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El "modelo Arcor" de Cristina complica el plan de Alberto para acercarse al establishment

Hay una extraña coincidencia entre Cristina Kirchner y el establishment. El diagnóstico de una falta de liderazgo político para enfrentar la crisis que Alberto Fernández debe resolver con un pacto social. El problema es que esa salida los excluye mutuamente. Para la dueña de los votos, la conducción empresaria sigue anclada en el plan trazado durante la gestión de Mauricio Macri que trajo una lluvia de devaluaciones, fuga de capitales y desvalorización de activos. Y por tanto, la "nueva normalidad" compartiendo actos como el del 9 de julio con la "derecha" del poder económico.
En forma especular, los hombres más ricos del país descubren en ella el principal escollo para reactivar la economía y definir el rumbo de sus negocios.
"Hay un amplio grupo de la coalición que parece estar en desacuerdo con la foto del Presidente junto al G6 y no hay conciencia de la crisis que se viene", advierte un conspicuo miembro de esa elite. Sus sospechas se vieron confirmadas un domingo atrás cuando la vicepresidenta celebró en un tuit la columna de Alfredo Ziat en Página/12 y desató una convulsión política inédita dentro del Frente de Todos.
Según el economista, Techint y Clarin son los cabecillas de la actual resistencia contra el proyecto de "desarrollo nacional", una postura que se explicaría por su internacionalización, su inserción en áreas monopólicas o la deriva financiera de sus excendentes. La misma suerte correría el resto del "bloque de poder" integrado por la Asociación de Empresarios Argentinos (AEA) y el Grupo de los Seis (G6), con una llamativa excepción hecha por el periodista al pasar: el grupo Arcor, de la familia Pagani, cuyos negocios dependen en un 70% del mercado interno y es vista como un ejemplo de éxito.
La mención a Arcor generó de inmediato una ola de especulaciones en el ámbito empresarial. ¿Por qué el kirchnerismo ve en esa empresa virtudes que no encuentra en otros gigantes de la industria argentina y lo presenta como el modelo de empresa con la cual articular un modelo de desarrollo en una cooperación Estado-sector privado? Lo cierto es que los primeros sorprendidos fueron los directivos de la firma de Arroyito.
Si bien desde la empresa no hicieron comentarios, iProfesional pudo saber por fuentes del sector que la nota fue comentada en su primera plana y se decidió no darle más entidad que una anécdota de la polémica política nacional. En el entorno del grupo, según las mismas fuentes, atribuyen la estima kirchnerista al hecho de que se trata de una empresa que cuyo ingreso no depende de contratos con el Estado y cuya actividad coincide con el discurso político de agregar valor agregado a las materias primas sin limitarse al rol de exportador de commodities. Por otra parte,estiman que la buena imagen de Arcor -evidente en los múltiples reconocimientos en los rankings sobre empresas- y su tradición de mantenerse al margen de conflictos políticos es un factor que influye para esa mención positiva.
Pero, sobre todo, creen que no hay un acuerdo sobre hacia dónde ir en el Gobierno y dentro de esa pelea intuyen que, más que estar pensando en algún tipo de alianza específica que tenga a Arcor como protagonista, el kirchnerismo busca despegar a Alberto de las representaciones empresarias menos afines, muchas de las cuales tienen una fuerte influencia en las agremiaciones del G6 que estuvieron presentes en el acto del 9 de julio y apoyaron la cruzada de Mauricio Macri contra la "corrupción K", un capítulo que involucró al propio Rocca y que sigue preocupando a Cristina.
Los balances de Arcor sintieron el impacto de la recesión sumada al de la cuarentena
Los balances de Arcor sintieron el impacto de la recesión sumado al de la cuarentena

Caramelos amargos

Lo que está claro es que la firma de consumo masivo con más mercados abiertos en el mundo titila en el radar oficial para el armado económico y social postcuarentena.
La expresidenta debe mirar balances y sacar cuentas. Después de registrar pérdidas por segunda vez en su historia el año pasado y cerrar tres de sus 23 plantas en el país, la compañía levantó cabeza en el primer trimestre de 2020, con una ganancia de $476 millones gracias a la reducción de costos fijos.
Sus ventas cayeron, pero salió bien parada en relación a Molinos y Mastellone, la dueña de La Serenísima. Tanto es así que compró u$s4.000 millones en acciones para alcanzar el 49% de la láctea y consiguió $2.600 millones para refinanciar deudas bancarias y expandirse dentro y fuera del país, un monto cinco veces mayor al que había salido a buscar.
En otras palabras, los inversores también ven con interés a la mayor fabricante de golosinas en el planeta. En cambio, su CEO, Luis Pagani, mantiene una prudente distancia de Cristina como de su candidato electo.
Pero no siempre fue así. Desde la AEA, un sello creado durante el gobierno de Eduardo Duhalde para aglutinar a los partidarios de la devaluación, el señor de las golosinas vaticinó en 2003 que Néstor Kirchner era el hombre "adecuado" para reordenar el país. Habían pasado cinco meses de su asunción y Alberto era su jefe de Gabinete.

