Este personaje vive diciendo que las acciones bursátiles y, especialmente, las criptomonedas van a colapsar. En su visión, siempre estamos al borde de una crisis financiera terminal, donde todo se derrumbará y solamente quedarán en pie los refugios tradicionales como el oro y los inmuebles. Las causas de la toxicidad que transmite suelen vincularse con alguna mala experiencia en sus comienzos como inversor y un trauma derivado de ella. También, con su incapacidad para generar excedentes monetarios e inversiones rentables. Lo concreto es que no logra procesar su realidad y desea, aunque sea en forma inconsciente, que al resto también le vaya mal. Así podrá seguir pensando que las causas de su fracaso son siempre ajenas a su persona, externas e inevitables. Ahora bien, como la economía y los mercados atraviesan ciclos, eventualmente en algún momento (como en el presente) parecerá que este personaje tiene razón, pero lo cierto es que en el largo plazo la renta variable demostró ser el mejor lugar donde invertir, al menos durante los últimos 150 años. “Yo te avisé y vos no me escuchaste”, dice con orgullo nuestro amigo pesimista ante el derrumbe de los valores, mientras ensaya torpemente un paso de baile y deja una estela de envidia en su andar. Las consecuencias de su mirada siempre crítica pueden ser muy negativas: su falsa seguridad, sumada al mal momento financiero global, tal vez nos haga dudar sobre nuestro análisis y nos lleve a pensar que, pudimos haber tomado la decisión equivocada al invertir, por eso lo que más conviene en realidad es tomar distancia de este personaje. Lo bueno es que, gracias a que los ciclos expansivos de la renta variable son mucho más extensos que las caídas (estas suelen ser más veloces y violentas), tendremos que soportarlo solo durante un período de tiempo acotado antes de que se llame a silencio otra vez. El inversor “si hubieras” |