La cifra de muertes por COVID-19 es, en realidad, una subestimación. Los científicos sugieren que las víctimas podrían ser hasta 4 veces más que las oficiales.
El exceso de mortalidad, una métrica que compara todas las muertes registradas con las que se esperaba que ocurran, muestra que muchas más personas han fallecido en lo que va de pandemia.
Calcular el número real es un desafío de investigación complejo. No se reduce a contar las cifras de exceso de mortalidad de cada país porque algunos datos oficiales son defectuosos. De hecho, más de 100 países no recopilan estadísticas confiables o las publican tarde.
Para reducir la incertidumbre, tanto académicos como de periodistas utilizan métodos que van desde imágenes satelitales de cementerios, hasta encuestas puerta a puerta y modelos informáticos de inteligencia artificial.
Entre ellos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) todavía está trabajando en su primera estimación global. Otro de los intentos más sofisticados de modelar una estimación global proviene de la revista The Economist en Londres, que ha utilizado un enfoque de aprendizaje automático.
Lo que esconden las cifras
Los países registran las muertes de maneras muy diferentes. Incluso los lugares similares pueden tener diferentes enfoques.
Por ejemplo, el principio de la pandemia Países Bajos solo contaba a las personas que morían en el hospital después de dar positivo por el coronavirus. Su vecina Bélgica incluyó las muertes en la comunidad y todos los que murieron después de mostrar síntomas de la enfermedad, incluso si no fueron diagnosticados.
Es por eso que los investigadores recurrieron rápidamente al exceso de mortalidad como una medida indirecta del número de víctimas de la pandemia.
Las cifras de exceso de muertes son aparentemente fáciles de calcular: se comparan las muertes durante la pandemia con el promedio registrado durante los cinco años anteriores más o menos.
Sin embargo, incluso en países ricos con sistemas integrales y sofisticados para informar las muertes, las cifras de exceso de mortalidad pueden ser engañosas, debido a que no tienen en cuenta los cambios en la estructura de la población, como el envejecimiento.
6,5 millones de muertos
Ariel Karlinsky, economista de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y Dmitry Kobak, científico de datos de la Universidad de Tübingen (Alemania) producen una base de datos desde enero del 2021.
Allí incluyen todas las causas de mortalidad antes y durante la pandemia de tantas fuentes y para tantos lugares como sea posible (116 países y territorios actualmente).
El “Conjunto de datos de mortalidad mundial” (WMD, por sus siglas en inglés) toma la mayor parte de la información fuente de las estadísticas oficiales de los gobiernos. Luego, estima el exceso de muertes.
En los países cubiertos, las cifras oficiales sugieren que 4,1 millones de muertes desde el comienzo de la pandemia se deben a la COVID-19, alrededor del 10% de todas las muertes durante ese tiempo.
Pero los cálculos del WMD sugieren que las muertes relacionadas con el COVID-19 son 1,6 veces mayores, en torno a los 6,5 millones de muertes (o el 16 % del total). En algunos países, el impacto relativo del virus es aún mayor.
En un estudio aún no ha sido revisado por pares, Karlinsky usó las muertes reportadas por los medios en la provincia de Córdoba para extrapolar una estimación de exceso de muertes a nivel nacional de 120.155 desde marzo de 2020 hasta agosto de 2021, en comparación con las muertes oficiales por COVID-19 de 111.383.
Eso significa que el verdadero número de muertos por COVID-19 siempre ha sido discutible.
*Fuente: “The pandemic’s true death toll: millions more than official counts”, de David Adam para Nature.
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