El mayor peligro está en la tendencia de contratarlos muy a corto plazo, compulsivos y con tipos altos
La subida de tipos no está haciendo mella en la intención de pedir préstamos para consumo. De hecho, pese a que se disparan los intereses en todos sus tramos, el porcentaje de los consumidores que manifiesta tener intención de pedir un préstamo en los próximos seis meses se sitúa en máximos.
Así lo expone el 32,3% de los consumidores, según las cifras publicadas en el último barómetro publicado por la asociación de usuarios financieros Asufin.
"Vemos una evolución decididamente al alza. Es cierto que la tasa de crecimiento es inferior a otros años, pero este crecimiento acumulado conlleva que desde junio del 2020, momento muy marcado aún por la pandemia, a junio de 2023, se haya pasado 14,2% al 32,3%", señalan.
¿Y por qué la importante subida de tipos de interés, que se traslada a los préstamos al consumo, no lleva aparejada un descenso en las peticiones? Apuntan a razones como la mayor importancia de otras circunstancias económicas, como puede ser la inflación, que se han pospuesto decisiones de financiación en años precedentes o que existe un trasfondo o percepción de una buena situación económica presente, pero también futura.
Desde la asociación subrayan que un indicativo bastante claro de la propensión a pedir un préstamo en estos momentos es el cambio de opinión a favor de contraer mayor deuda, hasta en el 23,8% de los casos, un porcentaje ligeramente superior al del año pasado, que se quedó en el 23,2%. En el lado contrario, quienes cambian de opinión y piensan no pedir ese préstamo con el que contaban, pasan del 2,5% del año pasado al 2% presente.
Y todo esto en un momento en el que el precio de los préstamos a corto y largo plazo se ha disparado. En concreto, a corto plazo (de 1 a 5 años) lo hace hasta el 13,17%, más que el 10,43% de hace un año. En el largo plazo la subida es importante, pero más moderada, elevándose hasta el 11,46%, frente al 10,06% del junio del año pasado.
"Todo esto está llevando a un cambio estructural muy relevante: si hace tres años, los préstamos a largo plazo eran los más caros, y esta tendencia se mantuvo hasta junio de 2021, ahora ocurre lo inverso, con una espectacular alza de la categoría de préstamos en la que precisamente están los más contratados de estos tres últimos ejercicios, los de corto plazo", añaden.
LOS PRÉSTAMOS PRECONCEDIDOS ESCONDEN MAYORES COSTES
Aunque se produce una subida en todos los plazos, si consideramos la naturaleza de las entidades, el resultado es desigual. La subida más elevada se produce en los Establecimientos Financieros de Crédito (EFC) y, en concreto, en el corto plazo que, con una media del 17,42%, supone una subida respecto al 11,59% del año anterior, situándose a un nivel similar al de tarjetas de crédito. En el largo plazo, la subida es importante pero inferior, al pasar al 13,13%desde el 10,86% de hace un año.
Mientras, los bancos también elevan su financiación, tanto en el corto como en el largo plazo. A corto plazo, el coste medio es del 12,16% por encima de hace un año, cuando su coste medio era del 11,43%. En el largo plazo, el coste es del 11,43% con una subida respecto al 9,01% de hace un año.
Por otro lado, la subida de tipos ha llevado a cambios en los préstamos preconcedidos, aquellos que ofertan los bancos y EFC a sus clientes para incentivar su contratación bajo el reclamo de una fácil concesión.
Si en el año anterior eran notablemente más caros en el plazo de 1 a 5 años, este margen se ha estrechado. En 2023, la diferencia es notablemente menor, siendo la TIN del 12,95% en préstamos globales preconcedidos frente al 11,85% en el total y un 15,32% en su TAE en los preconcedidos frente al 14,74% TAE de todos los préstamos.
"La existencia de un mayor margen en TAE que en TIN también denota que en estos préstamos se incluyen mayores costes como comisiones de apertura o estudio o incluso la contratación de seguros", aseguran.
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