Este es no solo el mejor Corvette que Chevrolet ha creado hasta la fecha, sino también el mejor de todos sus modelos.
Finalmente, después de incontables, artículos y cientos de miles de palabras escritas sobre él, nos enfrentamos al Chevrolet Corvette Stingray 2020. El lugar es el estacionamiento del hotel Cosmopolitan en Las Vegas. Allí nos encontramos junto a un número importante de periodistas del motor de Estados Unidos, a punto de abordar las primeras unidades producidas del primer Corvette con motor central en los 63 años de historia del modelo.
El Chevrolet Corvette ha sido por más de seis décadas el carro deportivo americano esencial. Ningún otro fabricante doméstico ofrece un modelo similar. El Dodge Viper fue comparable pero la producción de sus cuatro generaciones, o tres y media dependiendo como se las mire, no fue constante y el modelo permanecerá descontinuado hasta nuevo aviso. Algo similar puede decirse del Ford GT, un carro de prestaciones aún más altas que las del Corvette regular, pero que no va a ser reemplazado después de que finalice su actual generación en 2022, al menos no que sepamos.
El nuevo Corvette es la realización del sueño de Zora Arkus Duntov, el ingeniero de origen húngaro quien fungió como jefe de ingeniería del modelo durante gran parte de su carrera de 23 años en General Motors. Su gran frustración fue la de no haber podido lograr que Chevrolet produjera un Corvette con el motor detrás de los asientos, aunque una vez estuvo muy cerca de lograrlo. Para Duntov, las características de manejo del Corvette, con su pesado motor sobre el eje delantero, nunca estuvo a la altura de sus competidores internacionales. Sin embargo, lo que Duntov si logró, fue sembrar la semilla que germinó en el Chevrolet Corvette Stingray 2020.
Hay que reconocer que el Corvette luce como lo que pretende ser, un verdadero supercarro. Las imágenes siempre mostraron un carro muy moderno y hermoso, y aunque tuvimos oportunidad de verlo en persona el día de su revelación en California en julio pasado, ni visto en el escenario ni sus fotografías de prensa le hacen justicia a su sobrecogedora presencia, especialmente cuando es uno quien tiene las llaves en la mano.
Nuestro modelo de prueba llegó pintado en rojo Torch, o rojo antorcha, con todos los emblemas en negro mate y equipado con los rines de aluminio pintados de 19 pulgadas adelante y 20 pulgadas atrás envueltos en neumáticos para todo clima. Las nuevas proporciones necesarias para acomodar su motor detrás de los asientos, pero aún delante del eje delantero, obligan a que el carro tenga una trompa relativamente corta y un gigantesco volumen trasero, al que hay que acostumbrarse. A mí, el ejercicio me tomo un total de cinco segundos antes de estar totalmente convencido, pero sin duda luce diferente a ningún otro Corvette del pasado. Si su aspecto merece alguna crítica, la misma se centra en su área posterior la cual es tan rica en todo tipo de elementos y líneas que la hacen lucir exageradamente compleja y totalmente carente de un foco de atención. Esto es especialmente notorio en colores claros.
En el interior de nuestro modelo de prueba predominaba un color al que Chevrolet llama ‘Natural Deeped’, el cual puede ser descrito como el eslabón perdido entre el amarillo ocre y un caramelo claro, que llena su espacio interior de energía. Algunos de mis colegas criticaron como la cabina como “algo claustrofóbica”, pero yo que solo mido cinco pies y siete pulgadas (1.70 metros), me sentí a mis anchas tanto en el puesto del conductor como en el del pasajero. El nuevo Corvette abandono la simetría de las dos secciones de su cabina para darle más espacio al conductor, en cuya dirección están enfocados todos los controles. Las dos áreas están separadas por una verdadera pared (nada de manitos agarradas en el Corvette C8) en cuyo borde superior se encuentra una gran cantidad de botones, la mayoría de ellos para los controles del sistema climático.
Los medios especializados no hemos parado de decir que este es el primer Corvette con motor central en los 63 años del modelo, lo que nadie dice nunca es que este en el primer Corvette sin una palanca de cambios. En su lugar hay una sección de botonería para el comando de la transmisión, así como paletas de cambios en el volante para cuando el conductor le apetezca tratar de ser más rápido que la asertiva transmisión automática de doble embrague de 8-velocidades desarrollada conjuntamente con Tremec para el modelo y fabricada en México, un ejercicio que desde ya les advertimos que será inútil. Nuestro modelo de pruebas contaba con la opción intermedia de butacas ofrecidas para el modelo. Llamadas GT2 estas butacas, que en nuestro caso estaban cubiertas con suave cuero Nappa con superficies perforadas, ofrecen ajustes en ocho direcciones, así como la posibilidad de regular electrónicamente el suporte lumbar y los refuerzos naturales. Sin llegar a convertirse en los instrumentos de tortura, que pueden ser los asientos de algunos superdeportivos las butacas GT2 podrían y deberían ser más cómodas.
