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Mientras una definición sobre el “dólar ahorro” es inminente, ya está en marcha un ajuste silencioso

La avidez de los compradores de los US$200 al mes apremia al Banco Central. Mientras, se multiplican las señales de que es prioridad comenzar a reducir el déficit fiscal.
Si el dólar oficial sigue como hasta ahora aumentando a razón de 2,7% mensual, llegaría a $83 a fin de año, pero hay consultores que lo pronostican en $100 o más.
El presidente Alberto Fernández aseguró en A Dos Voces por TN que el tipo de cambio subirá con la inflación y descartó que fuese a devaluar el peso, aunque insistió en que a la Argentina le faltan dólares para pensar en poder crecer.
Fernández definió que las tres premisas a las que apunta respecto del sector externo son: fortalecer las reservas del Banco Central, aumentar las exportaciones y tener un tipo de cambio competitivo.
Sobre una cuarta premisa, referida al futuro del "dólar ahorro", abrió un signo de interrogación, dejando entrever que el tiempo y el goteo de las reservas del Banco Central determinarán qué hacer.
El hecho de que el Banco Central haya tenido que desembolsar US$430 millones en tres días de este mes después de haber vendido US$1.250 millones en agosto por el cupo de US$200 por persona del "dólar ahorro" deja en claro que las definiciones son inminentes.
Un mercado con cuatro millones de compradores y un solo vendedor, que se renueva mes a mes, está a las puertas de que, o bien el Central corta la oferta, o bien consigue dólares para "taparles la boca" de divisas a los compradores, o sube el precio para desalentar las compras.
​Tanto la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, como el titular del Central, Miguel Ángel Pesce, se inclinan por terminar con el dólar ahorro o limitar aún más las cantidades.
Ellos creen que cuidar las reservas es la prioridad aunque apuestan a que con el cierre total del canje de la deuda desaparezca el fantasma de una devaluación fuerte con el consiguiente fogonazo inflacionario.
El principal defensor de la ventanilla de los US$200 por mes es Martín Guzmán. El ministro cree que la eliminación del dólar ahorro dispararía el "blue" ($132), que es tomado como valor de referencia por empresas y comercios a la hora de definir los precios de sus productos.
Un punto a tener en cuenta es que el Gobierno no piensa en devaluar pero, tampoco, en "clavar" el dólar como medio para aquietar la inflación y permitir una recuperación del salario real.
Un dólar oficial atado a la inflación (en ocho meses subió 24%) va camino a superar la mayoría de los acuerdos paritarios que, aunque pocos se cerraron como consecuencia de la pandemia, fijaron aumentos salariales de entre 25% y 40% en algunos casos excepcionales de sectores ligados a la tecnología.
Así comenzó a perfilarse el ajuste, del que no hablará el Gobierno pero que se refleja claramente en que el dólar sube más que los salarios, en el desenganche de las jubilaciones de la inflación, en el bono IFE de $10.000 pasando de mensual a bimensual y de ahí a una situación indefinida después de haber llegado a nueve millones de personas, y eso sumado al impuesto a la riqueza que trata el Congreso y a los cambios en Ganancias que estudia la AFIP.
Hay un ajuste en marcha después de que Martín Guzmán sostuvo que el déficit fiscal del año próximo apuntará a 4,5% del PBI y que todo se conocerá el 15 septiembre con la presentación del Presupuesto.
Dando vuelta las cartas, EcoGo, la consultora que dirige Marina Dal Poggetto, sostiene en su último informe sobre el ajuste en marcha que "hay una incipiente consolidación fiscal con un Tesoro que empieza a conseguir pesos en un mercado 'sobre-ofertado'" y que "de los $430.000 millones que el Central le transfirió al Tesoro en mayo, y los $210.000 millones promedio de junio y julio, en agosto el cheque del BCRA ascendió a sólo $40.000 millones".
En los cálculos de Dal Poggetto, el gasto primario crece ahora a la mitad del ritmo de abril y mayo, y en agosto habría seguido bajando.
El intento de alinear las principales variables económicas para llevarle un plan al FMI enfrenta dos barreras importantes: la desconfianza de buena parte de los agentes económicos sobre las decisiones oficiales y la efervescencia política entre el Gobierno y la oposición, que suele emitir mensajes más potentes que la marcha de variables económicas.
Daniel Fernández Canedo