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ADELMO GABBI: “Los inversores no confían en nuestro país, pero sí en nuestras empresas”

 “Los inversores no confían en nuestro país, pero sí en nuestras empresas”

Lo afirmó Adelmo Gabbi durante el acto central por el 168° Aniversario de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. “Las empresas están lo suficientemente solventes como para permitirnos pensar en una reversión de expectativas”, aseguró el presidente de la BCBA y exhortó a “no perder tiempo en discusiones ideológicas que perturban el crecimiento y desarrollo de la Argentina”.

 

 

Tras dos años de restricciones sanitarias, el 19 de julio la Bolsa de Comercio de Buenos Aires volvió a convocar a sus asociados para un acto presencial, esta vez por la celebración del 168° Aniversario de la entidad. Durante el encuentro, el presidente de la BCBA, Adelmo Gabbi, tomó la palabra para manifestar la opinión de la institución sobre la presente situación de la Argentina. “Estamos obligados a pensar en una economía colaborativa, horizontal, descentralizada, especializada”, enfatizó Gabbi. “Ya no tiene mucho sentido la autoridad vertical a la fuerza, la imposición de ideas doctrinarias que solo invocan una cuestión de fe. El mérito es un camino y no un problema. Las sociedades que avanzan son aquellas en las cuales los hijos viven mejor que sus padres y no aquellas, como la nuestra, en las que todo tiempo pasado parece que fue mejor”.

 

Con referencia al actual proceso inflacionario, el titular de la BCBA aseveró: “Quienes impulsan las medidas de precios máximos desalientan al productor, o al proveedor o al ahorrista, a producir o ahorrar más. Sin ahorristas no hay crédito; sin crédito solo crece el que ya tiene dinero, aumentando la desigualdad y, con ello, dejándonos sin movilidad social. La causa de la inflación se conoce desde hace siglos, y es la suba sostenida y persistente de todos los precios de los productos que compramos, como así también, el resultado de que la masa monetaria aumenta más rápidamente que la producción de esos productos. Esto sucede cuando el gobierno financia el déficit fiscal con emisión monetaria o con emisión de deuda, que no es otra cosa que prolongar el problema hacia adelante”.

 

Al afirmar que los inversores no confían en la Argentina, pero sí en sus empresas, Adelmo Gabbi explicó: “Las empresas no están endeudadas, son rentables, solo que el Estado, al querer sobre regular las variables económicas, le ocasiona desequilibrios a la actividad privada interrumpiendo sus importaciones o sus exportaciones o aumentando la carga impositiva para sostener su alto gasto público. No obstante, las empresas están lo suficientemente solventes como para permitirnos pensar en una reversión de expectativas”. En tal sentido, el presidente de la BCBA recordó que “Bolsas y Mercados Argentinos (BYMA), representa el ámbito de negociación donde confluyen inversores y emisores”, y vaticinó: “La experiencia me dice que estamos muy cerca de empezar a vivir mejores momentos para nuestra honorable industria bursátil. Vamos a salir de esta situación fortalecidos. Nuestro compromiso es ocuparnos. La Bolsa está más fuerte y sólida que nunca, y una vez más, dice presente en su constante aporte para que nuestros nietos, cuando festejen los 200 años de nuestra Institución, estén tan orgullosos de la misma como nosotros”.





Palabras del Presidente de la Bolsa

Palabras del Presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Adelmo J.J. Gabbi, en ocasión de celebrarse el Aniversario 168 de la creación de la Asociación, el 19 de julio de 2022, en el Recinto Principal de Sarmiento 299.



Nos encontramos juntos aquí, para conmemorar un aniversario más de nuestra Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

Conmemoración que empezó este lunes 11 con la Misa tradicional, respetando la diversidad de credos para homenajear a los socios que ya no están físicamente con nosotros y agradecer por nuestra historia. El mismo día compartimos la entrega de medallas a aquellos socios y empresas que cumplieron 25, 50 y 75 años junto a nosotros. El miércoles 13, con una reunión con Embajadores de distintos países, el grupo de los seis y nuestra mesa directiva.