El área del conductor está enfrentada a un generoso cuadro de instrumentos altamente configurable, cuya funcionalidad está mejorada por un volante de diseño cuadrado que no interrumpe la visibilidad, algunos botones para la desactivación del control de tracción y otros sistemas suplementarios, y una perilla para la selección del modo de manejo a la derecha de los botones de la transmisión, la cual tiene un cobertor forrado en cuero que es tan extraño como innecesario, pero que luce muy bien. La visibilidad es uno de los puntos más débiles del nuevo Corvette. Si bien la vista expansiva frontal gracias a un enorme parabrisas habilitado por su nueva arquitectura, la misma también dificulta ver hacia atrás por causa de los enormes hombros del modelo y una ventana trasera muy inclinada, lo que hace que el espejo central con cámara retrovisora, con el que afortunadamente estaba equipado nuestro modelo de prueba, más que un accesorio sea una necesidad.
La visibilidad trasera no es el punto fuerte del nuevo Corvette.
El espejo central con cámara retrovisora, más que una opción es una necesidad.
Uno de los aspectos que más nos sorprendió del Corvette Stingray 2020 fue lo amable que es y se siente su motor. Olvídense de los furiosos y gruñones motores V8 de carros como el Shelby GT500, o el actual Corvette ZR-1. A pesar de generar 495 caballos de fuerza y 470 libras pie de torque, el V8 de 6.2 litros se siente como un gatito que ronronea de manera tal que no hace sentir ninguna urgencia, ni mucho menos nos recuerda constantemente la clase de monstruo en la que estamos montados, lo que es más inusual aún al ver que nuestro modelo de pruebas estaba equipado con el sistema de escape de performance opcional. Guardando las distancias, el Corvette Stingray 2020 nos recuerda todo lo bueno de los grandes sedanes de General Motors de los años 70, sin ninguno de sus numerosos defectos. La historia es totalmente distinta cuando escuchamos el motor desde fuera de la cabina, lo cual pudimos apreciar extensamente de todos los modelos de la flotilla de pruebas durante un recorrido que nos llevó a los parques nacionales de Lake Mead y Valley of Fire, y de vuelta a Las Vegas, así como en nuestro segundo día de pruebas en la pista de carreras de Spring Mountain Motor Resort & Country Club en Pahrump, Nevada.
Más que en ningún otro momento durante nuestros días de pruebas, pudimos apreciar el talento de la nueva arquitectura y su mejor balance de peso, como en la pista. Allí guiados por instructores profesionales pudimos comprobar por nosotros mismos la capacidad de maniobra mejorada del nuevo modelo. En curvas a velocidad donde cualquier otro Corvette habría soltado la parte de trasera a su libre albedrío, el nuevo modelo mantuvo compostura y control. Esto no quiere decir que no mostro algo de bamboleo ni que su parte trasera se haya comportado a la perfección, pero su escala idiosincrática se mantuvo al nivel de diversión, y muy lejos del estatus de peligro. Pero la nueva distribución de peso no merece todo el crédito, la nueva suspensión hace un trabajo magistral manteniendo el control del nuevo Corvette, al punto que hace que el excelente sistema opcional Magnetic Ride Control (control magnético de marcha) sea totalmente innecesario, aunque cuando tuvimos la oportunidad de apreciarlo en el circuito de auto-cross y de ver como convierte a una suspensión convincente en irresistible. Los frenos detienen al Corvette con autoridad y por más que los castigamos en la pista nunca se sintieron fatigados o imprecisos.
No tenemos duda de que este es el mejor Corvette que se ha creado hasta la fecha. Ninguno de sus predecesores se le acerca en prestaciones o comportamiento dinámico, características con las que finalmente se compara con los modelos europeos con los que en el pasado solo soñaba con competir. Pero también es un carro que dista mucho de ser perfecto y que merece que sus defectos, especialmente en las áreas de visibilidad, comodidad y ergonomía, sean mejorados. Algo que estamos seguros de que ocurrirá a medida en que se vayan desplegando sus distintas versiones. Recuerden que el Stingray es solo el primero de una gran cantidad de variantes que irán llegando de la línea Corvette.
Pero no hay que equivocarse. El nuevo Chevrolet Corvette Stingray 2020 es un carro excepcional, que le da una nueva energía su histórico nombre y lo trae por primera vez en muchas generaciones a la consideración de compradores que nunca antes habría volteado a verlo. Es sorprendente que Chevrolet haya podido ofrecer un paquete tan completo y competente con un precio inicial de solo $58,900. Nuestro modelo de prueba, aun con un precio de final de $74,730 es una verdadera ganga cuando se le compara con modelos de marcas como Ferrari y McLaren con los que finalmente se le compara, y los que no pueden tocar al Corvette en el área de su uso diario. Y allí es donde reside la magia del nuevo Corvette Stingray 2020, el cual es el primer supercarro de uso diario.