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¿Se verá forzada Ucrania a negociar la paz con Rusia? Las presiones son cada vez mayores.

 Arrecian las presiones a Ucrania para que acceda a sentarse en la mesa de negociaciones, incluso haciendo concesiones tan dolorosas como podría ser la renuncia a Crimea. En el campo de batalla, prosiguen los combates en toda la línea de frente, sin grandes cambios, por el momento. Siguen llegando rumores sobre acciones ucranianas en la península de Kinburn, que separa el estuario del Dniéper-Bug del Mar Negro, en lo que podría ser una acción SOF.

A falta de movimientos en el campo de batalla, en donde unos y otros estarían reorganizando sus tropas después de lo acaecido en Jersón, periodo que podría llevar entre días y semanas antes de completarse, según sean o no sometidas algunas unidades a periodos de descanso y reconstitución, las novedades están fuera, en el terreno diplomático.

En informes anteriores, hemos hablado sobre las presiones que estaría soportando Ucrania, de cara a un retorno a la mesa de negociaciones. También hemos explicado que, hasta donde se sabía, estaban más encaminadas a mejorar la imagen de Ucrania ante la comunidad internacional y ante sus socios, que a buscar una salida negociada a corto plazo. En las últimas horas, medios estadounidenses han aportado más detalles, que distan bastante de lo publicado ayer en medios británicos, como no podía ser de otra forma.

En este caso, se habla exclusivamente de presionar a Kiev en el caso de que el invierno detenga su impulso y de recomendaciones a Zelensky para que comience a pensar en demandas y prioridades realistas para unas posibles negociaciones, incluyendo una reconsideración de su objetivo declarado de recuperar Crimea. Las discusiones, en cualquier caso, no giran tanto en torno a la condiciones, sino a cuándo retomar las negociaciones.

Ayer explicábamos que, salvo sorpresa -es decir, salvo que Ucrania considere que su economía y su infraestructura estén tan dañadas que no merece la pena seguir en la guerra, o bien haya perdido por completo el apoyo de sus socios- la guerra debería continuar. En primer lugar, en el caso ruso, saben que están en una posición de debilidad relativa después de sus derrotas en Járkov y Jersón.

A buen seguro una de las condiciones de Surovikin para aceptar el mando -recordemos que llegó apadrinado por Kadyrov y Prigozhin- fue la de poder retirarse de Jersón, mientras trataba de estabilizar la línea en Járkov y se preparaba para defender Zaporiyia en invierno con la vista puesta en lanzar una nueva ofensiva más adelante.

Hay que tener en cuenta que la entrada en liza de los movilizados está siendo problemática y llevará un tiempo solucionar algunos problemas de base, con lo que es prudente darse un margen de unos meses. Cuesta pues pensar que vayan a aceptar condiciones de ningún tipo sin antes haber agotado todas sus posibilidades militares, incluida la llegada de nuevas armas -en referencia a envíos iraníes seguramente- de la que hoy ha vuelto a hablar el propio Prigozhin.

En cualquier caso, su punto de partida en las negociaciones parece pasar porque se acepte la realidad de los hechos, lo que se traduce en su control sobre el Dombás y el pasillo terrestre a Crimea. Eso suponiendo que todo lo relativo a las negociaciones no sea una estratagema destinada simplemente a ganar tiempo mientras se reorganizan y preparan para una nueva ofensiva.

Del lado ucraniano, la situación es parecida, aunque en sentido contrario. Cuentan con unas Fuerzas Armadas que han sufrido mucho, pero que gracias la recepción de nuevo material –así como al material capturado a Rusia-, la llegada de nuevos uniformados con un entrenamiento avanzado y las últimas victorias, viven un momento dulce. No se puede pedir a un ejército en esta situación -ni al Gobierno-, que acepten pérdidas de ningún tipo, cuando creen estar en disposición de lograr más avances. Pensar en condiciones, sí. Sentarse a la mesa, puede ser. Firmar un acuerdo, difícilmente.

Lo que sí es razonable es que se presione a Ucrania para renunciar a alguna de las cinco condiciones marcadas por Zelensky en su día y que no son sino un programa de máximos que se adecúa bastante mal a la realidad de cualquier negociación y suponen un impedimento para la existencia misma de las negociaciones. En relación con esto, es importante dejar claro que las negociaciones no van de filias, fobias o de justicia, sino de posibles, marcando estos por arriba o por abajo los logros en el campo de batalla y el apoyo comprometido por los aliados en el caso ucraniano.

