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Salta el riesgo país: el mercado lee el aval del FMI como el anticipo una renegociación de deuda más agresiva

Fondos y analistas se sorprendieron porque el Fondo recomendó una reestructuración con quitas para los acreedores privados sin pedir a cambio mayores esfuerzos fiscales. Los bonos caen y el riesgo país sube por expectativas de una renegociación más larga y difícil

El mercado leyó en forma clara el mensaje del FMI: los que tendrán que pagar los platos rotos van a ser los acreedores privados. Los bonos soberanos argentinos arrancaron la rueda con caídas generalizadas del orden del 1% y el riesgo país salta casi 100 puntos a 2.134 unidades. Entre operadores y analistas no hay ninguna sorpresa por el hecho de que el organismo no considere “sustentable” a la deuda, tampoco porque haya recomendado buscar quitas en las tenencias de los bonistas. El mal sabor de boca se explica, mucho más, por la ausencia de cualquier mención a una mejora en las cuentas fiscales de la Argentina que pueda darles confianza de que el país tendrá con qué pagar sus deudas.
“La reacción inicial del mercado a la declaración del FMI es claramente negativa. Es la misma retórica de línea dura que escuchamos la semana pasada de (el ministro de Economía, Martín) Guzmán sobre la falta de voluntad para ajustar las cuentas fiscales como ‘no económicamente ni políticamente factible’ y una 'contribución significativa de acreedores privados´ requerida para la sostenibilidad de la deuda”, escribió Siobhan Morden de Amherst Pierpont Securities en una nota para sus clientes. “La retórica de línea dura podría reflejar una táctica de negociación para reducir los precios de la deuda y desalentar a los holdouts. La conclusión es que la única chance de éxito es que haya términos amigables. El único punto positivo de la declaración de ayer es que el FMI tendrá que flexibilizar sus propios reembolsos de préstamos”, agregó.
Apenas abrió el mercado, las cotizaciones de los bonos argentinos que cotizan en el exterior se cayeron en torno a 1%, con máximos en el título y el riesgo país saltó. El respaldo del FMI a una negociación dura de la Argentina con sus acreedores difícilmente cambie la postura de los tenedores de deuda, o en todo caso su capacidad de hacer reclamos en tribunales neoyorquinos en caso de que el país se vea forzado a caer en un impago.
Sin embargo, el principal servicio que podía prestarles el organismo que conduce Kristalina Georgieva a los bonistas, el de comprometer al Gobierno a un plan económico claro que les permita conocer la capacidad de pago de la deuda, no estuvo presente en el comunicado de ayer.
“Todo el mundo sabía que el FMI iba a pedir quita. Creo que lo que sorprende es que no pida esfuerzo fiscal junto con la quita”, dijo Juan Manuel Pazos de TPCG, una firma que asesora a tenedores de deuda argentinos. Ningún bonista va a aceptar un canje con quita si no es a cambio de un superávit primario robusto. Sin el superávit, el bonista no cobra a final del período de gracia tampoco", resumió.
En la mirada de los inversores, el respaldo del Fondo supone un aval para que Guzmán tome una postura más agresiva a la hora de hacer una oferta de reestructuración. Y, eso, hace más probable que el proceso se alargue más allá del deadline del 31 de enero que se impuso el ministro.
“La mayoría de los bonistas no ven al Fondo como un aliado sino como un competidor, porque si le pagan 100% eso quiere decir que le pagan menos al resto. El FMI quiere cobrar, quiere salir de este problema porque este ha sido un tema muy controversial dentro del organismo y si se pone en una posición demasiado agresiva con la Argentina se reducen sus chances de cobrar rápido”, comentó Alberto Bernal, de XP Investments.
“El aval del FMI permite prever que la negociación será más dura y, de ser así, más larga que de aquí al 31 de marzo. Si la negociación es muy dura los bonistas van a pelear, porque la Argentina no es tan importante en el mercado global, es sólo un mercado emergente más, se la puede dejar caer y litigar. Eso es mayor probabilidad de default”, concluyó Bernal.
Matías Barbería