Las tensiones afloraron en 2007, cuando la entonces candidata presidencial visitó la entidad. En ese encuentro, Pagani elogió las políticas de su esposo, le pidió contener la creciente inflación y expandir la inversión en energía. Y ella, luego de chicanearlo por evitar "recetas monetaristas", defendió el índice del INDEC ya intervenido y negó que hubiera una crisis energética.
El contador volvió a marcar territorio el jueves pasado al inaugurar un gasoducto vinculado a su complejo industrial en Arroyito, Córdoba, junto al gobernador de esa provincia, Juan Schiaretti. En el acto por zoom, Pagani destacó la "articulación público privada" de una inversión conjunta por u$s300 millones iniciada en 2011, en la que su empresa habría aportado unos $25 millones.
Schiaretti fue de los primeros caciques peronistas en desmarcarse del fallido experimento en Vicentin. Alberto se arrepintió en los últimos días de la iniciativa que estalló los frágiles puentes que había empezado a tender en diciembre pasado con los popes de AEA.
En ese almuerzo, Fernández les explicó a Pagani, Rocca y Magnetto sobre el rojo fiscal heredado de Macri, se comprometió a "ayudarlos" a invertir y producir, y les pidió "un mayor esfuerzo". Pero la luna de miel extendida hasta el 2007 con Néstor Kirchner y el 2018 con Macri, se interrumpió a poco de llegar al poder el Frente de Todos. Ya en marzo, con el desplome de la actividad por la cuarentena, el mandatario se enfrentó con el dueño de Techint por 1.450 despidos. La situación forzó al gobierno a prohibir las cesantías por decreto, pero el holding los mantuvo. Y ahora podría desafectar otros 1.500 empleos en su planta de Campana de no sellar una rebaja salarial del 50% con la UOM.

¿Zanahoria o disciplinamiento?

¿Facilitará un nuevo acercamiento la nueva flexibilización anunciada? En el círculo rojo, se impacientan. Todavía no ven una "zanahoria" y aseguran que la crisis en curso no será ni como la del 2002, como sugiere Duhalde, ni como la de 1989, la hipótesis de Domingo Cavallo. Aunque la pandemia golpeó a todos los países, los empresarios creen que la Argentina está peor.
Mientras casi toda la región aumentó sus reservas, Argentina perdió un 12% en los últimos 10 años hasta tocar los u$s43.000 millones. Y a eso hay que sumarle una economía estancada hace 12 años y con cinco recesiones en su haber desde el 2008.

En la cúspide del poder económico, se preparan para un escenario con un 50% de pobreza y mayor desempleo. El Gobierno también. Por eso, Alberto puso en marcha el diálogo social. Luego escuchar las críticas de Cristina, la Rosada convocó a una reunión multisectorial, con una comitiva del G6 reducida a dos miembros, y una delegación sindical ampliada a tres representantes, entre ellos el líder de la CTA, Hugo Yasky, que en sintonía con la vicepresidenta planteó sumar a las pymes y pequeños productores y reflotar el nuevo contrato social con reminescencias gelbardianas propuesto por la expresidenta al presentar "Sinceramente" en 2019 en la Feria del Libro.
La compañía logró el respaldo del mercado de capitales, a pesar del contexto negativo para los negocios
La compañía logró el respaldo del mercado de capitales, a pesar del contexto negativo para los negocios
El guiño a Arcor apuntaría no solo a sumar a un exponente del "mercado interno", sino a quebrar el bloque conducido por Rocca y compañía. En los sectores más duros del Frente de Todos aseguran que Alberto se pasó de amistoso con aquellos que operarían para aislar a Cristina.
Más informal, la reunión de Sergio Massa y Máximo Kirchner con el banquero Jorge Brito y Eduardo Eurnekian en cambio sí colaboraría con el objetivo de identificar posibles aliados. Hay quienes se preguntan en el oficialismo si es posible convivir por las buenas con Marcelo Mindlin, el zar de la energía con quien se mostró Fernández y que podría cansarse del congelamiento de tarifas.
Y sugieren que un endurecimiento serviría para frenar una eventual insubordinación de los grandes dueños, un escenario anticipado ya en octubre pasado por el ala K del gabinete.
Con la crisis en una nueva fase, las presiones de hecho crecieron. Dentro de la AEA, por caso, buscan un reemplazo a Martín Guzmán en el Ministerio de Hacienda, una vez cerrada la deuda. Y coinciden con la cúpula de la UIA en que el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, no solo los escucha. Además, dicen, es "el hombre" que puede definir un plan económico en una situación delicada.
Es que para algunos,"la democracia empezó a estar en riesgo" tras las protestas del 9 de julio pasado fustigadas por la oposición y parte del establishment. Por ello, hay industriales que apuestan a una mesa más parecida a la impulsada por la vicepresidenta. "Sin las grandes no alcanza, pero solo con las grandes no es suficiente, necesitamos más Arcor", dijo Walter Andreozzi, miembro del comité ejecutivo de UIA.
El problema es que por ahora no hay señales de que el hombre de los caramelos quiera sumarse a ese banquete.



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