Dicho todo lo anterior, para que Ucrania acceda a rebajar sus condiciones facilitando así una negociación, antes tiene que llegar a un límite claro dictado por el campo de batalla, bien porque sea incapaz de progresar más a un coste aceptable, bien porque vea en peligro lo que ha ganado en los últimos meses, bien porque efectivamente nuevas armas den un vuelco a la situación como parecía que iba a producirse con los ataques a la infraestructura energética y finalmente no ha terminado de concretarse. Por la misma razón, si Ucrania continúa avanzando y recupera más territorios en Járkov o incluso se lanza sobre Zaporiyia con éxito, tendrá menos incentivos todavía para aceptar cualquier condición, mientras que Rusia los tendrá para la escalada.

Esto nos lleva a varias cuestiones interesantes. Una de ellas es la situación del arsenal ruso de armas de precisión de largo alcance, como los misiles de crucero. En los últimos días no se ha hecho uso de los mismos, reduciéndose notablemente la cantidad de lanzamientos en noviembre respecto a meses anteriores. Con los drones iraníes pasa algo similar, quizá porque no han llegado más unidades, quizá en el caso de los fabricados en territorio ruso, por falta de componentes, es difícil decirlo.

El caso es que esto, unido a la llegada de nuevos sistemas antiaéreos -y más que van a llegar- a Ucrania, está otorgando un importante respiro a las infraestructuras ucranianas, que también se benefician de la llegada de generadores y otros componentes en fechas recientes. No es cuestión baladí, pues cada día que Ucrania gana en este sentido, es una gran oportunidad perdida para Rusia y refuerza las aspiraciones de Kiev de buscar una solución militar, alejando a Zelensky de las negociaciones.

Y es que, llegados a este punto, hay que ponerse en la piel de los ucranianos, conscientes sin duda de su debilidad económica y de los problemas de infraestructuras, pero sabedores también de que la ley de los rendimientos decrecientes -por denominar al fenómeno de alguna forma tomando el término de la Economía-, está golpeando con fuerza a Rusia.

Cada vez que Ucrania destruye un carro de combate o un blindado ruso, o lamina una unidad, el carro que lo sustituye es de una generación anterior o está manejado por una tripulación menos entrenada, lo que facilita su destrucción o captura. Lo mismo podría decirse de los «mobiks», llegados al campo de batalla sin entrenamiento y sin el material adecuado, por no hablar de la motivación.

Del mismo modo, en Ucrania son conscientes de que, aún sin riesgo inmediato para Putin, la situación política interna rusa no deja de degradarse, existen luchas internas y es cada vez más complicado vender las derrotas a la población, lo que también es un argumento para seguir luchando y presionando. Eso sin entrar en aspectos, como los crímenes de guerra, en los que resulta difícil ceder, máxime teniendo en cuenta que en algunos casos son cometidos por entidades privadas.

En resumen, que las posiciones de cara a una negociación que pongan fin al conflicto, parecen estar todavía muy alejadas. Aun así, es posible que en el caso de Jersón se hayan producido ciertas conversaciones no oficiales para «facilitar» la retirada rusa, del mismo modo que a diario se habla sobre muchos otros temas, como los intercambios de prisioneros, algo habitual incluso en los conflictos más enconados.

Pasando a la actualidad sobre el terreno, hoy las tropas rusas han hostigado a los ucranianos al noroeste de Svatove, en dirección hacia Stel’makhivka y Berestove. En la zona más meridional de la línea Svatove-Kreminna se habrían dirigido también hacia Tors’ke. En todos los casos, sin cambios de posición.

Más al sur, en la zona de Bakhmut, los ataques hoy se han dirigido contra Spyrne, Vesele y la propia Bakhmut. No hay novedades reseñables. En el caso de Gorlóvka, un nuevo ataque ruso y miliciano ha intentado forzar las defensas ucranianas en la zona de la estación de ferrocarriles. No hay novedades.

En la zona de Donetsk, la situación es similar a la de ayer. Rusos y aliados siguen tratando de ganar terrenos al norte de Pisky, tras la toma de Opytne, así como al sur, hacia Nevels’ke. También han intentado en las últimas horas atacar Mariínka y Novomykhailivka, a la vez que continúan tratando de asegurar el control de Pavlivka.

Lo más interesante de la jornada, en el aspecto militar, se ha producido al sur del Dniéper, en la península de Kinburn. Ayer comentamos que había rumores sobre explosiones en esta zona, sin que estuviesen claras las causas. Hoy han seguido publicándose mensajes relativos a combates e incluso a la toma de la localidad de Herois’ke por parte ucraniana, aunque sigue sin haber pruebas.

