Aunque con excepciones, el aislamiento obligatorio prolonga y acelera, por las malas, algunas transformaciones que ya se estaban dando en lo que refiere a los ingresos económicos y las operaciones financieras.
Hay casi 30% de habitantes en nuestro país que no están bancarizados. Son 12 millones de personas que se encuentran en proceso de bancarización forzado, donde el dinero físico cede ante el dinero electrónico por miedo al contagio de coronavirus por manipulación de billetes y monedas.
En la columna de hoy repasaremos consejos dirigidos a aquellas personas que están ingresando al mundo de las nuevas (y no tan nuevas) tecnologías para cobrar dinero o pagar.
¡Ánimo! Al principio resulta engorroso, es cierto, pero las ventajas que otorga el mundo electrónico son extraordinarias.
Comencemos de lo más fácil a lo más difícil.
El alias, el token y las transferencias bancarias
Se trabaja a distancia y se cobra y se paga por transferencia bancaria.
Personas con ataques de pánico ante las temidas palabras home banking ahora no tienen escapatoria: deben aprender a utilizar estos servicios que proveen los bancos si quieren seguir percibiendo dinero a cambio de sus servicios o adquirir productos, pagar impuestos, etc.
Si bien cada banco tiene su sitio web, en general todos se parecen bastante. Así, para realizar una transferencia bancaria, primero se debe registrar la cuenta de destino (la cuenta de la persona o empresa a la que le vamos a transferir el dinero) cargando los datos que nos suministró previamente.
Como el CBU es muy largo, cada vez más se utiliza el alias de la cuenta conformado por tres palabras separadas por un punto. Imaginemos un ejemplo: hombro.cabeza.hogar. Al cargarlos en nuestro home banking hará que aparezcan todos los datos del destinatario. Esos datos los debemos revisar para constatar que, efectivamente, se trata de esa persona. Se trata del número de CUIL o CUIT, nombre y apellido del titular de la cuenta, tipo de cuenta (si es cuenta corriente o caja de ahorro) y banco. Al mismo tiempo nuestro propio Alias y demás datos para transferencia se encuentrarán siempre visibles dentro de nuestra cuenta, en caso de que nos deban realizar una transferencia podérselos informar a la persona en cuestión.
En muchos casos, existe una contingencia que debe ser sorteada la primera vez y donde muchos quedan atrapados. Se llama “token”. Es un código de seguridad que se utiliza para validar la transferencia. Para obtenerlo se necesita descargar en un smartphone la app del banco, ir luego a un cajero automático y realizar el trámite de alta. El banco provee las instrucciones. Aquí les dejo el link del instructivo de uno de los bancos.
Una vez dado de alta vía cajero automático el token de la app, tendremos el código numérico (que suele ser de 6 dígitos) para cargar cuando lo solicite el sistema. Atentos: este código se va regenerando cada 35 segundos, aproximadamente, por lo que debemos colocarlo rápidamente para que no pierda vigencia y nos veamos obligados a solicitar un nuevo código, que, de todos modos, nos llegará de inmediato al celular.
El token, además, nos servirá para realizar otras operaciones online, como pagar servicios e impuestos.
Por último, para aquellos que tienen miedo que algún hacker se meta en la cuenta bancaria y les robe el dinero transfiriéndolo a otro destino existe un mecanismo muy eficaz para que ello no suceda: por cada transferencia que se haga desde nuestra cuenta nos llegará por teléfono o por mail (a veces por ambas vías) una notificación instántanea de que la operatoria se está efectuando. Si no se ha ordenado ese movimiento, entonces debemos comunicarnos de inmediato con el banco y el mismo será anulado.
Una vez realizado este trámite, podremos transferir dinero desde la comodidad de nuestra casa. En este link podés leer algunos consejos de seguridad muy útiles para el uso del home banking.
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