por Enrique Guillermo Avogadro
“El miedo mata más personas que las guerras”. George Patton
El estruendoso silencio del kirchnerismo ante el último manotazo de ahogado perpetrado por Sergio Massa que, al incluir el mítico Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), detonó una centrífuga sangría de votos del Frente de Todos (FdT), prueba que el terror a que todo explote antes de las PASO supera a la repugnancia que siente ante la sopa de sapos que está obligado a deglutir, y de la cual el arreglo con el FMI es un ingrediente esencial. Fue habilitado por un ilegal (porque el Congreso está funcionando) y sospechado de corrupción decreto de necesidad y urgencia del autopercibido Presidente.
Si bien el FGS es nada más que una entelequia, puesto que el pago de las jubilaciones y pensiones no depende de él sino del Tesoro, tiene un valor simbólico y universal mucho más fuerte que el que tuvieron las AFJP’s, antes del saqueo que concretaron Cristina Fernández y Amado Boudou sobre sus activos, en dinero y acciones; con éstas en sus manos, pudieron sentar a sus más fieles cómplices en los directorios de las grandes empresas.
Por la reacción de los mercados, medida por el fuerte aumento del riesgo-país y más allá de la favorable acogida que tuvo el zarpazo entre los bancos por el buen negocio que significó para ellos (otro sapo sumado a la sopa), no parece que el nuevo conejo salido de la galera de Massa tenga una razonable expectativa de vida; mucho menos en medio de la tormenta que se ha desatado en el mundo por la caída de grandes bancos en Estados Unidos y Europa, que no tiene visos de escampar a corto plazo.
En cambio, sí podemos tener la certeza de que las esperanzas del Ministro de Economía de ser el candidato de un FdT hipotéticamente unificado, ya naufragaron sin remedio y hasta el círculo infernal de los empresarios “expertos en mercados regulados” lo ha abandonado. Los 800.000 nuevos jubilados sin aportes logrados por La Cámpora no podrán compensar el drenaje que la pesificación forzada de los bonos producirá sobre las voluntades que acompañan al kirchnerismo, ya escasas como probó la pérdida de 40% de los votos entre 2019 y 2021. Creo que ese casillero será ocupado por el optimista Daniel Scioli, otro sapo difícil de digerir pero siempre disponible para cualquier derrota.
El imparable derrumbe del poder adquisitivo de nuestra moneda encenderá nuevas llamaradas cuando se difunda el índice de precios del corriente marzo, que ya todos imaginan más cerca del 8% que del 7%. ¿Hasta cuándo resistirán los sectores más pobres el feroz impacto de la inflación?, ¿seguirán las masas calladas frente a la miseria creciente?, ¿en qué se han transformado las raídas banderas de la justicia social que el peronismo enarbolaba?, ¿con qué falso relato intentará seducir a la ciudadanía, harta de la inseguridad, de la corrupción y de la falta de futuro? Hoy, en la Argentina, es difícil que los votos acompañen al oficialismo tan sólo porque Néstor Kirchner pudo hacer populismo con dinero, tanto como que la actual fidelidad al peronismo se sustentara en las máquinas de coser y en las bicicletas que regaló la Fundación Eva Perón a sus abuelos.
La tristeza, la soledad y la finitud de Cristina Fernández se agravaron esta semana por la deserción de varios aliados, que deja a sus súbditos en minoría en la crucial Cámara alta. Ya no resulta segura para ella la protección de los fueros a los que accedería de resultar electa Senadora en noviembre, como bien puede explicarle Julio de Vido, que fue preso tan pronto le soltó la mano. ¿Escuchará el aún nonato operativo clamor de quienes pretenden que vuelva de su histérico renunciamiento a ser candidata a algo?, ¿optará, quizás, por postularse a la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires?
En medio de la desolación que hoy muestra el FdT, derivada del famoso apotegma que dice que “el peronismo te acompaña hasta la puerta del cementerio pero no se entierra contigo”, y dando imprudentemente por sentado que, como consecuencia, Juntos por el Cambio (JxC) ganará la Presidencia, cabe centrar nuestra atención en la esencial Provincia de Buenos Aires. No sólo se trata de la región con mayor y más salvaje concentración de pobreza e indigencia y el gran mercado del narcotráfico (sin olvidar que Rosario sigue batiendo records de muertos por la violencia asociada), sino que es el territorio soñado por el kirchnerismo para reunir a la tropa para la resistencia al próximo gobierno nacional.
Si JxC no consigue unificar una lista a Gobernador con La Libertad Avanza, el espacio del creciente Javier Milei, y dado que allí se gana por un solo voto, es altamente factible que el FdT pudiera lograr la victoria, sea con un reelecto Axel Kiciloff, sea con Cristina Fernández como candidata, con el enorme peligro que, para la gobernabilidad de los próximos cuatro años, eso significará. ¿Es inimaginable que, ante el inevitable ajuste de la macroeconomía que deberá poner en marcha quien resulte elegido Presidente, sean fogoneadas acciones violentas, como saqueos, apedreamientos, cortes de rutas, huelgas salvajes, etc.?
La historia grande de la Argentina no perdonará a quienes, por mirarse exclusivamente el ombligo, permitieran que tamaña catástrofe se hiciera realidad, justo cuando parece probable que podamos dar vuelta a nuestra prolongada decadencia nacional, aunque el camino resulte doloroso y empinado y el horizonte esté aún muy lejano.