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Un contraste argentino: el mejor vino del mundo con menores ventas a ese mundo

 Los extraordinarios triunfos argentinos que se han dado entre los vinos y las bodegas más prestigiosas del mundo esta semana en España, entre ellos, el primer lugar, con Catena Zapata, contrastan con la fuerte caída de las exportaciones en lo que va del año, un dato ya oficializado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Según el organismo, se han vendido 45 millones de litros menos que el mismo período del año anterior. En esa línea, un estudio privado –el que habitualmente realiza el IERAL, monitoreando la marcha de la actividad madre de la provincia, la que le ha dado su fama mundial, más su reputación al más alto nivel por el enoturismo que ha logrado desarrollar– ha puntualizado y significado ese quebranto de 21 por ciento menos en comparación con el 2022.

Estos premios, como el primer lugar de Catena Zapata en esa competencia internacional, más el noveno, que alcanzó Salentein; el décimo, de El Enemigo; el duodécimo, de Durigutti, y el quincuagésimo, de Diamandes, entre los más sobresalientes de un listado de entre cien bodegas y vinos más exclusivos, “nos ha puesto en la vidriera internacional”, reconoció este jueves el enólogo y empresario vitivinícola Alejandro Vigil, consultado por LVDiez. Pero así también reconoció las dificultades por las que atraviesa el negocio para el producto argentino, que tiene que lidiar con desventajas en la competitividad, costos desproporcionados y un tipo de cambio desfasado. Sin embargo, Vigil, como tantos otros, ha preferido tomar la mitad del vaso lleno y desde ahí analizar el potencial mendocino: “Tenemos la cordillera de los Andes, con vinos de altura exclusivos y un enoturismo tan desarrollado que supera el de algunos países europeos, como España, donde recién es incipiente”, prefirió comentar entre lo bueno y lo malo, o entre las contradicciones que ofrece la coyuntura.

Así y todo, es más que interesante concentrar el estudio de la situación partiendo del trabajo del IERAL, publicado algunas semanas atrás. El informe asevera que se está ante menos exportaciones y consumo, un fenómeno que atraviesa a todos los países productores y competidores de Argentina, aunque con una afectación disímil para cada uno. Como era de prever, en ese contexto de cierta crisis internacional, lo peor se lo lleva nuestro país, junto con Chile y otras industrias del nuevo mundo.

La caída en las exportaciones tiene, al menos, un par de razones claras y objetivas, para el IERAL. En primer lugar, los mayores costos y, en segundo, la disminución de la cosecha por dos años consecutivos. Y si bien la facturación fue menor en volumen, no lo fue así en cuanto al precio. Se vendió menos a un precio mayor; y aunque el precio aumentó en dólares, ese incremento estuvo por debajo de la inflación en Estados Unidos, advierte el estudio. La radiografía refleja que la caída en la exportación de varietales (malbec y otros) resultó ser de 15 por ciento, pero de 13 por ciento más en dólares que el período anterior; de 41 por ciento menos de exportaciones en el vino a granel, con un 9 por ciento más en dólares y de 68 por ciento menos de ventas de mosto, pero con 27 por ciento más en dólares.

El IERAL recuerda que el consumo mundial de vinos está estancado. Esa razón ha llevado al comercio global a bajar los precios para buscar un aumento en las ventas y a no bajar el ritmo de las importaciones que, para lamento de los argentinos y mendocinos, no impactó positivamente en la industria, sino, por el contrario. Es evidente que el comercio mundial o los países importadores prefirieron otros productos a los argentinos, en un contexto donde el precio bajó para todos. Y fue allí en donde el vino nacional perdió competitividad.

La preocupación por la caída del consumo y de las ventas al exterior ha contrastado evidentemente con los premios. ¿Significa eso que el sector ha visto compensada la situación? Para algunos, sí, pero, para otros, el quebranto constante es de tal magnitud que sólo ven nubarrones que pasan de grises a negros en el horizonte. Tanto unos como otros coinciden en las expectativas puestas en el próximo gobierno, al que imaginan devaluando la moneda y conseguir así una divisa que ubique a los vinos nacionales en la línea de competencia, donde están los grandes jugadores, como Francia, Italia, España y otros. Aunque lo más sensato, advierte el IERAL, sería lo que esperan y necesitan todos: una serie de medidas que estabilicen la economía con profundas reformas de fondo, con menos inflación, más inversiones junto con la importación de bienes de capital y de tecnología, que mejore la competitividad y aumente la productividad.



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