medios de comunicación, a los "que iban para atrás", al presidente de la Nación, y a cuanta excusa pudieran recurrir, con tal de no reconocer la realidad. Intentaron suavizar los motivos de una derrota nunca reconocida.

Recordemos que la última comunicación que tuvieron con el electrodo, fue para repetir la bravuconada: "La damos vuelta". Y entonces salieron a convocar a la militancia, haciendo hincapié en la gesta de otros tiempos. Lástima que no se la convocó al momento de armar las listas de candidatos… Precisamente por eso volvieron a fallar.

La negativa popular de apoyo en las urnas fue interpretada como "un llamado de atención", un "mensaje de la sociedad reclamando la unidad de toda la dirigencia", o "un tirón de orejas" para prestar más atención en el 2023. Lo bueno de estás interpretaciones es la distinta vara que tiene esta gente para medir la respuesta popular.

Cuando Mauricio Macri perdió las elecciones, se dijo que "el pueblo estaba maduro y no se dejaba influenciar por los medios hegemónicos de comunicación ", y que "le había dado la espalda a Macri y toda su dirigencia". Cuando la derrota les pegó en la cara a estos muchachos de La Cámpora, interpretaron que la sociedad les reclamaba "unidad en la acción" y "profundización en las medidas gubernamentales".

¡Cuánta capacidad para hacerse los estúpidos! Es realmente admirable...

Hoy, lejos de considerarse "los padres de la derrota", intentan tomar distancia de este fracaso, para erigirse como los paladines de la recuperación, convocando a la sociedad a encolumnarse detrás de ellos una vez más. Su soberbia les impide reconocer que el pueblo ya habló, y les dijo: “¡No los queremos ver más!”. Por eso, considero que a esta gente no le hace falta un baño de humildad, sino de realidad. Viven en un mundo paralelo, creyendo que tener memoria es vivir atados a un pasado ajeno, pero rodeados de comodidades y privilegios.

Se dicen herederos, pero no saben de quiénes.

Un día detestan al peronismo, olvidando homenajear a sus líderes (Perón y Evita), y otro día se apoderan de su estructura política. Otro error, fue sacar a los movimientos sociales de las calles, lo cual nunca sucedió porque siempre quedan algunos heridos afuera, y colocarlos en despachos ministeriales, para lo cual no estaban preparados. Los dirigentes de estas organizaciones sociales, aprovecharon para acrecentar sus cajas, y presionar había arriba y hacia abajo. Amparados en las necesidades que les dieran origen en otros movimientos, le generaron al presidente de la Nación más de un dolor de cabeza. La angurria desmedida e incontrolable de estos oportunistas, provocó la renuncia de dos ministros de Desarrollo Social y el alejamiento de muchos intendentes, que reclamaban sentirse "salteados" por estos personajes, al momento de "bajar los recursos al territorio". Habiendo sido ellos quienes le habían dado el apoyo político a Alberto Fernández para su arribo a la Casa Rosada, se encontraban ahora sobrepasados por los nuevos socios del poder gubernamental.

Apenas asumieron estos corta rutas, mostraron la hilacha. Se descubrió que vendían los útiles escolares que el MDS entregaba gratuitamente. Pero todo se tapó, en nombre de la pacificación. Luego, en plena pandemia, en Avellaneda fueron de invitados por cobrarle a los vecinos por la provisión de los alimentos enviados por el MDS. Tuvo que ir el Ejército Argentino a cumplir con esa tarea, para garantizar la distribución real y gratuita.

Pero nunca pasa nada con los corruptos. Los intendentes tampoco fueron solamente perjudicados… La obra pública compensaba la intercepción de recursos que les propinan los movimientos sociales, aunque a veces se tenían que sentar a “negociar” con ellos. En una ocasión, Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora, reconoció que vivía en Puerto Madero porque en su municipio había mucha inseguridad. Rápidos de reflejos, sus compañeros le exigieron que “aclarara” eso y se desdijo enseguida. Pero no es el único intendente del conurbano bonaerense que vive en la CABA.

Otro sector que entró en la escena, sin poner en riesgo sus privilegios, fue el de los sindicalistas. Eternos e irreemplazables, más cercanos a las empresas que a los trabajadores, se preocuparon por obtener fondos para las obras sociales que ellos mismo manejan, y dejando en un segundo plano la escala salarial. Resulta trágicamente cómico ver la reunión de la mesa nacional de la CGT, con ancianos atornillados en sus asientos, rodeados de patotas descerebradas y hablando de los trabajadores desde una distancia tal, que resalta su falta de pertenencia. Y en cada reunión se tomaban medidas "drásticas" como por ejemplo "planificar una nueva convocatoria para dentro de seis meses, para evaluar la posibilidad de realizar una medida de fuerza seis meses más tarde”.

Lo bueno fue que esta parsimonia les permitió dedicarse a otros menesteres. Por ejemplo, ser presidentes de clubes de fútbol o integrantes de sus consejos directivos u ocupar cuerpos legislativos. Por supuesto, sin renunciar a ningún cargo y haciendo acumulación de ellos y sus beneficios.

Supongo que este sector está compuesto por "seres iluminados" que deben sacrificarse por estar rodeados de ignorantes. ¿O me equivoco? Cuando miro la mesa de la CGT, no puedo dejar de observar que en ella hay más dinero que en la de la UIA.

La respuesta ante este cuestionamiento es la victimización. Dicen que "les molesta que un trabajador, un pobre, un negro, tenga un estilo de vida propio de un millonario". En realidad, lo preocupante es que no puedan justificar el origen de sus riquezas. Para esto también tienen respuesta. Dicen que habría que ir a preguntar a las familias más acomodadas del país, cómo hicieron para acrecentar sus fortunas. Esto los coloca en un mismo plano, pero lo dicen sin ponerse colorados.

Y los gobernadores, ayer despreciados y maltratados por CFK, hoy realizan enormes esfuerzos por sostener un poder territorial que les permita negociar con el próximo gobierno. La derrota no fue una sorpresa para nadie. Por eso, muchos gobernadores e intendentes regresaron prontamente a la seguridad de sus distritos, para no quedar "pegados" al gobierno saliente. Ya era sabido que la hora de huir había llegado.

Podríamos vivir esta derrota electoral como un fracaso. Pero los verdaderos peronistas, acostumbrados a las grandes gestas, lo vemos como una nueva posibilidad de reflotar nuestro movimiento.

 

(*) Horacio Orellana es referente del Frente Social Eva Perón.