Para llegar finalmente al día hoy, nuestra reunión anual, que como siempre, respetando nuestro protocolo y costumbres leeré el discurso institucional:

Es un honor decir presente en el acto de aniversario de una de las instituciones más importante de la República, donde también dijeron presente presidentes como Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Pellegrini, Sáenz Peña; Yrigoyen, Perón, Frondizi, Illia; Alfonsín, Menem, Kirchner, Fernández de Kirchner, Macri, entre otros. Festejamos la compañía de cada uno ellos, más allá de sus ideologías como así también lamentamos cuando otros Presidentes no nos acompañaron.

En 168 años de vida, los individuos vamos pasando, pero las Instituciones que respetan la diversidad, la transparencia, la libertad, la independencia de sus asociados y sus tradiciones, trascienden en el tiempo.



Vimos pasar grandes bancos de inversiones globales que nos aconsejaban todo el tiempo sobre el riesgo argentino, muchos de ellos ya no existen, pero esta Bolsa está aquí y dice presente.

Vivimos entre otros, gobiernos militares, populistas, derrochadores de futuro. Vimos pasar muchos dirigentes que nos subestimaron por mercado chico, por especuladores, por cortoplacistas. Muchos de esos dirigentes ya no están, pero esta Bolsa, que siempre propulsó transformar el ahorro en inversión productiva, está aquí y dice presente.

Quisieron dominar el libre mercado, cambiando leyes, cambiando reglamentaciones, muchas de esas leyes ya no están, pero esta Bolsa está aquí y dice presente.

Estamos de pie porque nunca traicionamos nuestros ideales, porque siempre debatimos sobre el futuro y nunca nos estancamos en ideas del pasado.

Aprendimos que, de corto plazo, te pueden subsidiar la compra de autos, viajes, la energía, el transporte y de combustible. Son medidas que incentivan la demanda, pero si no hay inversión a largo plazo para brindar ese servicio, para aumentar la oferta, ese subsidio se transforma en un sacrificio para los contribuyentes.

También aprendimos que, de corto plazo, pueden poner precios máximos en el supermercado, a las tasas de interés o al valor del dólar, pero se elimina la competencia dejando solo en pie al que pueda soportarlo, generalmente, al más fuerte. El supermercado se nutre de proveedores y el banco administra el dinero de los ahorristas. Por eso, quienes impulsan las medidas de precios máximos, desalientan al productor o al proveedor o al ahorrista, a producir o ahorrar más. Sin ahorristas no hay crédito; sin crédito solo crece el que ya tiene dinero, aumentando la desigualdad y, con ello, dejándonos sin movilidad social.

En el corto plazo se puede obtener algo de liquidez por confiscar alguna caja ajena, por obligar a pagar un impuesto extraordinario o, simplemente, por tomar deuda. Pero esto no significa que a largo plazo se logre ser solvente. Si no se genera un flujo, un negocio rentable o un sueldo que alcance para el día a día, esa liquidez ocasional se esfuma.

Aprendimos que, en síntesis, los mercados negocian confianza y expectativas y éstas se manifiestan a través de los precios de nuestras pizarras. Por eso siempre destacamos que los precios son un idioma imprescindible.

El prestigio vale mucho más que cualquier suma de dinero. Crear una empresa o emprender, lo puede hacer cualquiera con algo de dinero y coraje. Perdurar y trascender es otra cosa, se necesita crédito monetario y crédito social, o sea, ganarse la confianza del prójimo, y eso se logra con valores no monetarios.

Si como individuos o como sociedad perdemos el sentido de la ética, tarde o temprano terminará repercutiendo en el valor de nuestros activos.

Parece que nuestra cultura sostiene un falso dogma: comemos, nos vestimos, gozamos o nos vacunamos gracias a un presidente, o a un partido político del pasado o del presente. Como si fuese una cuestión de fe y no del esfuerzo, de buscar y de construir el futuro que cada uno anhela. De a poco, vamos cediendo la libertad de decidir.

Aprendimos que la tierra sola no te convierte en rico. Rico es quien encuentra el método de producir algo rentable maximizando el uso de esos recursos. La tierra, la producción de materias primas es limitada, pero las ideas y el conocimiento no, y eso hacemos aquí, invertimos en el conocimiento, en el financiamiento de nuevos desarrollos, potenciamos ideas que mejoren la calidad de vida de nuestros compatriotas.

