La palabra gurú proviene del sánscrito “gurús” y significa “maestro”. En el hinduismo se utiliza para nombrar al “líder espiritual”, aquel que enseña el sendero del yoga, el técnico de meditación y a quien se le piden consejos sobre la vida.
Se puede decir, entonces, que un gurú es una persona que, por su experiencia y conocimiento en ciertos temas, ofrece una lectura de las situaciones y los problemas que resulta distinta y más efectiva de lo que podría leer y proponer la mayoría.
Tomando lo anterior de referencia, nos preguntamos: ¿Cómo podemos definir a un/a gurú financiero/a? ¿Qué deberíamos tener en cuenta a la hora de elegir uno/a a quien seguir y qué deberíamos esperar de él/ella?
A continuación, abordaremos estas cuestiones e intentaremos arribar a una conclusión sobre la importancia de los gurús financieros en nuestra vida.
¿Cómo definir a un gurú financiero?
Un/a gurú espiritual hará consideraciones sobre temas abstractos de la vida para ayudarnos a comprender mejor los obstáculos que se nos presentan y encontrar la forma de superarlos. ¿Un gurú espiritual debe hacer predicciones sobre lo que puede pasar? Mi opinión es que no, pero sí es indudable que por su capacidad de interpretación estará mejor preparado que la mayoría de las personas para proyectar el devenir y sus posibles resoluciones.
Dicho esto, ¿cómo podemos definir a un gurú financiero? Aquí es cuando aparece un error conceptual clásico: tanto pequeños ahorristas como gente avezada en la materia piensan que un gurú financiero debe saber estimar a cuánto se va ir el dólar a fin de año o si conviene comprar acciones de una empresa determinada en lugar de otra.
Tan convencidos estamos del poder de ciertas instituciones que solemos pensar que el título de economista de una universidad y los posgrados y doctorados que ostenta una persona la convierten inmediatamente para nuestros ojos en gurú sobre temas de dinero y finanzas. También creemos que su propio éxito económico la habilita a decirnos qué debemos hacer con nuestra vida financiera. Su palabra se santifica a medida que más medios la consultan, citan como experta y mencionan sus libros publicados. Sus predicciones nos parecen infalibles: nos convencemos de que, para ganar dinero, lo único que hay que hacer es obedecerla en todo, aun cuando antes de escucharla pensábamos distinto sobre un tema puntual.
Sin embargo, en algún momento chocaremos con la realidad y la experiencia resulta decepcionante. En la Argentina no creo que haya un solo economista (me incluyo) que no se haya “quemado” intentando anticipar el valor del dólar para los próximos meses. O que la haya pifiado con sus predicciones bursátiles.
El tema se vuelve más complejo cuando incluimos en esta ecuación una variable clave: el conflicto de intereses. Me refiero a supuestos gurús financieros que hacen predicciones intentando generar un movimiento de precios en el mercado que les haga ganar dinero, ya sea motivando compras o ventas masivas de un activo financiero (desde divisas hasta acciones) como cobrando un sueldo por debajo de la mesa al favorecer los intereses de un grupo económico y/o político.
El conflicto de intereses se traduce en que el gurú no está actuando como un pronosticador transparente y honesto, sino escondiendo sus intenciones para hacernos creer que realmente realizó un análisis completo de la situación para beneficiarnos a nosotros y a nadie más.
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