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45.000 FALLECIDOS, ABORTO E INFLACIÓN El negacionismo y la impunidad garantizan un país más injusto y desigual

 El 'relato' político argentino es profundamente hipócrita. Y padece de un negacionismo colectivo que es mala señal para lo que resta del 2021, que recién ha comenzado.

La pandemia en la Argentina acumula 10 meses, si se considera el 20/03/2020 como fecha del inicio de la cuarentena, disparador de la concientización colectiva de que había un problema nuevo en la agenda, llamado covid-19.

Sin embargo, los problemas argentinos son anteriores a la pandemia, todos lo saben. Algunos de ellos son estructurales, e iguales de graves en sus consecuencias a la pandemia, pero no merecen una preocupación similar de parte de los hacedores y participantes de la agenda de opinión pública.

Un ejemplo concreto, las tendencias del jueves 14/01 por la noche en la red de microblogueo, Twitter:

** Macri
**Leticia
**COVID-19 (La vacuna de Johnson & Johnson demuestra una "inmunidad duradera" en pruebas experimentales)
**Elecciones EE.UU. (La Cámara de Representantes vota a favor del ‘impeachment’ contra Trump)
**Fernando Báez Sosa
**Rocío
**Selena Gómez (lanza su sencillo en español 'De Una Vez')
**Larreta
**Disney
**Aerolíneas Argentinas
**Argentina promulga la ley del aborto electivo
**Villa
**Copa Libertadores de América

Es un dato social y político impactante que la Argentina padezca ya 45.000 muertos pero ese dato no merezca la atención de quienes se ufanan de participar de la agenda colectiva.

¿Será que la sociedad se ha acostumbrado a los muertos, al menos por covid-19?

¿Es impotencia o es desinterés, en un escenario totalmente individualista, de 'sálvese quien pueda'?

¿Acaso la sociedad ha decidido bajar los brazos ante la emergencia sanitaria?

Alguien diría que esto último es posible porque presiona la economía. Pero esto tampoco es cierto.

La injusticia

Muchísima más atención mereció el jueves 14/01 en los medios de comunicación la promulgación de la flamante legislación de Interrupción Legal del Embarazo, y el propio Presidente de los argentinos se refirió más al final del aborto clandestino que a expresar su dolor y preocupación por los 45.000 fallecidos.

En la jornada del 14/01 también sucedió un acontecimiento gravísimo que lo del aborto logró minimizar: la tasa de inflación, índice de variación de precios que en 1 mes es más elevada que la vigente en 1 año en otros países, inclusive de la región.

Es irresponsable la subestimación de los líderes políticos y sociales argentinos hacia las consecuencias que provoca la inflación. Pauperización, pobreza, descapitalización, desinversión, menor tasa de generación de empleo, caída del poder adquisitivo de la moneda, son algunas de las consecuencias de la inflación. Pero no consiguen interesar a quienes influyen en las decisiones colectivas de la sociedad. Parecen daños insuficientes.

Es probable que entre el silencio por los 45.000 fallecidos y el silencio por la inflación exista un mínimo común denominador: el temor a que quien lo mencione sea considerado culpable de la situación. Por lo tanto, se prefiere el silencio.

Este negacionismo provoca la ausencia de un debate público necesario acerca de qué hacer de ahora en más. El negacionismo de los líderes argentinos es equivalente al negacionismo irresponsable contra la vacunación anti covid-19, de la que se quejan. El negacionismo argentino está provocando obstáculos insalvables para construir un futuro.

La sociedad no puede ser más justa ni más igualitaria con la tasa de inflación anual que se proyecta, y eso involucra tanto a Alberto Fernández como a Mauricio Macri; no se trata de quien se encuentra indemne sino de cómo se impide el castigo abrumador e injusto que provoca la inflación.

La inflación parece una preocupación del Fondo Monetario Internacional y no de los hogares argentinos. Esto es muy llamativo.

Es muy importante regresar al concepto de justicia social: la inflación imperante en la Argentina 

** somete a los más pobres a vivir del miserable subsidio social que ofrecen los políticos, 
** los aleja de la movilidad social, por más que la ANSeS promocione los maravillos resultados individuales de la asignación universal por hijo;
** les impide generar ahorros que no sean en moneda extranjera, a la que no acceden por deterioro salarial.

Y a esos argentinos bien abajo en la pirámide social les ocurre que este menor acceso a la educación, la salud y el ahorro los involucra sin que ellos tengan alguna responsabilidad en lo que padecen, ya que es consecuencia de decisiones superiores.

El aborto legal ha logrado que tanto sus defensores como sus detractores se movilizaran durante días y fundamentaran su militancia pero nunca hubo una movilización equivalente por cuestiones tales como la merma de la calidad alimentaria en la mesa de muchos argentinos o la emisión de billetes de mayor valor nominal para ocultar la pérdida del valor real del dinero de los argentinos.

La inflación castiga pero no merece condena. La inflación tiene impunidad en una sociedad que dice condenar la impunidad pero, evidentemente, la acepta para algunos tópicos.

La inflación termina siendo un tema de diálogo solamente entre quienes, en verdad, son los menos perjudicados por su impacto ya que, probablemente, tienen sus ingresos asegurados en moneda extranjera.

En este contexto, los ciudadanos conceden a sus líderes la indemnidad de no definir qué se hará aquí, hoy y ahora para que baje drásticamente la tasa de inflación. Lamentable. Ridículo. Irresponsable.

Resolver la inflación no es reprimirla, vale la pena recordar. Esconder la basura debajo de la alfombra no nos hace más limpios. Resolver la inflación es enfrentar el problema y obtener la estabilidad que permita a muchas familias imaginar un mañana, quizás un fin de mes sin sobresaltos.




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