Es por ello que estamos obligados a pensar en una economía colaborativa, horizontal, descentralizada, especializada. Ya no tiene mucho sentido la autoridad vertical a la fuerza, la imposición de ideas doctrinarias que solo invocan una cuestión de fe. El mérito es un camino y no un problema. Las sociedades que avanzan son aquellas en las cuales los hijos viven mejor que sus padres y no aquellas, como la nuestra, en las que todo tiempo pasado parece que fue mejor.

El emprendedor o empresario quieren ascender hasta donde sus propias alas puedan elevarlo, mientras que el vanidoso cree ya encontrarse en la cumbre e imponer su saber a los demás.

La inversión es la columna vertebral del crecimiento. Para que exista, necesita tres pilares. 1) Ahorro. 2) Confianza. 3) Reglas claras y sostenidas en el tiempo.

Aunque vivas en una hermosa casa, si se queda sin luz, sin gas y sin agua se convertirá en inhabitable. Por más lujoso que sea tu barco, si tiene agujeros terminará hundiéndose. Por más que un camión de transporte sea nuevo, será difícil que sea eficiente si los caminos están en mal estado.

Es simple, la inversión cae por falta de confianza en un futuro mejor. Como digo siempre, la confianza ni se compra ni se vende, se siente o no se siente.



Endeudarse no es malo, permite acelerar un proceso de crecimiento. Lo malo es malgastar el dinero conseguido. La Argentina, en cada administración de gobierno, agrega millones de dólares a la deuda, incluso con esta gestión. Tomamos deuda, no para mejorar nuestra infraestructura, sino para repagar la deuda anterior más los nuevos desequilibrios generados por gastos ineficientes agudizando el déficit fiscal.

No debemos perder tiempo en discusiones ideológicas que perturban nuestro crecimiento y desarrollo. Son muchos los años que perdimos en debates innecesarios. Un ejemplo concreto: Perdimos tanto tiempo en discusiones ideológicas contra las vacunas americanas que llegamos tarde a combatir al virus. Al final fue la vacuna más aplicada pero mucho tiempo después, Ya quedaron atrás esas justificaciones ideológicas, pero esa praxis nos costó varios puntos de PBI y mucho más grave aún, la tristeza de muchas familias argentinas.

La causa de la inflación se conoce desde hace siglos, y es la suba sostenida y persistente de todos los precios de los productos que compramos, como así también, el resultado de que la masa monetaria aumenta más rápidamente que la producción de esos productos. Esto sucede cuando el gobierno financia el déficit fiscal con emisión monetaria o con emisión de deuda, que no es otra cosa que prolongar el problema hacia adelante.

La Bolsa de Comercio es futuro, y se propuso trabajar con otros actores importantes de nuestra sociedad en un plan de infraestructura económica, para proponer alternativas para que nuestros hijos quieran vivir en Argentina tanto como nosotros.

Entendemos que la educación es la mejor herramienta para progresar y para eliminar las desigualdades. Es por eso, que no quiero solo detenerme en algo descriptivo, sino que quiero invitar a cuestionarnos y a ver qué vamos a hacer al respecto. ¿Vamos a resignarnos a dejar de ser protagonistas de nuestro destino?

Cuando uno va envejeciendo, no hay nada más astuto, lógico, justo y conveniente que capacitar a la generación que sigue para que tome la posta, y pueda asistirnos con gratitud por el legado transmitido y no con desilusión por lo que le dejamos.

La única manera de salir de esta crisis, ya crónica, es invertir en incentivar a las nuevas generaciones a quedarse aquí, a entender que el dinero se hace trabajando, y que ese trabajo es dignificado con ingresos que alcancen para vivir con prosperidad. El progreso se debería medir por la cantidad de ciudadanos que viven dignamente sin asistencia del Estado. Es imperioso bajar el déficit fiscal para bajar los impuestos, que hoy hace inviable al sector productivo que se siente que trabaja para el Estado.

Somos un país a quien los inversores no le tienen confianza, pero a nuestras empresas sí. Éstas no están endeudadas, son rentables, solo que el Estado, al querer sobre regular las variables económicas, le ocasiona desequilibrios a la actividad privada interrumpiendo sus importaciones o sus exportaciones o aumentando la carga impositiva para sostener su alto gasto público.

