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Pandemia y crisis El fracaso del confinamiento y las vacunas, directamente proporcional al del Gobierno

 Finalizaron este lunes los 9 días de confinamiento en el país, pero a pesar de ello, los datos epidemiológicos ponen contra la espada y la pared a Alberto Fernández y la ministra de Salud, Carla Vizzotti, porque hubo récord de casos, superando los 41 mil contagios diarios y la situación es, igual, de extrema gravedad.

Para colmo, el panorama económico no da para más, pero el Presidente no lo vive en carne propia, sino que recae en los pequeños o medianos emprendedores, en comerciantes, trabajadores, monotributistas, independientes o en relación de dependencia, la industria, entre otros tantos rubros.

Y fiel reflejo de eso fue la desobediencia comercial que reinó en gran parte del país en los tres días hábiles, lo que da cuenta de la necesidad que atraviesa la mayoría de personas en el país y que no aguanta más un “esfuerzo”, como tantas veces pidió el primer mandatario.

Esto habla a las claras de la falta de gestión de parte del Gobierno nacional, concretamente con las vacunas como también con la falta de testeos. ¿Por qué los hisopados se reducen casi en un 50 por ciento todos los fines de semana desde que comenzó la pandemia? ¿Cuál es el sentido de no continuar la prevención al tope de su capacidad?

En suma, tampoco se puede hacer caso omiso a las posibilidades que tuvo el Gobierno de contratar 14 millones (casi un tercio de la población) de vacunas de Pfizer, la de mayor efectividad en el mundo, y obvió hacerlo por presuntas diferencias y altas obligaciones económicas para el país.

Sin embargo, ese discurso se contradice con el “esfuerzo” que se les pide a los pequeños productores y comerciantes, o a los trabajadores. Entonces, Alberto no predica con el ejemplo, además de que tampoco comunica con transparencia lo sucedido en esa negociación. ¿Cuáles fueron esas exigencias, señor Presidente? ¿Por qué no lo dice fuerte y claro? ¿Por qué reina el oscurantismo en este sentido?

Sin lugar a dudas, esto siembra un manto de dudas a partir de la fuerte denuncia que realizó Patricia Bullrich, donde la Justicia deberá investigar si efectivamente hubo intentos de sobornos de Ginés González García o falsedad de testimonio por parte de la presidenta del PRO. Sea una u otra la situación, la grieta política se ríe en la cara de los argentinos, mientras fallecen de a cientos por día.

Es el fracaso de la gestión esta realidad sanitaria en la que se encuentra sumergida el país, más allá de que el virus sea de índole mundial, de lo que no hay dudas. Pero también forma parte del engaño, la promesa de las vacunas de AstraZeneca que fabricó Argentina -en conjunto con México-, pero que se atrasaron en su producción incontables veces y recién a fines de mayo comenzaron a llegar y aún no alcanzan.

Vale destacar que, desde hace un tiempo, el Ministerio de Salud realiza el monitoreo oficial de las vacunas, gracias al escándalo que expulsó del poder a Ginés González García por el vacunatorio VIP, un hecho de extrema gravedad política, pero sobre todo de una falta de ética inédito que suma, a la postre, otra importantísima arista al fracaso de Alberto Fernández ante la pandemia de coronavirus.

Por último, justamente la cartera nacional detalla que ya fueron aplicadas más de 11,5 millones de primeras dosis (incluye 2,5 millones que completaron el esquema), lo que significa que, en un país de 45 millones de habitantes, apenas el 25 por ciento del total fueron inoculados. Para colmo, las nuevas cepas atacan a los jóvenes cada vez a más y, por lo tanto, la población objetivo o de riesgo comienza a ampliarse paso a paso.




agencia nova