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La política le traslada sus conflictos a la gente

 Psicólogos que le cuentan sus traumas a pacientes angustiados, en lugar de solucionar u ofrecer soluciones a los graves problemas que aquejan a la sociedad 

La dirigencia política argentina ha decidido invertir términos y subvertir funciones. Candidatos y dirigentes de los principales espacios se empeñan en trasladarle sus propios conflictos a la ciudadanía en lugar de solucionar u ofrecer soluciones a los graves problemas que aquejan a la sociedad. Psicólogos que le cuentan sus traumas a pacientes angustiados. 

Esa anomalía (una más de tantas en estos años) que expresa el funcionamiento político e institucional del país, adquirió esta semana niveles extremos en la principal coalición opositora. Seis días de disparos en la plaza pública a punto de terminar en el punto de partida, con un tendal de heridos graves. En primer lugar, la marca de Juntos por el Cambio.

El pretendido Frente de Frentes (FDF), fruto de una alianza entre JxC y el peronismo no kirchnerista del cordobés Juan Schiaretti, está a punto de recibir el acta de defunción antes que el certificado de nacimiento. Solo falta oficializar que habría sido un experimento nonato.

Así lo reconocen varios de los principales impulsores de ese acuerdo. “Está terminado. Caído”, fue el lapidario y sombrío mensaje que transmitió ayer al mediodía uno de los impulsores por el lado peronista de ese intento de convergencia, después de hablar con la sede central de Córdoba. Tras esas tres palabras lapidarias, recibió la orden de avanzar en el armado de candidaturas por un espacio peronista no kirchnerista sin aliados cambiemitas. El propio Schiaretti se apuró a decir que él seguía siendo candidato a presidente. Y agregó: “A mí me vinieron a buscar, yo no fui a buscar a JxC”.

El mismo final de juego comunicaron a LA NACION tres altas fuentes de los sectores cambiemitas que fogoneaban esa ampliación. Tanto el sector de Horacio Rodríguez Larreta como los radicales que lidera Gerardo Morales exploran ahora otras alternativas, en las que dan por descartada la posibilidad de inscribir dentro de cinco días una alianza con el peronismo schiarettista.

El acuerdo alcanzado ayer entre los precandidatos amarillos Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich para habilitar el ingreso del liberal José Luis Espert fue la vía de escape que encontraron para salir del paso y construir la apariencia de que todo podría terminar “sin ganadores ni perdedores”. Pocos lo creen.

El equipo de Rodríguez Larreta presenta la inclusión “sin condicionamientos” del economista como un triunfo ante las restricciones y negativas que había expuesto el eje Bullrich-Mauricio Macri. La precandidata y el expresidente condicionaban el ingreso de Espert a que no fuera postulante a la presidencia. Lo consideraban un ardid larretista para robarle votos a Bullrich y ahora lo presentan como una concesión menor, a cambio de un logro mayor. Cuestión de perspectivas.

Rodríguez Larreta fue aún más lejos. En conversaciones privadas negó haber sido el impulsor de una coalición como la que Schiaretti y Morales publicitaron.

“Yo nunca hablé del Frente de Frentes. Eso lo propuso Schiaretti y se potenció con el anuncio público de Gerardo. Yo expresé la voluntad de sumar aliados y darle más volumen a JxC. Nada más. Y la voluntad de converger con Schiaretti sigue estando. Pero hoy una coalición resulta casi imposible que se resuelva antes del cierre de alianzas del próximo miércoles”, se le escuchó decir ayer a Larreta. Nada que dejara conformes a sus interlocutores frentistas.

“Tampoco nunca hablé con Schiaretti de que fuera mi candidato a vicepresidente”, aclaró, para no ahondar agravios ni abortar eventuales acuerdos posteriores. La expectativa de un entendimiento antes de las PASO sigue abierta en el larretismo. No será fácil. Las heridas están demasiado abiertas.

Por otra parte, el Macri-bullrichismo, los radicales enfrentados con Morales y, en particular, los cambiemitas cordobeses remarcan que no hay equivalencia entre la defunción del nonato FDF (que ellos celebran) y la membresía otorgada al liberal (de la que se ufana el larretismo).

JxC, escorado a la derecha

Parece difícil competir contra ese verosímil. Más cuando ahora JxC queda más inclinado hacia la derecha liberal que hacia el centro, al menos hasta que aparezca alguna sociedad impensada que lo compense. Buena parte del radicalismo, los sectores más moderados del Pro, los seguidores de Elisa Carrió (antibullrichistas viscerales) y varios peronistas no kirchneristas oscilan ahora entre la decepción y la bronca.

Los schiarettistas no ocultan su malestar con la situación que para ellos es un desenlace sin posibilidades de resurgimiento inmediato. La elección de Córdoba, el día después de la presentación de las candidaturas nacionales, fue uno de los obstáculos originales y sigue siendo uno de los conflictos que impidió (o sirvió para impedir) el Frente de Frentes.