No obstante, las empresas están lo suficientemente solventes como para permitirnos pensar en una reversión de expectativas.

Bolsas y Mercados Argentinos (BYMA), representa el ámbito de negociación donde confluyen inversores y emisores, y la experiencia me dice que estamos muy cerca de empezar a vivir mejores momentos para nuestra honorable industria bursátil.

Con BYMA como protagonista de nuestro Mercado de Capitales se financian la mayoría de las empresas argentinas de diversos sectores (Industrias, Campo, Servicios, Tecnológicas, Bancos). También más de 25.000 Pymes de distintos tamaños y ubicaciones. Al igual que el Estado nacional, las provincias y los municipios. Si en algo estamos todos de acuerdo, Emisores e Inversores, es que solo nos va a ir bien si al País le va bien. Una macro ordenada, garantiza una moneda estable, una inflación controlada y un nivel de inversión que genere empleo y movilidad social.

Tenemos que ser responsables fiscalmente, no solo para el FMI sino por la calidad de vida de cada ciudadano que habita en nuestro País.

Apoyamos el entendimiento con el FMI, pero remarcamos que debemos presentar un plan económico que no solo contemple la disminución del déficit fiscal, sino que incentive a la inversión privada como motor de la generación de empleo de calidad. Sin un sector privado pujante no hay contribuyentes y sin contribuyentes es improbable un Estado presente.

Hoy más que nunca tenemos que valorar que vivimos en una Nación sin conflictos bélicos, sin grandes catástrofes naturales, sin problemas limítrofes, sin problemas raciales o religiosos. Es imperdonable que en ese escenario sigamos conviviendo con este nivel de pobreza. El crédito es esencial para el desarrollo, permite acelerar un proceso de crecimiento. Sin crédito, la generación actual vía impuestos tiene que pagar la infraestructura que van a usar varias generaciones y eso no es justo. Cuidar nuestro prestigio es cuidar nuestro crédito.

La Institución, a la que represento con orgullo, no va a dejar de difundir sus valores de libertad, transparencia, honestidad, esfuerzo y trabajo.

También ofrecemos como lo marca nuestra tradición a “viva voz” simples propuestas de sentido común:

1.El mensaje de la historia es muy evidente: el país que respeta los derechos individuales y el libre comercio es mucho más próspero que el que vive con reglas estrictas de proteccionismo.

Es la competencia, la que aumenta las chances de elección al consumidor. Proteger a un monopolio de un capitalista amigo o estatal, solo garantiza tener al ciudadano de rehén.

2.Que el Estado, en su nivel nacional, provincial o municipal, no pueda tomar un empleado más, y si se necesita a alguien específico, que su designación sea por concurso, que se elija por capacidad y por mérito, y no por militancia. Así, el gasto público irá disminuyendo, sin despidos masivos, en la medida en que se vaya jubilando la planta actual.

3. Tener impuestos decrecientes para el que aumenta la producción o la inversión. Por ejemplo, si una empresa el último año exportó 100, y pagó de impuestos 40, ahora por el excedente de todo lo que produzca por encima de 100 no pagará tributo alguno. El Estado no perderá recaudación y el empresario tendrá un incentivo para aumentar la producción, tomar empleados y crecer en infraestructura. Y este acuerdo no debería ser modificado por 20 años.

4. Desalentar la industria del juicio laboral, uno de los riesgos contingentes más grandes de una empresa. ¿Cómo? Cambiando los incentivos para hacerlo. Dándole más flexibilidad a la creación de empleos y ofreciendo una desgravación impositiva para la inversión en capacitación.

5. Crear escuelas y centros de educación de oficios, como carpinteros, personal gastronómico, enfermeros, plomeros, albañiles, en fin, oficios que necesitan la dedicación manual de los ciudadanos y son tan necesarios hoy. Transformar la dádiva en dignidad, y esa dignidad en el prestigio que da ser necesitado por una sociedad.

Amigos, vamos a salir de esta situación fortalecidos. Nuestro compromiso es ocuparnos. La Bolsa de Comercio de Buenos Aires está más fuerte y sólida que nunca, y una vez más, dice presente en su constante aporte para que nuestros nietos, cuando festejen los 200 años de nuestra Institución, estén tan orgullosos de la misma como nosotros.