Te endeudaste en el pasado. Ya está, es un hecho, no lo podés cambiar. No obstante, lo que sí podés cambiar es la forma de encarar el problema: una cosa es pagar intereses por una deuda que no podés cancelar de inmediato, aunque planeás hacerlo algún día, y otra muy distinta es agregar leña al fuego tomando más deuda para pagar esos intereses en lugar de recortar gastos. Pongámonos del otro lado del mostrador: antes de girarte dinero, el prestamista (banco, financiera, etc.) te sacará una radiografía financiera. Repasará tus activos y pasivos totales, tu ingreso corriente y tu historial crediticio. Lo más probable es que en el actual escenario tus ingresos suban un poco en términos nominales, pero por debajo de la inflación. En cambio, tus pasivos (deudas) aumentarán muy por encima del índice de precios como consecuencia de las altas tasas de interés vigentes y de tu perfil, que habla de una persona deudora con dificultades cada vez mayores para saldar sus obligaciones y acceder a nuevos créditos. Tu perfil de riesgo llevará a los osados y usureros prestamistas a exigirte intereses exorbitantes. Podés echarle la culpa a los demás, pero esto no es otra cosa que aumentar el costo de tu deuda voluntariamente. Vamos con ejemplos sobre financiación a tasas muy elevadas en lugar de recorte de gastos: - Cuando tenés un plan de autoahorro y al mismo tiempo financiás el gasto en el supermercado con tu tarjeta de crédito.
- Cuando tenés un préstamo hipotecario y comenzás a abonar el pago mínimo de la tarjeta de crédito.
Prácticas tan nocivas te llevarán más temprano que tarde a pagar intereses que superen largamente la deuda que tomaste originalmente. Una vez que tomaste una deuda, no debés sumar otras obligaciones. De lo contrario, la bola de nieve crecerá y caerá directo sobre tus espaldas. Aplicar el índice Cash Flow para saber qué deuda te conviene precancelar |