Hay que decir que esta península apenas está poblada y además está ocupada por un Parque Nacional. Ucrania, que carece de medios de desembarco, podría sin embargo haber llevado a cabo algún tipo de operación especial dirigida a destruir sistemas rusos de control del tráfico marítimo o aéreo –al parecer con apoyo aéreo-, o simplemente a causar problemas.

Por último, es importante comentar que a lo largo del día se habrían producido explosiones en diversas localidades controladas por Rusia en las inmediaciones del campo de batalla, desde Lugansk y Chaplinka hasta MelitópolKrasnooktyabrskiy o Skadovsk, algo que hacía tiempo que no ocurría con esta intensidad. Pese a ello, las pruebas son confusas en algunos casos y en otros no pasan de simples mensajes en Telegram sin soporte gráfico que lo sustente.

Mapa de situación actualizado a 13 de noviembre de 2022. Fuente – @War_Mapper.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

La jornada dominical ha transcurrido con una calma inusitada, aunque sí conviene hacer referencia a la Iniciativa de Granos o a la ayuda que continúa recibiendo Ucrania. 

Antes de abordar estas cuestiones, el asesor de la presidencia ucraniana, Mikhailo Podolyak, ha declarado que Rusia debe darse cuenta de que la derrota no representa una amenaza existencial para ella, pero que la continuación de la guerra sí lo es. Hace hincapié en que medidas como la movilización o la retirada al margen izquierdo del Dniéper solo “retrasa lo inevitable”, de modo que considera que “solo la transformación interna y la retirada completa de las tropas de Ucrania pueden salvar a la Federación Rusa en perspectiva histórica”. 

El ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, por su parte ha hablado hoy con su homólogo lituano, Gabrielius Landsbergis, sobre el camino a seguir para la creación de un tribunal especial para el crimen de agresión en Ucrania como hizo en el día de ayer con su contraparte estonia. Kuleba ha aprovechado la ocasión para transmitirle la necesidad de que la UE desembolse la ayuda macrofinanciera sin demora debido a la crisis energética a la que se enfrenta el país.

El gobernador de Jersón Yaroslav Yanushevych ha informado que el operador ucraniano de telefonía móvil Kyivstar ha reanudado su servicio en la región. Asimismo, el gobernador ha instado a los civiles a evacuar ante la eventualidad de que Rusia podría tomar represalias contra los habitantes de la parte liberada de la óblast.  

Quizá una de las noticias más interesantes del día es que en las negociaciones relativas a la prórroga de la Iniciativa de Granos Rusia ha puesto sobre la mesa la necesidad de reconectar al Banco Agrícola de Rusia al sistema internacional de pagos SWIFT. Moscú considera que este sería un tema crítico para avanzar en la reducción de las barreras a las exportaciones de sus productos agrícolas y fertilizantes. Cabe recordar que como consecuencia de las sanciones los bancos rusos quedaron desconectados de SWIFT. 

En cuanto a la ayuda, el crowdfunding sigue cobrando protagonismo en esta guerra. Si ayer comentábamos que la población lituana había recaudado 250.000 dólares para que Ucrania se haga con el primero de los drones dentro del proyecto “Army of Drones”, hoy es obligado mencionar que los ciudadanos checos han lanzado una campaña para adquirir 15 sistemas de artillería antiaérea móvil Viktor. Los organizadores de la campaña esperan recaudar 3,85 millones de dólares para la producción de las 15 unidades, aunque ya han logrado reunir 80.000 dólares. 

De otro lado, el Ministerio de Salud de Ucrania continúa recibiendo ayuda humanitaria procedente de distintos socios y organizaciones internacionales. Esta semana ha recibido por parte de la Agencia Gubernamental para Reservas Estratégicas de Polonia, el Gobierno de Alemania, el Centro de Eslovaquia, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la fundación benéfica “Iniciativas Humanitarias” y la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA) lo siguiente: 330 palets de mascarillas y respiradores, 100.800 dosis de vacunas contra el covid-19, 30.000 dosis de vacunas contra la gripe, 50 palets de indumentaria médica, mascarillas y dispositivos médicos, 198 palets de mascarillas, 5 palets de antibióticos de amplio espectro, y 260 dosímetros. 

Por último, podemos también destacar que la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha anunciado una nueva campaña mundial de financiación para ayudar a las personas desplazadas por la guerra y persecución a enfrentarse al próximo invierno. En particular, el objetivo consistiría en recaudar 700 millones de dólares para destinarlo a familias que viven en Ucrania, pero también Afganistán y otras zonas de Oriente Medio. 




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