El minué dejó al gobernador en la obligación de reafirmar identidad y su candidatura presidencial para no afectar a sus candidatos provinciales, así como dejó trascender críticas que golpean en la línea de flotación del jefe de Gobierno porteño.

“No tuvo vocación ni aptitud para liderar una propuesta que desafiara la jefatura de Macri y enfrentara al ala dura amarilla”, decían ayer de Larreta los aliados del cordobés, sin poder ocultar su enojo. Curiosamente, es lo mismo que le cuestionaron otros cambiemitas cuando después de las elecciones de 2021 el alcalde resignó apropiarse del triunfo en la provincia de Buenos Aires por considerar que era prematuro. El timing es un atributo que no le atribuyen.

El acuerdo para la incorporación de Espert y la reunión ayer en Mendoza con el candidato a gobernador Alfredo Cornejo –confeso bullrichista y antigerardista (no confundir con antimoralista)–, tres días antes de la elección mendocina, le permitieron a Larreta “alegrar el luto”, como decían los españoles.

También el jefe de Gobierno ofrece como muestra de una supuesta mejora en las encuestas la recepción que le dedicó la semana pasada el gobernador radical de Corrientes, Gustavo Valdés. El mismo que hasta hace nada decía sin muchos reparos que Larreta tenía que deponer su aspiración presidencial para encolumnarse detrás de Bullrich.

El problema es que sus adversarios se empeñan en iluminar los avisos fúnebres del FDF que incluyen fingidas condolencias dedicadas a sus deudos, entre los que el apellido Larreta aparece subrayado. Para peor, los comicios de Córdoba, el 25 de junio, no pronostican buenas noticias para el alcalde porteño.

Si triunfa el candidato de Schiarettti, Martín Llaryora, sobre el postulante de JxC, Luis Juez, como se pronosticaba, ya antes de esta semana desquiciada, los cambiemitas cordobeses lo culparán de la derrota. Si se diera el resultado contrario, festejarán el triunfo con Bullrich y Macri. La república cordobesa no le daría visa a la comitiva larretista.

En medio de la tempestad de esta semana, Elisa Carrió agregó una dosis de rayos sobre todo JxC, aunque solo pretendiera apuntar al eje Macri-Bullrich. Las aterradoras intenciones que les adjudicó en nada difieren de las gravísimas acusaciones que lanza el kirchnerismo. Por algo la llaman “El huracán Lilita”.

“Ese espacio liderado por Macri […] va por un ajuste muy brutal sobre las clases medias”, con “orden represivo en las calles”. Los Kirchner, Andrés Larroque y Aníbal Fernández no podrían haber expresado mejor lo que ellos piensan.

Aportes del oficialismo

No parece sencillo compensar tanto ruido, pero el oficialismo se resiste a ceder el centro de la escena. La sucesión de frases que se dispararon desde lo alto varios de los más prominentes dirigentes del FDT aportaron al desasosiego social. Más psicólogos que le cuentan sus pesadillas a pacientes con ataques de pánico.

El presidente Alberto Fernández se autoensalzó con expresiones que solo repusieron sus recientes objeciones éticas a Cristina Kirchner, mientras insiste con presentar más de un precandidato oficialista en las PASO contra la posición del eje Kirchner-Massa, al que se vieron obligados a sumarse la mayoría de los gobernadores peronistas. En el Gabinete, los neutrales que quedan auguran una disputa sin fin. Fernández no para de trabajar por la postulación de Daniel Scioli.

La massista titular de Diputados, Cecilia Moreau, a su vez, advirtió: que su jefe “está harto de sostener la estabilidad”, mientras otros dirigentes del Frente de Todos “juegan a la interna con soldaditos de cartón”. Y agregó: “Me alarma que funcionarios, sobre todo el embajador en Brasil, no se estén ocupando de conseguir inversiones [...]. Me parece irresponsable que [...] estén discutiendo candidaturas”. Sin sutilezas.

El clamor de los gobernadores por un candidato único procura tranquilizar al massismo para evitar contratiempos anticipados. Una forma de allanar el camino para que el partido de Massa reafirme este fin de semana su pertenencia al FDT, sin adoptar compromisos que aseguren la candidatura sin competencia del dueño de ese espacio. Nadie quiere comprometerse antes de tiempo. Queda

El ministro de Economía tiene demasiadas pruebas decisivas por superar antes del cierre de listas, el 24 de junio, y no asoman elementos para sostener su optimismo. Aunque baje unas décimas, el índice de inflación reflejará la crítica situación, mientras el Fondo Monetario desalienta ilusiones sobre auxilios salvadores.

Las soluciones para las angustias sociales siguen haciéndose esperar, mientras la dirigencia política le transfiere a la ciudadanía sus propios problemas, que es incapaz de resolver.

Claudio Jacquelin