Mientras la mayoría mira al dólar en sus diferentes versiones e imagina bicicletas financieras de todos los colores, las acciones argentinas están teniendo el mejor mes en mucho tiempo, con subas que promedian el 25% en apenas 30 días.
El potencial arreglo de la deuda con los acreedores privados del exterior y el optimismo ante las pruebas exitosas de distintas vacunas contra el Covid-19 generaron una ola compradora que tiene muy contentos a los inversores bursátiles.
Llegado este punto, la pregunta que cabe hacerse es: ¿la suba está agotada y conviene bajarse del tren o recién llegamos a la primera estación y queda mucho por recuperar o ganar?
Recordemos que, en dólares, hay acciones líderes que cotizan actualmente al 15% de lo que supieron negociarse hace poco más de dos años.
En la columna de hoy, intentaremos contestar con argumentos la pregunta fundamental. Se trata de un ejercicio que cada inversor debe realizar antes de tomar una decisión, que será suya y de nadie más.
Cara en el corto, pero barata en el largo
Los meses de junio y julio produjeron ganancias en la Bolsa. Algunas acciones argentinas mostraron avances superiores al 50%. Tamañas subas espantaron a más de uno. Resulta difícil, en este contexto de pandemia y crisis no pensar que el rally dejó demasiado altas algunas cotizaciones. Sin embargo, si miramos más atrás en el tiempo podríamos razonar que el movimiento alcista recién está comenzando.
Observemos el ADR (la acción que cotiza en Nueva York) del Grupo Financiero Galicia (GGAL): el 19 de enero de 2018 llegó a cotizar a 73,45 dólares. A partir de allí, fue todo barranca abajo hasta llegar a un mínimo de 5,66 dólares el 27 de abril de este año. De punta a punta, derrapó un 92%. Caídas de esa magnitud se dan, por lo general, en acciones de empresas que están en default, pero sabemos que el Galicia -al igual que otros bancos del sector- está lejos de declararse en quiebra. Luego vino el rebote desde esos mínimos hasta el nivel actual (al momento de escribir esta nota) de 12,5 dólares.
Ahora bien, si tomamos el valor de GGAL antes de las PASO de 2019 (38,81 dólares) como un punto intermedio entre el precio actual y su máximo de 2018, podemos apreciar que para llegar a esa zona debería subir casi 200%. No olvidemos el horizonte sombrío que reinaba en las PASO: deuda en virtual default, economía en fuerte recesión y sin perspectivas de rebote, consumo por el piso, fuga de divisas, devaluaciones repentinas y cambios constantes de autoridades en el Palacio de Hacienda y el Banco Central. No era el mejor de los mundos y las cotizaciones reflejaban esa depresión, por lo que aquellos precios de las acciones bien podrían ser una meta alcanzable en un escenario de recuperación económica, más allá de la escasa simpatía del mercado por el gobierno de turno.
Es innegable que la economía argentina está en un momento extremadamente delicado, pero la brutal caída de la actividad durante la pandemia lleva a que toda recuperación termine siendo probablemente muy pronunciada, puesto que sienta unas bases muy bajas desde donde comenzar a crecer o, mejor dicho, recuperarse.
Así lo entienden, por ejemplo, los analistas del banco de inversión norteamericano Barclays, quienes pronostican una expansión del 9,2% para la economía argentina en 2021. En resumen, es posible que la Bolsa argentina esté cara en el corto plazo y se produzcan algunas correcciones, pero resulta muy difícil sostener que está cara en el largo plazo. Todo parece indicar que abundan las ofertas y es momento de comprar.
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