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Se cayó la venta de Garbarino: por qué los dueños de Havanna ya no quieren comprar la cadena de electrodomésticos

El fondo Inverlat acaba de bajarse de la compra de Garbarino. No logró acordar un proceso de reestructuración de la deuda con los proveedores de la principal cadena de electrodomésticos del país, a pesar de que en enero pasado había logrado sellar un acuerdo con los bancos acreedores.
La decisión fue tomada en las últimas horas, tras haberse empantanado las negociaciones con las empresas proveedoras de mercadería a las cuales Garbarino les adeuda alrededor de $7.000 millones.
El mes pasado, los ejecutivos del fondo inversor a cargo de negociar la compra habían concretado un acuerdo con los principales bancos acreedores y poseedores del mandato de venta de Garbarino.

En ese caso, lograron una fuerte quita de la deuda para, a cambio, hacerse cargo de las operaciones. La reducción habría sido de entre el 65% y el 75% de los $5.000 millones que se le adeudaban a varios bancos entre los que se encuentran el Santander, el Galicia que, a su vez poseen el mandato de venta de la empresa.

También acordaron una rebaja similar con los bancos provinciales Bapro y Córdoba para terminar de resolver el 85% de la deuda bancaria y con un grupo de entidades más chicas que tienen el 15% restante.

A partir de ese momento se inició el proceso de due diligence y las negociaciones con los proveedores para lograr una quita similar o, en su defecto, una fórmula que permitiera mantener activa la cadena con productos y mercadería a la vez que se iba cancelando la deuda. El objetivo era normalizar las relaciones, ya que en la actualidad las empresas dejan a Garbarino mercadería en consignación.Era el paso más importante de estas negociaciones debido a que este grupo de bancos es poseedor de la mayoría accionaria de Garbarino que heredaron tras el pacto de renegociación del pasivo financiero con los actuales dueños de la cadena.
En Inverlat no veían con buenos ojos este estilo de lazo comercial, más allá de que la fórmula minimiza los riesgos de incobrabilidad. Por eso la oferta para los proveedores era capitalizar los vínculos comerciales para que sean estables y poder ofrecer a esas empresas las 200 sucursales y el canal online para que puedan potenciar sus marcas de la mano ofertas, promociones y planes de cuotas.
Con esa fórmula intentaron seducir a los fabricantes para que además pudiesen así recuperar parte de lo que ya perdieron debido a la crisis de Garbarino, para luego arrancar con la segunda etapa del plan para reflotar la marca.
Otra de las principales medidas que los ejecutivos de Inverlat tenían en mente era la de recomponer la compra de productos y dejar que la mercadería llegue a consignación o se complemente con el stock de la propia cadena.

Sin embargo, los proveedores comenzaron a solicitar el cobro de la totalidad de la deuda. En especial los extranjeros como Samsung, Carrier y LG, que pidieron la cancelación de su pasivo en dólares, algo considera imposible por la situación de la empresa y por la evolución que tuvo la divisa norteamericana en el país.El objetivo era el de volver a los números del 2018, cuando los niveles de mercadería eran elevados para que el camino de la recuperación de Garbarino arranque casi de manera automática.
Esto llevó a que desde el fondo Inverlat se dieran por terminadas las conversaciones y que, de no mediar una vuelta atrás, Garbarino pueda entrar en concurso preventivo de acreedores al no haber entendido sus proveedores que la propuesta del fondo tenpia como objetivo rescatar a la compañía del fantasma del default o ofrecerles cobrar algo de la deuda.
De hecho, en la actualidad Garbarino tiene un patrimonio neto negativo de $5.000 millones, se encuentra casi sin stock de productos y el pago de sueldos podría complicarse.
Ahora, el futuro de la cadena es incierto. En el mercado se advertía que si Inverlat fracasaba en su intento por comprar la cadena, el camino de la quiebra es inevitable.

Con Carlos García a la cabeza, la cadena ha venido haciendo un trabajo arduo para poder cumplir con todos los proveedores y evitar la profundización de la
 crisis y que entiendan la gravedad de la situación.Sin embargo, desde otro sector se asegura que la operación con el fondo inversor podría reflotarse.  Para eso, el management actual de Garbarino buscará renegociar de manera directa un acuerdo con los proveedores en busca de una propuesta que sea atractiva para los dueños del fondo inversor.
Si lo logran, el deal con el grupo que también es propietario de la cadena Havanna podría volver a encaminarse, aunque los tiempos son escasos para poder tener éxito y sostener la viabilidad de la cadena que posee el 22% del market share del mercado de venta de artículos electrodomésticos.
Ocurre que no habría un Plan B. Es decir, otro grupo interesado en Garbarino más allá de Inverlat, un fondo financiero liderado por ex banqueros precisamente especializados a la compra y reestructuración de empresas con graves problemas financieros.
Se trata de una fórmula que el grupo liderado por Carlos Giovanelli; Guillermo Stanley; Damián Pozzoli y Osvaldo Pieruzzin ya probó con éxito en otras empresas que forman parte de su pool de activos.
Si se logra revertir el por ahora negro panorama, el plan de Inverlat para dar vuelta la negativa situación de la compañía de manera inmediata pasa por una fuerte y millonaria inyección de fondos, potenciar las ventas online, mantener la actual estructura de sucursales físicas y ofrecer financiamiento a los clientes.
Quedaría un mínimo resto de optimismo ya que el fondo es conciente de que Garbarino es la principal cadena de venta de electrodomésticos de la Argentina, que tiene una marca potente, que su tamaño físico no es un problema con sus 200 locales y que el market place por el cual utilizan el canal online sólo es superado en fortaleza por Mercado Libre. Con un menor endeudamiento, la marca puede dejar de pagar altos intereses y dedicar parte de esos fondos ahorrados a eficientizar sus estructuras y negocios.


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