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Las amenazas del gobierno de Larreta: "o sos voluntario o te vas"



Con la excusa de la cuarentena y la lucha contra el Covid-19 el gobierno porteño aprieta trabajadores y los suman a tareas para las que no les proveen siquiera de alcohol en gel.


La cuarentena en la ciudad de Buenos Aires es la más estricta de la Argentina y desde un primer momento todas las áreas de la vida cotidiana porteña se vieron afectadas por las restricciones. Entre ellas, una que se sostiene en sus medidas es la que abarca a los empleados públicos.
A partir del momento en que la pandemia por el coronavirus se instaló con fuerza, la gran mayoría de los trabajadores que dependen del gobierno porteño vio paralizada su actividad laboral. En este marco, y desde hace ya varias semanas, quienes están sufriendo la precarización más que nadie son quienes revisten en la categoría “contratados”, que suman unos 18.000 y que sobreviven con convenios basura multiplicados por la gestión del PRO desde hace una década y media.
¿En qué consiste el manoseo del trabajo de los asalariados del Estado comunal? En obligarlos a sumarse como “voluntarios” para calzarse un chaleco con los colores del PRO y poblar esquinas porteñas con el fin de decirles a los transeúntes cómo ponerse los tapabocas. O peor: asistir con diversas funciones en hoteles donde se encuentran aislados pacientes positivos de Covid-19. Sin herramientas, sin protección acorde, en algunos casos sin siquiera alcohol en gel.
La manipulación de los trabajadores porteños tiene un marco teórico amparado en el programa denominado Servidores Públicos, surgido tras el estallido de la pandemia y que funciona bajo la órbita de la neblinosa Secretaría de Transformación Cultural, manejada por la funcionaria multitarget María Paula Uhalde, dependiente a su vez de Jefatura de Gabinete, aunque la cartera bajo la que se motoriza la extorsión de los contratados y su transformación en “voluntarios” es el Ministerio de Modernización, eufemismo con el que el PRO denomina a la oficina encargada de eliminar contratos y reemplazarlos por amigos y favorecidos de diversa índole.
“Me llamaron por teléfono todos los días hasta que dije que sí”, indicó ante Infonews un trabajador contratado en una de las dependencias que se encuentra bajo el paraguas de la Jefatura de Gabinete que maneja el siempre sonriente Felipe Miguel (“casado con Sofi, papá de Martu, Segundo, Joaco y Santi. ¡Todos bien bosteros!”, tal como indica su cuenta en Twitter).
En otro ámbito de la Ciudad, más precisamente en el de Cultura, los contratados penden de un hilo igual de débil que el resto. “Estuve parada cuatro horas en una esquina diciéndole a la gente mayor que se ponga barbijo y a los padres con chicos que no saquen a los nenes a la calle”, dijo por su parte a este portal una trabajadora de una de las dependencias de ese sector del gobierno porteño.
La situación en los hoteles es más grave porque se trata de trabajos puntuales que suelen realizar aquellos con conocimientos en salud, pero que en este caso son puestos cubiertos por quienes no tienen formación alguna en el tema y que se encuentran ahí solo para no ser despedidos.
“Me tocó estar varias horas en un hotel lleno de personas aisladas por haberles dado positivo el test del coronavirusNi siquiera tenía alcohol en gel para llevar encima”, puntualizó a Infonews un empleado de Infraestructura, otro de los ámbitos castigados por los caprichos de la primera línea de la burocracia larretista.
En tanto, el Sindicato Único de Trabajadores y Empleados de la Ciudad de Buenos Aires (Sutecba), reafirmó su lugar de legitimador de las políticas del macrismo cuando celebró la creación del cuerpo de “voluntarios”: Sin embargo, ante la constante llegada de denuncias sobre las condiciones en las que se está llevando a cabo ese falso voluntariado, la conducción del sindicato a cargo del vitalicio Amadeo Genta emitió un comunicado en el que subraya la precarización. En un texto difundido el 30 de mayo, Sutecba achaca a “un grupo significativo de funcionarios políticos” la situación de “maltrato, impertinencia y arrogancia” con la que están llevando adelante la situación, que el sindicato relaciona con “comportamientos autoritarios e indignantes”.
Por su parte, ATE Capital también emitió un comunicado pero la acción de resistencia a las extorsiones ejecutadas por Rodríguez Larreta por el momento no fueron más allá de eso.
Más allá de los comunicados y las declaraciones altisonantes, los contratados apretados para “voluntariar” siguen en una situación límite en la que tienen que elegir entre ponerse el chaleco amarillo o quedar indefensos ante los caprichos de un funcionario que de un momento a otro podría firmar la cancelación de sus empleos.
Además, el contubernio en el que se enroscan gobierno y Sutecba se vuelve grave cuando los propios delegados gremiales aconsejan a los contratados aceptar las condiciones precarias que les tira encima la jefatura comunal para estar “más juntos”, según testimonios de distintas reparticiones.
Entre los ámbitos más castigados los trabajadores que vienen soportando destrato, extorsión y humillación por parte del Estado se encuentran afectados a las áreas de Desarrollo Humano, Cultura, Comunicación, Infraestructura y Hacienda entre muchas otras.
En ese marco, el Complejo Teatral Buenos Aires es uno de los espacios donde más “voluntarios” se buscan. Días atrás, el coordinador administrativo del CTBA, Leonardo Bellante, envió un audio a los trabajadores indicando las presuntas ventajas de sumarse como voluntarios. La amenaza fue clara: “Les tengo que decir que aquellos que no se anoten… nos está pidiendo Jefatura de Gabiente que informemos nombre y apellido, mail y teléfono para que ellos directamente los contacten a cualquier actividad que el Gobierno necesite”.
Al mismo tiempo la situación se replica en el Ministerio de Hacienda porteño, aunque de forma más explícita, ya que un funcionario de alto rango difundió entre los empleados un audio en el que dice sin filtro que “no lo tomen como una amenaza, simplemente como una obligación civil que tenemos como empleados públicos… todos tienen que llamar (y anotarse como “voluntario”), el que no llama, se va".

