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Volkswagen, vinculada a Xinjiang, se une al boicot contra Twitter por la postura de Musk sobre la libertad de expresión

 Volkswagen ha anunciado que ha suspendido los anuncios en Twitter en respuesta a la promesa de Elon Musk de hacer de la plataforma de medios sociales un hogar para la libertad de expresión.

El mayor fabricante de automóviles de Europa, que fue fundado en 1937 por el Frente Obrero Alemán bajo la dirección del Partido Nacional Socialista de Adolf Hitler, ha suspendido la publicidad en Twitter esta semana tras los planes de Elon Musk de suavizar la censura de la “moderación de contenidos” que se ha convertido en un sello distintivo del sitio de microblogging en los últimos años.

El Grupo VW, que también es propietario de Audi, Bentley y Porsche, y por tanto un importante competidor de la Tesla de Musk, dijo en un comunicado recogido por Tagesspiegel que ha “recomendado a sus marcas que pausen sus actividades de pago en la plataforma hasta nuevo aviso.”

Sin embargo, la compañía no llegó a tomar una medida permanente, añadiendo: “Estamos siguiendo de cerca la situación y decidiremos los próximos pasos en función de cómo se desarrollen los acontecimientos”.

El anuncio se produce cuando otras grandes marcas, como el gigante automovilístico alemán Audi y el fabricante de alimentos estadounidense General Mills, también han dicho que van a suspender sus anuncios en Twitter.

Musk, por su parte, dijo esta semana: “Twitter ha tenido una caída masiva de ingresos, debido a los grupos activistas que presionan a los anunciantes, a pesar de que nada ha cambiado con la moderación de contenidos y de que hicimos todo lo posible para apaciguar a los activistas. Es un gran desastre. Están intentando destruir la libertad de expresión en Estados Unidos”.

El multimillonario de Tesla continuó diciendo que una “campaña de denuncia y vergüenza es exactamente lo que sucederá si esto continúa”.

Volkswagen ha sido objeto de un creciente escrutinio sobre sus operaciones en China, uno de los principales mercados del titán automovilístico alemán. Tal es la importancia del mercado chino para Volkswagen que su director general, Oliver Blume, formó parte de la delegación empresarial que viajó a Pekín junto al canciller Olaf Scholz esta semana para estrechar los lazos económicos entre ambas naciones.

Además de depender del país comunista para una parte importante de sus ventas y beneficios, Volkswagen también gestiona de forma controvertida una fábrica en Urumqi, la capital de la provincia de Xinjiang, donde millones de minorías étnicas, incluidos uigures musulmanes, kazajos, kirguises y grupos perseguidos por su fe, como los practicantes de Falun Dafa, disciplina espiritual de la escuela Buda, han sido supuestamente encarcelados en campos de concentración, además de ser utilizados como mano de obra esclava. 

Volkswagen, entre otras grandes empresas alemanas, ha sido acusada de beneficiarse de ese trabajo esclavo, algo que la empresa ha negado. Blume defendió recientemente la participación de su empresa en la región de Xinjiang, diciendo: “Se trata de llevar nuestros valores al mundo. También a China en la región uigur”.

La empresa automovilística alemana tiene una sórdida historia con el uso de mano de obra esclava, ya que utilizó a miles de judíos y otros europeos del este como mano de obra forzada durante la época nazi para producir sus coches. En 1998, la empresa admitió que había utilizado unos 15.000 esclavos durante la Segunda Guerra Mundial.

En 1938, el propio Hitler colocó la primera piedra de la fábrica de Volkswagen en Wolfsburg al encargar a la empresa la producción del llamado “coche del pueblo”, que más tarde se convertiría en el Escarabajo.



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