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Qatar 2022 y su verdadero rostro: guardias amenazan a reportero con romper su cámara

 Qatar 2022 no ha tenido reparo en mostrar su verdadero rostro. Desde el principio ha sido así. Pero cada día se encuentran nuevas evidencias de un Mundial que fue bochornoso desde el momento de su asignación. El mismo país en el que se violaron derechos humanos durante la construcción de los estadios, en donde las mujeres padecen todos los días la violencia machista, y los homosexuales son castigados a nivel institucional.


Quizá se podría esperar que guardaran cierta compostura durante su fiesta, su Mundial, por el que tanto han esperado porque los pondrá en el centro de atención global por un mes entero. Pero ellos están muy en lo suyo. "Si ya saben como soy, ¿para qué aceptan mi invitación", parecen decir. Un episodio ha enmarcado ya el inicio de la colección (porque sepan todos que no se van a detener y que durante los siguientes 30 días las palabras vergüenza y cinismo no van a figurar en el léxico oficialista).


Rasmus Tantholdt, reportero de la televisión danesa TV2, grababa un enlace en vivo. Todo en orden, todo como debe de ser. Pero en un momento repentino, unos guardias cataríes lo increparon. Primero aparecieron detrás de él en la toma de televisión. Después lo amenazaron con romperle la cámara si no dejaba de grabar. “¿Por qué no podemos filmar? Es un lugar público”, respondió el periodista.



“Señor, ustedes invitaron a todo el mundo a venir aquí, ¿por qué no podemos hacerlo? Es un lugar público. Tu puedes romper la cámara, ¿quieres romper la cámara?", contestó Tantholdt a las amenazas. El periodista indicó en su cuenta de Twitter que recibió una disculpa por parte de la Oficina Internacional de Medios de Qatar y del Comité Supremo de Qatar. En el clip se puede observar cómo enseña su acreditación a los guardias para intentar frenar el choque.


Más tarde, Rasmus Tantholdt dio una entrevista al medio noruego NRK, en donde dejó claro que no todos los guardias están al tanto de las indicaciones supremas, pero que es inocultable el talante autoritario del país en el que se desarrollará la Copa del Mundo. "Hay algunos (guardias) que han entendido mal la situación, pero al mismo tiempo dice mucho sobre cómo es Qatar. Ahí es que te pueden atacar y amenazar cuando informas como un medio libre. Este no es un país libre y democrático. Mi experiencia después de visitar 110 países en el mundo es: cuanto más tienes que esconderte, más difícil es informar desde allí", contó. Es importante recordar que la selección de Dinamarca quería entrenarse en Qatar con unos uniformes de protesta contra las violaciones a los derechos humanos. FIFA se los prohibió.



La sensación ha sido unánime: ni siquiera se han esperado a que empiece el Mundial. Han enseñado el cobre, como se dice en México, desde la víspera, como para dejar claro que ninguna fiestecita va a remover las telarañas de su ideario. A ver, que en nuestro país podríamos decirnos acostumbrados a eso, si hasta una tortura en vivo hemos visto contra un supuesto secuestrador, lo que demuestra que en todos lados hay déspotas que se creen intocables.


¿Y de qué sirve darnos golpes en el pecho si de todos modos veremos el Mundial? De nada. Como ha dicho Enric González en una columna para El País: actuaremos conforme la disonancia cognitiva durante el próximo mes, esto es, pensaremos una cosa y haremos otra. Por todos, desde Ibai Lllanos a Phillipp Lahm, guardamos cierto grado de hipocresía y doble moral. Pero ya, es momento de aceptarlo sin más. Y, luego, eso no quiere decir que se avale al régimen catarí. No significa cerrar los ojos y menos cuando son ellos mismos quienes ponen pinzas en los párpados para que el mundo entero les conozca tal y como son. Con Mundial y sin Mundial.



Nada cambiará en Qatar por una Copa del Mundo. No pasó en Sudáfrica ni tampoco en Brasil. Ni en ningún otro país. No hay que ir tan "lejos": hace cuatro años, la FIFA y compañía nos invitaron a creer que la Rusia de Vladimir Putin era un paraíso y un orgullo para todo el mundo. Ni bien estalló la invasión a Ucrania, todos esos jerarcas de corbata condenaron al estado ruso y los vetaron de sus competencias, para que todos vean el compromiso que tienen con la paz mundial. Lo de la disonancia cognitiva es un efecto cascada, en donde el menor grado de hipocresía se encuentra en los espectadores. Pero nadie dejará de sorprenderse cuando vea que grabar en la calle puede convertirse en motivo de censura.




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