La moneda está en el aire: si los acreedores de deuda argentina asentada en legislación extranjera no aceptan la oferta de reestructuración que ha elaborado el ministro de Economía Martín Guzmán, el país caerá en el default que ciertos analistas vienen profetizando y que el presidente Alberto Fernández ha dicho que prefiere evitar, pero ha bautizado como "default virtual".
¿Cara o cruz? Pronto lo sabremos. Argentina está haciendo una oferta "de buena fe" que supone empezar a pagar en 2023, con una fuerte baja de capital e intereses.
OPTIMISMO SANITARIO Y COMEZON ECONOMICO
La discusión sobre la deuda contribuyó a cambiar el foco de la atención pública, algo que ya empezaba a manifestarse. Esta semana, sea por la impaciencia que provocan la larga cuarentena y la obsesiva repetición del tema del coronavirus, sea por el considerable alivio sobre la situación sanitaria que despertó la muy prolija exposición del Presidente un viernes atrás, la sociedad se relajó, por así decir, reservó su disciplina al uso unánime de barbijos, pero incrementó desordenadamente la circulación en autos particulares y en transportes públicos y comenzó a desarrollar actividades productivas o comerciales no siempre incluidas en la lista de excepciones autorizadas.
Es paradójico que esas consecuencias deriven de una comunicación tan eficaz como la conferencia de prensa que condujo la otra semana el Presidente.
En su presentación, Alberto Fernández exhibió los logros de la estrategia seguida por Argentina; se está consiguiendo el objetivo de achatar la curva de expansión de la epidemia y hacer más lenta la velocidad de reproducción de los contagios. Esto se traduce en cifras de afectados y muertos que son marcadamente inferiores a las del resto de la región y, ciertamente, a las de los países que encabezan la triste lista de mayor número de víctimas: Estados Unidos, Italia, España. También se traduce en más tiempo para mejorar el sistema de salud, ampliando el número de camas y de recursos y perfeccionando los procedimientos para el caso de que la cúspide de la epidemia los exija al máximo.
DECISIONES PESADAS
Estas previsiones incluyen detalles delicados. En la órbita del ministerio de Salud se están elaborando normas y protocolos destinados a determinar criterios de asignación de recursos hospitalarios (terapia intensiva, básicamente) en caso de que estos resulten escasos ante picos de demanda por la epidemia (que es lo que se trata, lógicamente, de evitar). La previsión toma en cuenta experiencias como la de Italia, cuando eran los médicos directamente involucrados los que tenían que cargar esa responsabilidad sobre sus espaldas ("Como en la guerra, tenemos que escoger a quién salvar"). Se trata de que un protocolo general decida anticipadamente sobre esa pesada resolución ética, una tarea que el gobierno tampoco quiere dejar en manos exclusivas de funcionarios, sino cruzar con los criterios de epidemiólogos, gerontólogos y figuras de consulta científica y moral.
Para tener un parangón, se puede señalar que en Suecia, el prestigioso Instituto Karolinska (que asigna anualmente los premios Nobel de medicina) instruyó a sus profesionales sobre los criterios de asignación de recursos de terapia intensiva. El protocolo indica que, a la hora de priorizar, no se asignarán cuidados intensivos a los mayores de 80 años, ni a los mayores de 70 con fallas significativas en más de un sistema de órganos ni a los mayores de 60 con fallas en más de dos sistemas de órganos (cardíacas, pulmonares, renales, por caso). El documento -que fue publicado por el vespertino Aftonbladet, de Estocolmo- señala también que en situaciones de emergencia podrían inclusive interrumpirse los cuidados intensivos a quienes pertenecen a aquellos grupos aunque ya los estuvieran recibiendo.
Como se ve, las responsabilidades de las que los gobiernos, los funcionarios y los trabajadores de la salud tienen que hacerse cargo pueden ser dramáticas.
EL OTRO VIRUS
En todo caso, el virus económico pugna ahora, aunque todavía solapadamente, por el rol prioritario en la atención política que sin dudas durante estas semanas y hasta el momento mantiene la amenaza epidémica. Es una lucha entre dos peligros, uno de las cuales está infectando y matando y otro no menos inquietante: la situación de todos aquellos que no tienen ni un ingreso (ni un puesto de trabajo) asegurado, o la de quienes tienen empresas con obligaciones -impositivas, salariales, ante proveedores o ante locadores- y deben mantener cerradas sus puertas o, en el mejor de los casos, abiertas pero con una clientela fuertemente reducida por las circunstancias, para no hablar de los changuistas sin changas, de los que no pueden "hacer la diaria".
Esta semana, ante una comisión del Senado, el mismísimo ministro de Salud, Ginés González García, reflexionó: "La cuarentena no se puede prolongar indefinidamente" y dio algunas ideas sobre cómo empezar a abrir y flexibilizar las medidas de clausura. No es un dato irrelevante que sea un reconocido sanitarista como el ministro -un funcionario que, contra lo que aventuran algunos mentideros, cuenta con la confianza política del Presidente- el que transmita estas señales de apertura. Es una manera de indicar que el gobierno tiene conciencia de que el virus económico debe ser contrarrestado. En rigor, en su exposición del viernes 10, el Presidente puso en manos de los gobernadores y las autoridades locales la responsabilidad de la primera puntada de las aperturas: son ellos los que deben proponer tanto el listado de actividades a autorizar como los protocolos sugeridos para su puesta en marcha, de modo de que no desbaraten la ofensiva contra la pandemia. La iniciativa debe ser local, aunque autoridad nacional se reserva la última palabra, con supervisión de los epidemiólogos.
