El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, lo advirtió hace pocos días: “El coronavirus estará con nosotros mucho tiempo”. Pese a estas declaraciones y otras de infectólogos, epidemiólogos y más especialistas, muchísima gente cree que pronto volveremos a una vida igual a la que teníamos antes de la pandemia.
La cantidad de horas diarias que pasamos frente a las distintas pantallas (computadoras, smartphones y televisores) venían creciendo durante la última década gracias a los avances tecnológicos, pero en estos meses se multiplicaron exponencialmente para saciar la sed humana de interactuar e informarse.
Ahora bien, ¿qué pasó con el dinero? ¿Cuánta gente incorporó sus finanzas personales a la era digital? ¿Acaso tiene sentido adaptarte a la vida virtual dejando a un margen la relación con el dinero y pretendiendo mantenerla en modo analógico?
En la columna de hoy, abordaremos un asunto para muchos incómodo: las finanzas digitales como paso necesario para agilizar y fortalecer las finanzas personales. Se trata del puente que puede cerrar la brecha entre quienes adoptan las nuevas herramientas y se entregan por entero a los nuevos modos de relacionarse y quienes se incorporan al mundo laboral a distancia y el aislamiento en los vínculos sociales intentando dejar al margen su relación con el dinero, ya sea por temor o desconocimiento.
Finanzas digitales para generar ingresos
Los ingresos son el combustible de las finanzas personales. Sin combustible, la maquinaria no funciona. Hoy en día la “coronacrisis” está produciendo una caída en los ingresos de la gran mayoría de la población, que, como dato positivo, cuenta con más tiempo libre para dedicarse a proyectos personales.
La conclusión es simple: si ahora todos pasamos más tiempo en nuestra vida digital que en la analógica, ¿por qué no encarar de una vez por todas un nuevo proyecto personal que pueda ser vendido a través de Internet, ya sea mediante las redes sociales, Google Ads o campañas de mailing?
Sucede que el comercio digital es muy distinto al analógico en aspectos muy importantes: las barreras de entrada son casi nulas, los costos fijos bajísimos y los riesgos de contagio de Covid-19 inexistentes.
Podés contratar a valores muy accesibles a cualquier profesional para ayudarte a darle forma a tu nuevo proyecto generador de ingresos (diseñadores, webmasters, programadores, especialistas en publicidad online, comunity managers, etc.) en sitios como workana. De manera muy sencilla, podés abrir en 15 minutos una cuenta de Paypal para cobrar en dólares por tu producto o servicio a potenciales clientes extranjeros. Podés hacerlo por Mercado Pago o PayU para que los clientes argentinos puedan pagarte con tarjeta de crédito en cuotas, transferencia bancaria o efectivo (a través de las redes de Pago Fácil y Rapi Pago).
Podés registrar con muy poco dinero tu propio dominio web en Nic.ar y luego mantenerlo activo con un sistema pago de renovación anual.
De manera gratuita, podés crear una cuenta en Facebook, otra en Instagram y otra en Twitter para promocionar tu proyecto. Podés grabar y subir videos en Youtube utilizando tu smartpohone para explicar las ventajas de tu producto o servicio e invitar a aquellos interesados a conocer más a tu página web, desde donde intentarás generar ingresos.
Podés crear una lista de base de datos de manera gratuita en Mailchimp o SendFox para enviar desde allí tus promociones a quienes se hayan mostrado interesados en recibirlas (a partir de los 2000 contactos te cobrarán 9.99 dólares mensuales por el servicio).
Hasta aquí, las piezas más importantes para que puedas comenzar tu proyecto digital para generar ingresos. Ahora es cuestión de armar el puzzle e iniciar las pruebas.
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