Superpoderes

La situación de precarización extrema de los trabajadores va de la mano con las flamantes facultades que la Legislatura porteña le otorgó en medio de la cuarentena a Horacio Rodríguez Larreta, quien desde ahora puede disponer de contratos y reubicaciones a sola firma, sin que medie negociación laboral alguna ni puedan intervenir los estamentos lógicos de las cadenas del universo del trabajo.

Trabajadores unidos

Ante el atropello, los empleados de Cultura, el área más castigada por los recortes desde hace 60 días, decidieron unirse (sin apoyo del sindicato) y emitir un comunicado en el que destacan “la disconformidad de lxs trabajadorxs del sector cultural del Estado de la Ciudad de Buenos Aires, en relación a la reasignación de tareas que lleva adelante el actual gobierno de la ciudad, a través de la resolución RESFC-2020-GCABA-MJGGC EEN° 13.833.467-GCBA-SECTC/20”.
En el texto, remarcan que los trabajos que se ven forzados a realizar deberían “ser llevados a cabo por personas preparadas e idóneas para ello”.
“Reasignar a los trabajadores del sector cultural a trabajar en hoteles, vacunatorios y otros comprobados focos de infección, pone en riesgo nuestra integridad física, ampliando significativamente la posibilidad de contagio y circulación del virus, y contribuyendo irresponsablemente al aumento general de la curva epidemiológica”, dicen.
Además, exigen que, por el contrario, se les “asignen tareas que puedan ayudar a paliar el enorme daño económico que se está generando en el ámbito de la cultura y de ese modo colaborar en la creación y producción de contenidos culturales que puedan contribuir en esta época de emergencia a la prevención, información, pensamiento y reflexión y/o entretenimiento; poniendo en práctica las competencias por las cuales fuimos contratados”.

infonews


Un trabajador muerto por Covid-19

Días atrás, luego de una semana internado en el Sanatorio Méndez, falleció por Covid-19 Víctor Ávila, de 32 años, quien era trabajador del programa Juegotecas Barriales que depende del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad, que tiene sus instalaciones en el edificio Elefante Blanco en Villa Lugano.
Víctor vivía en la Villa 31 junto a su esposa y sus cuatro hijos, quienes se encuentran internados en el Hospital Muñiz bajo tratamiento por el coronavirus.