En esa dirección se expresó el ministro de Salud: González García señaló que la actividad podría iniciarse en el interior, en localidades y pueblos donde el coronavirus no ha penetrado significativamente. "En el centro sur y el oeste de la provincia de Buenos Aires -citó como ejemplo- no hay problemas. No han tenido casos y lo único que hay que controlar es lo intra jurisdiccional. Pero intra pueblo puede haber un mecanismo con comercios abiertos y controlar que no haya más de dos personas y no estén a corta distancia". Pero el ministro destacó que la iniciativa local se mueve lentamente, aunque es ella "la que tendrá que decidir". Y agregó: "Me sorprende el espíritu reactivo que hay en esos lugares. Están muy contentos con mantenerse encerrados y no tener problemas".
LAS BARBAS DEL VECINO
Intendentes y gobernadores tienen que estar atentos, porque en muchos lugares la procesión va por dentro. El gobierno nacional no sólo puede pagar costos por sus propias acciones o inacciones, sino también por lo que hagan o dejen de hacer las autoridades locales.
En Estados Unidos y en Brasil se observan estos días tironeos entre poderes locales y autoridades nacionales. Donald Trump enfrenta a gobernadores de grandes estados que sufren la pandemia (California, Nueva York) y que, además, siendo del partido Demócrata, están del otro lado de la grieta política. El Presidente pretende que la economía de Estados Unidos se ponga en movimiento y rechaza las cuarentenas rígidas que imponen aquellos gobernadores. Esgrime la condición de gobernante supremo que le otorgaría al Presidente la declarada emergencia nacional, equiparable, para él, a una situación de guerra.
Jair Bolsonaro, en Brasil, también tensa la cuerda con gobernadores que quieren más cuarentena, mientras él insiste en que Brasil no debe detener su actividad. En esa cruzada, que lo ha llevado a pelear con su propio ministro de Salud y a desdeñar el peligro de la pandemia, ha perdido poder político y puntos de opinión positiva, pero mantiene, sin embargo, un considerable apoyo de opinión pública.
Tanto Trump como Bolsonaro presiden países que sufren gravemente la pandemia. Estados Unidos va en el mundo a la cabeza en número de infectados y de muertos; Brasil lidera el ranking latinoamericano.
En la Argentina, con un panorama sanitario por ahora bajo control, no se advierten tensiones entre el poder nacional y los gobernadores (incluyendo a los no oficialistas) por el tema de la cuarentena, pero es posible que unos y otros terminen sufriendo presiones de los sectores que se sientan más afectados en lo inmediato por el virus económico que por la amenaza pandémica.
Esta semana el Presidente recibió la visita conjunta de empresarios y líderes sindicales de la construcción. El secretario general del gremio advirtió diez días atrás que si no se reactiva el sector habrá 100.000 trabajadores más en la calle. Alberto Fernández respondió que ya estaba en marcha una reactivación de la obra pública, pero el sector está interesado en que se ponga en marcha la construcción privada, que da más trabajo (e influye sobre más rubros de la actividad). El Presidente no dio respuestas a ese planteo: sólo espera que los gobiernos locales tomen la iniciativa y presenten protocolos adecuados de seguridad sanitaria (como los que en la obra pública ya se aplican). Empresas y sindicato, que han elaborado soluciones para ese tema, deben ahora convencer a gobernadores e intendentes. La solución se demora y el tiempo corre. Y con el paso del tiempo, la impaciencia.
Conviene tomar en cuenta la suerte de las barbas del vecino: en la capital del estado de Michigan, Estados Unidos, ayer se verificaron manifestaciones de vecinos armados reclamando contra la cerrada cuarentena que impone la gobernadora, Gretchen Whitmer. En Lombardía, epicentro de la pandemia en Italia, se registran numerosos casos de actividad económica clandestina, que desafían la rígida cuarentena; lo propio va ocurriendo en otros puntos de la peninsula mientras se acrecientan las presiones para retomar la actividad económica. En España, el gobierno ya ha decidido poner gradualmente en marcha la actividad productiva, y en Francia el presidente Macron promete la vuelta a la actividad (escuelas y comercios, por caso) a principios de mayo. En Alemania, Angela Merkel ha anunciado que Alemania reiniciará la vida pública de forma paulatina en las próximas dos semanas. A partir del lunes, se reactivará parte de la economía no esencial y, desde principios de mayo, los colegios volverán a su actividad de forma paulatina. Entretanto, la Academia Alemana de las Ciencias, que reúne a algunos de los científicos germanos más reconocidos, proponer una estrategia de "regreso paulatino a la normalidad".
El cuadro de cauteloso optimismo sobre la situación sanitaria que pintan las autoridades argentinas estimula la preocupación por el virus económico y parece también aconsejar más celeridad en la reactivación paulatina. A cara o cruz.
Jorge Raventos
