La imagen que se tiene de una persona exitosa en asuntos de dinero es la de un ser omnipotente que se las sabe todas sobre finanzas y toma decisiones rápidas y efectivas sin importar lo que los demás piensen o digan.
La realidad, sin embargo, marca lo contrario. El éxito financiero no tiene que ver con la omnipotencia y la soberbia sino más bien con la humildad para reconocer que siempre conviene consultar otras miradas antes de actuar y la perspicacia para determinar quiénes pueden ser nuestros referentes en cada caso y en cada momento.
En la columna de hoy, aprenderemos cómo podemos emular este modus operandi de las personas de negocios más exitosas para transformar nuestra realidad financiera.
Omnipotencia vs. humildad
El término “omnipotencia” proviene del latín omnipotens, compuesto por omni (todo) y potens (potencia, poder). De allí que omnipotencia refiera a la sensación de que uno puede hacerlo todo, que no hay límites que condicionen sus acciones, aunque los espíritus más previsores también la relacionan con una mala medición de los riesgos, puesto que, si uno se siente omnipotente, cree que nada puede dañarlo.
El término “humildad”, por el contrario, hace referencia a aquel que admite sus limitaciones y entiende que, como todos, tiene puntos débiles. Una persona humilde sabe relativizar sus logros y virtudes y reconocer sus defectos y las equivocaciones que comete.
En la toma de decisiones, el omnipotente consultará poco y nada, mientras que el humilde hará una y mil preguntas que lo ayuden a elaborar una estrategia y ejecutarla. Cuando estas preguntas son realizadas a las personas indicadas, el resultado es el de la superación de las contingencias.
La humildad y el ingreso
Para el exitoso omnipotente hay un solo modelo de generación de ingresos: trabajar a destajo exponiendo el cuerpo a sol y sombra hasta llegar a las metas financieras que le permitan retirarse rico. Cualquier otro modelo que no tenga en cuenta el sacrificio es cuestionado. Se identifica con un jefe que vive ocupado y se hacer ver como una persona importante.
El exitoso humilde quiere aprenderlo todo. Pregunta, se capacita y pone en práctica lo aprendido con cautela, sin desesperarse por aplicar cualquier innovación. Avanza muchas veces a paso lento, pero firme.
Así, por preguntón, por curioso, por sus ganas de aprender nuevas técnicas y por su apertura a las nuevas ideas termina consiguiendo, en numerosas ocasiones, mejores resultados que el exitoso omnipotente. Lo hace en menos tiempo, con menos esfuerzo y disfrutando del camino, porque las nuevas ideas son alimento para su mente y le abren puertas a una sociedad que quiere progresar.
En Finanzas Personales, por ejemplo, la diversificación de las fuentes de ingresos a partir de la Teoría de los 3 Ejes para Generar dinero (cuerpo, ideas y dinero) crea un nuevo juego tridimensional donde la búsqueda de caminos distintos termina premiando al inversor innovador más pronto que tarde.
Humildad y gasto
No le propongas a un exitoso omnipotente que registre al detalle sus gastos porque te dirá que no lo necesita, que tiene todo en la cabeza. Tampoco le menciones los perjuicios que suele generar el pago en cuotas con tarjeta de crédito porque te dirá que de esa manera le gana a la inflación y no reconocerá, si quiera, que muchas de sus compras son innecesarias. Y si se te ocurre aconsejarle que controle sus gastos compulsivos, la respuesta será que su desafío pasa por los ingresos: la meta siempre es aumentarlos para comprar todo lo que desee.
El exitoso humilde lo es porque, como vimos al comienzo, tiene la virtud de conocer sus propias debilidades y limitaciones no solo en el área de los ingresos, sino también en la de los gastos.
La gente piensa que los ricos son derrochones y se equivoca: la mayoría de la gente acaudalada ejerce un control estricto sobre sus gastos y es muy prolija en la administración de su dinero. Asigna sus recursos de manera eficiente y con arte. Sabe cuándo darse gustos y cuándo poner un poco de más.
El exitoso humilde sabe muy bien qué es un gasto y que es una inversión. No le interesa impresionar a los demás con su poder adquisitivo. Prefiere pasar desapercibido.
Quien aún no es exitoso en finanzas personales, debe saberlo: a la larga, la humildad en los gastos propicia la aparición del ahorro, paso vital e imprescindible para realizar inversiones y diversificar y aumentar los ingresos.
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