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No se entiende

 Cristina quiere evitar el costo de subir y bajar candidatos y pretende que la interpreten. Una idea que puede funcionar en la China maoísta, pero que en el peronismo de asado y vino tinto produce las confusiones fenomenales que se observaron en el fallido lanzamiento de la fórmula Wado-Manzur.


La crónica de esa creación sirve para entender todo lo que funciona mal en el peronismo, que es básicamente el problema de una jefa que no quiere pagar más los costos de ser jefa, pero quiere seguir siendo jefa.


Manzur la fue a ver al Senado y le pidió permiso para ofrecerle a Wado que sea su vice. "Yo no puedo bajar a Wado", le contestó Cristina. El tucumano entendió lo que había que entender y le preguntó si estaba de acuerdo que armen una fórmula. Cristina le contestó que le parecía bien, que prueben, que tenían méritos para intentarlo.


El tucumano fue a ver a Wado y le propuso ser su vice. "¿Lo hablaste con Cristina? Porque yo voy a hacer lo que diga Cristina", le contestó Wado. "Sí, lo hablé, está de acuerdo", fue la respuesta obvia de Manzur.


La fórmula se filtró a los medios y el peronismo estalló. Massa entró en el mutismo que sólo aplica en los momentos de tensión extraordinaria y los gobernadores armaron una delegación para ir a Buenos Aires a indagar porque se habían vuelto todos locos -y lo más grave- sin avisar.


"Si ya arreglaron avisen, yo no voy a acompañar esa fórmula de diez puntos", se indignó un gobernador que no puede creer que lo anunciado sea producto de una mala praxis. Tiene que haber algo más. No se trata de una amenaza en el aire. Larreta habla con casi todos los gobernadores peronistas.


"Mi candidato no es Scioli, mi candidata es Tolosa", les dijo Alberto Fernández a Gerardo Zamora y Raúl Jalil, en el almuerzo de tres horas que compartieron en la Casa Rosada, contribuyendo con entusiasmo a la confusión general. De ahí la fueron a ver a Cristina. Y la fórmula anunciada quedo semi confirmada, semi desarmada.


Se vivieron escenas insólitas, como el viaje a Buenos Aires de toda la primera línea del peronismo tucumano para ser parte de una celebración que nunca llegó. El festejo por redes de una fórmula que nunca se confirmó.


Los gobernadores quieren que se baje Scioli para armar una lista de unidad, que deberían encabezar Axel Kicillof o Sergio Massa.


Bajar a Scioli, subir a Massa o Kicillof, acomodar a Wado , darle algo a los gobernadores, entenderse con Alberto, son todas decisiones que al final del camino terminan en el despacho de Cristina. Por una sencilla razón: es la dueña de la porción más grande de votos del peronismo. Por eso, sigue siendo lo más parecido a una jefa nacional de esa fuerza fragmentada.


Bajar a Scioli, subir a Massa o Kicillof, acomodar a Wado, darle algo a los gobernadores, entenderse con Alberto, son todas decisiones que al final del camino terminan en el despacho de Cristina. Por una sencilla razón: es la dueña de la porción más grande de votos del peronismo.


Los cierres de listas tienen una lógica binaria: Como no hay lugar para satisfacer todas las ambiciones, alguien tiene que ordenar, bajando y subiendo candidatos. Ese es el rol indelegable del jefe político. Lo hacen los intendentes, lo hacen los gobernadores, a ella le toca a nivel presidencial.


"Cristina se saca cuando le recuerdan que ella tiene la culpa de haber elegido a Alberto y ahora no quiere cargar con el costo de poner o bajar candidatos", explicó a LPO un dirigente que suele visitarla. Por eso, aparecen los gobernadores en escena. Para que sean ellos los que convenzan a Alberto que hay que bajar a Scioli, para abrir una negociación que entregue una lista de unidad. El mecanismo es tortuoso y casi no queda tiempo.


La mesa chica del extinto Frente de Todos era simple: Cristina, Alberto y Massa, en consulta con gobernadores y la CGT. Ese mecanismo voló por el aire. Massa propuso recrearlo para este momento. No tuvo éxito. El desorden que se observa por estas horas es producto de la desaparición de ese dispositivo. El peronismo no tiene un espacio para hacer el clearing del poder. Hay muchas ventanillas desarticuladas y la gerenta general pide que la entiendan sin hablar. Pide comprensión de textos pero a nivel telepático.


Entonces, la pregunta obvia es: ¿Dejó correr la fórmula Wado-Manzur para que los gobernadores, Scioli, Massa y Alberto reaccionen? ¿O es su apuesta real, pero quiere testear si mide, hasta donde llega? ¿Será verdad que rompió un acuerdo que Massa y Máximo habían empezado a trabajar en su gira por China?


Las preguntas que recorren por estas horas el peronismo son una descripción de lo que falta: conducción política. No es la muerte de nadie. A lo sumo perderán otra elección, pero como son Gobierno, el riesgo es la economía que no está para aguantar más sobresaltos. Massa intentó despejar esa incógnita filtrando que más allá del cierre de listas seguirá en el Palacio de Hacienda. No es lo que decía hace unas semanas cuando advertía que no iba a quedarse como rehén de una interna que nunca compartió.


El cambio de postura de Massa sugiere que todavía no vimos el último capítulo de este cierre. Por empezar, Alberto fiel a si mismo, ya tomó distancia de Scioli y propuso muy suelto a los gobernadores que armen juntos una fórmula encabezada por Massa. Es posible entonces que hayamos presenciado el cierre, antes del cierre. 


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